17/05/2010 - ¡Que gozada!
Jorge se marcha a dar un rulillo por Adra, pese a mi advertencia de que poco tiene que ver. Vuelve en una hora para darme la razón.
Mientras estamos sentados en la bañera tomando una cervecita empiezan a oírse cohetes y pasan muchos coches dando bocinazos. El “pitorreo” dura bastante, y no sabemos por qué. Nos suponemos que algún equipo de fútbol en particular (ese deporte casi desconocido en este país que se juega con dos raquetas
) ha conseguido algo muy esperado. Afortunadamente el ruido calma en un par de horas.
Preparo la cena: revuelto de verduras con salchichas. Alberto llama en el momento que empezamos a cenar y nos dice que el martes se reúne con nosotros. Dado que mi hijo se presentará el jueves, planificamos las etapas de los siguientes días, barajando las posibles opciones para facilitar las cosas a ambos sin necesidad de estar de espera en un puerto determinado durante más de 24 horas. Vemos que hay posibilidades.
Ya en la cama noto que una amarra cruje por encima de mi cabeza. Aunque me da perecilla levantarme lo hago para poner una bolsa de plástico entre la amarra y la borda. Como es sabido el ruido desaparece y se puede dormir con toda tranquilidad.
A las 08:00 una máquina, de esas de levantar el suelo a base de picarlo con el “taca-taca-taca” toca diana.
Pues bueno, arriba. Jorge se va a dar la prepagada ducha. Curiosamente tuvo que ducharse solo con agua fría, ya que la caliente brillaba por su ausencia.
Ya bien despejadito se marcha a la compra mientras desayuno.
A las 09:45 salíamos del puerto con un vientecillo del E/NE muy flojo. No obstante, y dado que teníamos muy pocas millas por delante (24,7) sacamos génova y paramos motor. Estamos navegando a 2,5 nudos.
Poco después sale detrás de nosotros un Amel de 45’ por lo menos, que había pernoctado cerca de nosotros, con todas las velas desplegadas, a saber: génova, mayor y mesana. Nos caza poco a poco pero, de repente, abre el rumbo y comenzamos a igualarle.
Mientras sigue así la cosa vemos una concentración de gaviotas. Al acercarnos el mar está lleno de peces muertos. Son el resultado de los “pezqueñines” que no debemos comer, pero que los pesqueros tiran al mar antes de llegar a puerto.
En fin, lo de siempre. Varios delfines, muy grandes, se están aprovechando de la cosecha. No nos hacen ni caso. Bueno, al menos hay algún bicho que saca beneficio del desaguisado.
A eso de las 13:30 me pongo a preparar la comida (patatas con pimientos y tomate natural, en cocotte, con el resto de las salchichas de ayer). Poco antes de comer el viento empieza a rolar y no sabemos como poner las velas, porque no se establece. Recogemos velas y ponemos motor. Comemos y, nada más terminar, el viento arrecia y se establece en un NE F3. Se nota que Eolo estaba contento con nuestro menú, ya que nos permitió zampar tranquilos.
El Amel, mientras tanto, había sacado un Spi EN LA MESANA (primera vez que lo veo) pero no sabe muy bien que hacer con él. Se abre demasiado de rumbo, lo quita, recoge génova y pone motor. ¡Vaya forma de tirar la toalla!.
Seguro que no quería que un barcujo de 11,50, con una sola vela, le diera “caña” en su singladura (lo encontramos fondeado en Motril).
Antes de llegar llamo a maese Sotileza. Quedamos en el puerto para cenar juntos.
A las 17:00 amarrábamos en Motril, habiendo hecho las últimas 8 millas con un F4 bien establecido y a unos 6 nudos de media. Total, una singladura magnífica, con entretenimiento “regatero” y todo.
Nada más llegar los Heineken se presentan en el pantalán. Piden permiso para subir a bordo. Por supuesto se lo doy. Miran los papeles, charlamos un rato y se marchan tranquilamente. Voy a hacer la entrada a la oficina.
Nada más llegar, me encuentro a la policía municipal. Vuelta a rellenar papeles. Bromas y tal y se acercan al barco a ver a Jorge. Hago la entrada (42,5 Euros) y vuelvo al Kacao. Charlamos un rato con la “poli” y les digo que, en 46 años que llevo navegando, es la primera vez que: 1º La Heineken sube a mi barco. 2º: dos cuerpos de policía diferentes me hacen el interrogatorio uno tras otro.
Bueno, pues más risas y ya está.
Maese Sotileza se presenta a eso de las 19:30. Recordamos tiempos pasados, nos preguntamos por la familia y por nuestras vidas y, después de tomarnos unas cañas, no vamos a cenar a un restaurante muy cerca del puerto (viejo conocido mío) donde nos zampamos una enoooooorme y riquísima fritura (siempre pedir para la mitad de las personas que se presenten a cenar) con más cervecitas.
A las 11:30 estábamos en el barco de vuelta.
¡Qué día más agradable y completo!. Buena navegación, buen tiempo y, para remate, buenos encuentros con viejos amigos.
Mañana más.
