Re: Based in actual events
La noche llenaba la bahía con una atmósfera que se diría hecha de metal bruñido. Dentro de aquella oscuridad azulenca brillaba tenuemente la luz de fondeo del ketch, mandando, sobre el agua en calma, un hilo de luz serpenteante hacia nosotros. La blancura del casco era una mancha de calidad nebulosa. Nos sentamos uno junto al otro en el porche del bar. La espalda contra la pared, balanceando las sillas sobre sus patas traseras. Las piernas, rematadas por las botas de agua, extendidas frente a nosotros. En paz con el universo.
Elisa se sentía muy bien en su papel de navegante, y preguntó cuál era la bebida clásica de los marinos. El camarero le respondió que tenían una especie de queimada de ron que solían servir a los turistas barceloneses, pero que esa era una bebida para pescadores de caña más que para auténticos marinos. Si era una verdadera amante de las tradiciones, podía servirle un grog de ron jamaicano de absoluta solvencia, cosa que ella aceptó entusiasmada. Yo persistí en mis intenciones y pedí un whisky de malta.
Algunas veces, el bienestar actúa en el cerebro con la misma mecánica que una droga. Uno se encuentra bien, pero, de pronto, siente la necesidad de sentirse aún mejor y es entonces cuando los fumadores encienden un cigarrillo, los ex fumadores sienten una fugaz tentación, la gente común pide otra copa antes de terminar con la primera, los enamorados se besan, los amantes se meten mano y los desconocidos intiman.
Esto es fantástico. ¡Fantástico! Sólo ha pasado un día, pero me parece como si hubiéramos salido de Francia hace muchísimo. Mi vida ha dado un vuelco en poco más de un mes. De pronto tengo familia, un hermano rico dispuesto a darme la oportunidad de estudiar donde quiera, un futuro, un presente y alguien como tú, que aún no sé quién eres o quién vas a ser, que me hace sentir paz y confianza y me cuenta cosas fascinantes. ¡Y a penas me conoces! Parece tan fácil vivir contigo. Con vosotros, quiero decir. Y siento una gran pena por mi madre. Aunque la comprendo. Es como el tabaco: o fumas o no fumas, pero no puedes vivir fumando dos paquetes un día y luego quedarte sin cigarrillos durante una semana y vuelta a empezar. Eso te deshace por dentro. Y tú también deberías entenderlo. Bueno, seguro que lo entiendes. Realmente es como el tabaco. Hay gente que lleva veinte años sin fumar que dice que si se fumara uno solo volvería a coger el vicio y se encontraría en los tres paquetes al cabo de dos días. A ella le da mucho miedo volverte a ver. Lo desea, pero le da miedo. Me pidió que te dijera que no quiere que vayas a verla. Que te dijera que, con la enfermedad, se ha puesto muy fea y que para ella sería muy humillante. Pero no sé. Sois tan especiales, los dos. Mi madre y tú, quiero decir. Igual sabe que también sería muy doloroso para ti. Es todo demasiado romántico. Un poco triste. Aunque también da envidia, la verdad. Una no debería morirse sin haber vivido una historia así de fuerte. Anda que no pega, el grog este. Se está tan bien aquí, ¿verdad?.
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