Pues al final la solución al problema ha sido sencillo. Gracias a mis conocimientos de "contorsionismo náutico" me introduje por estrecho pasaje y, sin desmontar nada, me llegué hasta la trasera del mecanismo del morse.
Pasando de estudiar mucho la mecánica, ya que la posición no era cómoda, le descerrajé a boca jarro media docena de chufletazos de un lubricantísimo spray de teflón que para la ocasión había cargado encima esperando que me librara de mayores males.
Ahora el obstinado botón del morse ha quedado tan suave que hasta da gusto embragar y desembragar.
Gracias a todos por vuestros consejos.
