Ya estoy en mi puesto. Que sepáis que he comido deprisa y corriendo para continuar con el compromiso de seguir contando, pero no me importa... es el precio de la fama
Quiero agradeceros a todos vuestros ánimos, es muy probable que si no me hubiera encontrado con vuestros comentarios, jamás habría seguido, porque no os imagináis el currazo que lleva esto... Por eso tengo que esperar al fin de semana para seguir contando. Gracias a todos, de verdad
Bien, pues estábamos en el momento amanecer, todos pelados de frío y visiblemente cansados, con ojeras, adormilados y esperando con vehemencia que, por fin, esos rayos de sol comenzaran a calentarnos de una puñetera vez. Así estábamos todos, menos los dos majetes que se bajaron a las 12 y subieron a las 9 de la mañana, bostezando, estirándose, con cara de felicidad y hasta con coloretes en las mejillas. Según asomaron por cubierta soltaron un sonoro y alegre ¡¡¡Buenos días!!!, que a nosotros nos sentó a cuerno quemado. Dirigimos nuestras miradas hacia ellos y soltamos un débil y casi imperceptible "buenos días", por ser educados, más que nada. La siguiente pregunta "¿queréis un café?", fue respondida con un drástico "ya llevamos cuatro"... En fin... como se puede observar, una tripulación perfectamente organizada, hasta para los turnos de guardia
Joer, lo que tarda el sol en calentar... Si bien es cierto que cuando se hace la luz en el mar, el panorama cambia, incluso tu ánimo, pero calentar, lo que se dice calentar, hasta pasadas una tres horas o más yo no empecé a sentirlo. Pero no importó, porque cuando ya llevábamos la costa por babor el Patrón decidió que era un buen momento para empezar a practicar bordos. Está muy bien eso de ponerte a entrenar en medio de la regata y en el último tramo, ya lo sé, pero es que nosotros somos una tripu atípica y nos molan los riesgos
Asi que nos colocamos todos en nuestros puestos:
¡¡Que no, hombre que no!! Algo hicimos-hicieron, la verdad. El Patrón asignó puestos "tú al winche de estribor, tú al de babor, tú a proa"... Y a mí no me tocaba nada... Y es que en esa situación no sabes muy bien qué hacer, porque como no tienes ni idea de en qué va a consistir la historia... Si dices que quieres hacer algo lo mismo te toca remar o algo así, y si no decía nada me veía de tripusol integral, y al fin y al cabo, no me había metido en la aventura para estar tomando el sol... ¿o sí?
En fin, que me lié la manta la cabeza y pregunté "¿y yo qué hago, Patrón?". Me miró y soltó lo que tenía que soltar "tú a hacer banda". Lo siguiente no fue preguntar "¿y eso qué es?", más que nada porque intuía que volvía a no ser el mejor momento para hacer demasiadas preguntas. ¡¡Oye, pues me moló lo de la banda!! Al principio era muy aplicada:
Y después, poco a poco, me fuí relajando (yo soy la del mono de esquí rosa, claro):
Menos mal que al ir alternando de banda pillabas momentos de sol como bien se puede observar por la postura del Capitán Ron.
Gracias a este nuevo puesto que me habían asignado conocí a mis amigas las cornamusas, que siempre están en el sitio en el que te quieres aposentar, da igual cuál, y además siempre te saludan con un "cariñoso" toque. También conocí a los guardamancebos (¿se llaman así?) que yo les habría rebautizado como "revientaespinillas"... Setenta y siete moratones me llegué a contar entre glúteos, cartucheras, muslos, mediapierna y tobillos... Qué dura la vida de un marino...
Ahora sigo...