Re: El Taranta III flota
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo.
La historia es relativamente sencilla, un crucero falló la maniobra, me pegó y me hundió. Luego tuve que decidir entre cobrar el siniestro total del seguro o reparar el barco y reflotarlo y tomé el camino más difícil.
Ahora ya está pasado y me falta una batalla legal y cuatro detalles por acabar de poner a mi gusto.
Para los cofrades voy a intentar resumir lo que he aprendido de todo esto, por si alguien se encuentra en la misma situación alguna vez.
El seguro. Lo tenía a todo riesgo y en él corredor de seguros me dijeron que lo tenía que asegurar por el valor de barco nuevo de las mismas características. La poliza me salía por un pico y al final su responsabilidad se redujo al valor de mercado, que era casi la mitad. O sea que pagaba una prima bestial para una indemnización raquítica. Moraleja: no dejar que lo aseguren por el valor de reposición que no sirve de nada. Luego lo pagan por viejo y no por nuevo.
El motivo del hundimiento. El barco no tenía porqué haberse hundido si no hubiese tenido contramoldes interiores. La vía de agua se podría haber taponado de tener acceso a la misma por el interior. El problema fue tener contramoldes que no me dejaron llegar a su cara interior. Por fuera no podía taparla ( o no se me ocurrió cómo hacerlo) y por dentro no tenía acceso a la zona dañada, o sea que poco pude hacer salvo intentar llegar al travelift. Moraleja: He cortado todos los contramoldes de forma que abriendo cualquier pañol llego al casco. También he cortado la plancha del suelo de forma que quitando 4 tornillos llego a cualquier zona del casco.
La evaluación de los daños y la moral de la tropa.- Los peritos de mi seguro y del contrario dieron el barco como siniestro total. Sin embargo busqué un dictamen de un ingeniero naval amigo y el mío propio. EL ingeniero me dijo que como el barco no se había deformado ( se veía por la ausencia de grietas en cubierta y en el casco y por no haber perdido tensión la jarcia), entonces su reparación era posible y no excesivamente complicada. Mi evaluación era mucho más simple: Ese era y es mi barco. No un trozo de plástico que se tira cuando ya no sirve. Si habia la más remota opción de recuperarlo se tenía que recuperar. De forma que la alternativa de dejarlo correr ni se llegó a plantear en serio.
Los profesionales.- Imortantísimo haber topado con los profesionales adecuados. Los submarinistas fotografiaron el barco y trazaron un plan de reflote procurando embragarlo bien, inflar los globos de forma progresiva y alternativa para desincrustarlo del lodo del fondo del puertosin dañarlo.
El encargado del travelift, en lugar de subirlo de golpe fue subiendo de 5cm en 5cm y dejando salir el agua para no dañar la estructura del barco.
Por último Sebastián de Dinautica hizo un trabajo de artista reconstruyendo el casco, dándole la curvatura original, reforzándolo interiormente con cuadernas laminadas y reconstruyendo el interior de madera con un cuidado de los detalles como sólo tiene la gente a la que le gusta su trabajo.
El coste-indemnización.- La indemnización que me pagó mi seguro fue el precio de mercado menos la franquicia. Pero ahora estoy reclamando a la parte contraria el coste real de la reparación (al que tengo todo el derecho del mundo) más los daños y perjuicios de haber estado un año sin navegar con mi barco, las horas perdidas en coordinar y organizar su reparación, etc. El plazo para reclamar es de un año desde la fecha del accidente.
La conclusión final.- Si se te hunde tu barco, haz lo que te diga el corazón. Si te dice que lo arregles, arréglalo porque creo que muy pocas veces en mi vida he sido tan feliz como ayer cuando volvimos a poner en el agua un Taranta III recuperado de sus heridas y con unas ganas locas de volver a cortar las olas y acariciar el viento. No hay indemnización que pague esa sensación.
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