Desde la recepción.

[demonche]

Otra jornada más, donde he podido disfrutar de la magia que nuestro Mediterráneo es capaz de regalarnos cada día.

Las caras del devenir de la gente hablan de esa felicidad, de los que sienten el mar como algo más que una porción inmensa de agua, queriéndolo y temiéndolo del mismo modo.

La biodiversidad surge en millones de formas, y lo que nuestros ojos observan, así como cualquiera de nuestras anécdotas, acaban convirtiéndose, en increíbles historias o leyendas, que serán recordados por muchas gentes dispuestas a escuchar las aventuras que acabas de vivir.

Es tú llegada al puerto.

Un saludo, y comienza de nuevo las mismas preguntas, teniendo para cada una de ellas respuestas diferentes.

Presentas la documentación de tu embarcación, y si ya has estado (en alguno de ellos) ni siquiera eso.

Un puerto donde la tranquilidad se respira después de abarloar tu embarcación, incluso si tienes suerte, consigues un amarre dentro, en un pantalán cómodo y con todos los servicios, de esos que la gente es sabedora de lo limitado y escaso, preciados espacios, como si de pecios se trataran, se encuentran a veces sin buscarlos, se te asignan de repente, así, sin más.

¿Cuál será el secreto?

Comidas, compras, arreglos de última hora de pequeños problemas que han surgido en la travesía, todo aquello que al abrigo del puerto y del tiempo que inexorablemente va pasando, es lo que tienes ahora en mente.

Es el descanso del guerrero, preparando nuevamente su jornada.

El barco, es tratado casi como un ser vivo, atreviéndome a ir más allá de su significado, he pensado muchas veces en la simbiosis del barco con el ser humano.

Bienvenidos al puerto, que disfruten de su estancia.

Esta ronda la pago yo....

Demonche