En el libro de A. Coles y P. Bruce, que parece haber pasado por manos de todos, había una anécdota que me llamó la atención. Comenta casi de pasada que en medio de una bien montada, su hijo se encuentra sin medios suficientes para capear y echa mano de lo que hay: amarra por sus cuatro asas a las estachas una bolsa de tejido acrílico, de las de un metro cúbico, ahora tan habituales en las obras y remolcándola por proa salva la situación.
Me gustó la idea. Son fáciles de conseguir y estibar e incluso te pueden servir para subir o bajar trastos del barco.
