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Antiguo 15-11-2006, 01:32
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Hermano de la costa
 
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Predeterminado Re: Navegación en Rio la Plata

La tercera parte y última, del relato se lo dedico a los piadosos cofrades tractoristas del foro, Miapaih, Quim, Cocoduro, F.J. el corsario, etc…. El delta del Paraná es sin ninguna duda el paraíso de vuestra fe verdadera, aunque con un mínimo de cordura, para no echar a perder semejante entorno natural .

Bien, pues tras una noche en la más absoluta quietud, nos levantamos con el ánimo de continuar un recorrido que nos conduzca por otros arroyos al punto de partida. Jorge quiere seguir un trecho por el arroyo Frades en el que nos hayamos, para reconocer sus posibilidades, levantamos los fondeos y continuamos.
La espesura de los márgenes se hace más impenetrable, es necesario mantener atención arriba y abajo, el fondo se sitúa en poco más de 2 metros y la estrechez del canal, hace que Jorge, con buen criterio, decida dar la vuelta, maniobra que tampoco es fácil, prueba de ello, son las pequeñas ramas que han caído a cubierta, arrancadas por la perilla del mástil.


El bosque se cierra cada vez más para un velero

Salimos de nuevo al arroyo Estudiantes pero lo tomamos a la izquierda, Jorge me anuncia que saldremos al Pay Carabí por otro lugar, a mi me da lo mismo, todo me parece glorioso. Miro con regularidad la carta para situarme en la intrincada maraña de cauces, alcanzamos otro cruce que hay que tomar a la derecha para adentrarnos en el aguaje del Durazno.
De repente… Pi, pi, pi, pi en la sonda. Clonk, golpe en la quilla y parados en seco, miro la sonda que marca 0,8, treinta centímetros menos de lo que debiera, miro interrogante a Jorge y veo que sigue tranquilo, se pregunta extrañado porque han bajado tanto las aguas, no hacía mucho tiempo había pasado por este lugar, el golpe me explica, ha sido por algún tronco sumergido y claro ese role del viento al norte ha hecho desaguar más de lo debido todo el delta.
Bueno, hay que salir, mete revoluciones al pequeño motor del Inquieto pero apenas se mueve, yo largo la botavara y me cuelgo de ella para tratar de escorar, moviendo el timón y con el flujo de la hélice se logra que gire el barco sobre la quilla, suficiente para que la brisa nos incida por el través. Desplegamos el génova y resultado conseguido, el Inquieto escora unos cuantos grados, suficiente como para que lentamente vayamos saliendo del atolladero, en menos de diez minutos ya estamos en aguas libres, no queda más remedio que desandar el mismo arroyo Estudiantes, para salir al Paraná por donde vinimos ayer.
Bueno, una experiencia más a las que Jorge está muy habituado restándola importancia, lo siente por que el Durazno es muy bonito y me hago cargo.
Es increíble como un simple cambio del viento, que no deja de ser una brisa, te pueda complicar la vida aquí dentro, afectando los niveles hídricos de una extensión natural tan grande.
Alcanzamos de nuevo el Paraná y Jorge me adelanta que ahora voy a conocer la otra cara del delta, la de la aglomeración del fin de semana. Pasamos a la margen derecha del río, para no saltarnos la boca del río Capitán, aunque pronto adivinamos donde está, por que varias lanchas salen disparadas de un lugar concreto.
Efectivamente, alcanzamos la boca y penetramos por ella, casi desde el comienzo en ambos lados del aguaje se suceden las residencias más diversas, humildes, lujosas, endebles, sólidas, de diseño, funcionales. Eso si, hay bastante buen gusto general, en cuanto al cuidado de céspedes y jardines, aledaños a las residencias vacacionales de los bonaerenses, por supuesto cada una tiene su propio embarcadero, también acorde a la opulencia de sus moradores.


En los comienzos del río Capitán, nada presagia lo que hay más abajo

Navegamos por la calle principal de una población, le digo a Jorge que parece Venecia, cantidad de lanchas que van y vienen, aquí los veleros somos una raza extraña. Los autobuses náuticos que aquí llaman colectivos, van y vienen impertérritos al torbellino, dejando gente en cada uno de los embarcaderos que lo soliciten.


Tambien hay lugares para soñar

En este recorrido alucinante, encontramos varias motoras fondeadas en un lateral del río, Jorge me indica que sus dueños están en el restaurante del otro lado, un barquero se ocupa de atender a los clientes y efectivamente pronto alcanzamos un lujoso establecimiento (Urtziiii, ¿donde dices de montar la sucursal del Cañas?) pero no queda ahí la cosa, un poco más adelante todo un complejo lúdico, con playa incluida y un náutico aparcamiento, no deja de sorprenderme.
Para acabar, lo que nos faltaba, motos acuáticas a toda leche para arriba y para abajo y no solo eso, motoras con practicantes de ski náutico por el río, que tiene poco más de 50 metros de ancho.
- Amigo Jorge, esto no me gusta, soy enemigo declarado del bullicio,
- Esto es la ciudad, trasladada al delta, quería que lo conocieras, me responde.
Es verdad, la gente en general (de lo cual egoístamente me alegro), es incapaz de modificar hábitos urbanos, gusta de arremolinarse en los mismos lugares, dejan el coche para subirse a una motora y seguir generando estrés, ruidos, residuos y suciedades.
Pero todavía no había llegado al extremo del asombro, quedaba la guinda del pastel.
Desde el río Capitán, seguimos descendiendo y tomamos la bifurcación del San Antonio, continúan subiendo a la contra numerosas motoras y algún que otro velero, el oleaje provocado por los que suben y los que corren de un lugar a otro es de locos, pero cuando creía, que dejando atrás las riberas urbanizadas, todo volvería a la normalidad que equivocado estaba.


La gran Marea, aunque la imagen no refleja el quilombo, un poco más abajo

Nada más llegar a la confluencia con el canal Vinculación que desemboca en el Luján, vemos que suben docenas de motoras, todas juntas, pregunto a Jorge si los han soltado todos a la vez, mi amigo mira tan asombrado como yo, trata de separarse de la avalancha que sube en tropel, me confiesa que conocía estas avalanchas pero no tan compactas y con tanto ímpetu, reconoce que se siente estresado, no es para menos, nos pasan por ambos costados como alma que lleva el diablo, pero no queda ahí la cosa, el recorrido de las casi dos millas que tiene el canal de Vinculación, no ha cedido en ningún momento el flujo de barcos. Calculamos que en los 20 minutos que nos han llevado recorrer las dos millas, nos han sobrepasado entre 600 y 700 embarcaciones de todo tipo, desde pequeñas lanchas hasta cruceros de 18 a 20 metros, pasando por toda la gama de veleros que navegan por el Río d la Plata y eso que son las 2 de la tarde, una auténtica locura.


La carta para que el personal se situe

Por fin alcanzamos la anchura del río Luján, el flujo sigue, pero el espacio es mayor, seguimos atónitos por lo que acabamos de vivir y Jorge me propone ir a comernos un asado en la isla de esparcimiento propiedad del Club San Isidro y que conocí la vez pasada que estuve aquí, me parece estupenda la idea.
La entrada es por un estrecho canal sin más complicaciones, pero hoy no tenemos el día de cara y el pi, pi, pi, pi, pi de la sonda y un frenazo, indica que hemos tocado fondo, Jorge maniobra de la misma forma que hemos hecho anteriormente, girar al Inquieto y desplegar génova, le cuesta arrancar pero ayudado por unos movimientos míos, columpiándome de los obenques, no tardamos en salir, recojo el génova nuevamente y el patrón vuelve a encarar el paso, ahora un poco más por el centro.
Pero el río ha desaguado mucho y volvemos a varar, ahora si que veo a Jorge contrariado, por que como dice, aquí ha entrado infinidad de veces y nunca había ocurrido una cosa así, está visto que las divinidades del río no quieren que nos demos el gustazo del asado.
Pues si no es aquí nos vamos al Club y listo, Poco más de media hora después estamos degustando la sabrosa carne argentina, felicitando a mi amigo por la fantástica experiencia vivida y con el convencimiento de que una pequeña porción de mi espíritu náutico ha quedado enganchado al delta, pero claro está, al del otro lado del Paraná.
Aunque la próxima, se recorra más ampliamente en tractor, que mal nos pese a los traperos, es lo suyo.


Inquieto y kaia os dan las gracias por haber seguido el relato
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