![]() |
|
|
|
| VHF: Canal 77 |    | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
#1
|
||||
|
||||
|
Escenario de la tragedia: tras proyectar un plano de la época sobre otro actual, he podido trasladar la línea de costa y los muelles de 1893 (en amarillo) sobre una fotografía de 2007, “atracando” un “Cabo Machichaco” a escala en el muelle correspondiente. La mitad del buque que voló (la de proa) está a la derecha, apreciándose perfectamente la explanada (entonces atravesada por una vía férrea) donde se concentró la multitud de curiosos y, a su izquierda, el monumento levantado en recuerdo de las víctimas. El moderno avance de la costa no debe achacarse a ningún “enfriamiento global”, sino a la “tectónica urbana” (Composición y rotulación propias sobre un mosaico fotográfico de “Google Earth”) El simple hecho de levantar un par de cuarteles debió convertir una combustión incompleta en todo un incendio, que pronto se garantizó el aporte de oxígeno merendándose el resto. En la época de los hechos la prensa apuntó como causa más probable la más verosímil: los currantes que acababan de trabajar en la bodega y una colilla, a lo que yo añadiría la hipotética fractura de algún recipiente de “droguería” susceptible de originar un incendio espontáneo en contacto con viruta, paja o papel de embalar. En 1900 el Tribunal Supremo determinaría que el incendio se inició “...sin que haya podido averiguarse la causa”, pero pasado siglo y pico es habitual achacar su origen a la rotura de uno de los cascos de ácido sulfúrico estibados contra las escotillas y subsiguiente caída de ácido a la bodega. No puede descartarse que la cubierta del “Machichaco” fuera de madera, pero las cubiertas se diseñan para desembarazarse de los líquidos y, por añadidura, entre la cubierta y el plan donde se originó el incendio había un entrepuente y su carga. Además, aunque el ácido hubiera conseguido llegar al plan salpicando a través de las dos escotillas (la de cubierta y la del entrepuente), el fuego debería haberse originado en su vertical, mientras que el humo parecía venir de la parte de popa. Finalmente, ya que esta parte era también “...la parte de la maquinaria”, cabe apuntar que tras el mamparo de máquinas y contiguas a la bodega estarían la caldereta (en servicio) y dos carboneras. Localización del foco del incendio a bordo del "Cabo Machichaco" y distribución general de los espacios contiguos (Composición propia a partir del plano que encabeza este artículo) Desocupados o no también se fueron acercando diversas autoridades, empezando por el comandante de Marina que, como tal, era capitán de puerto y responsable de lidiar con el desaguisado. Ocupaba el cargo el CF Domenge, que había obtenido un ascenso por méritos de guerra en el combate del Callao y otro más (acompañado de un balazo) en la insurrección de Ferrol de 1872; obviamente, no debía ser un individuo propenso a asustarse. Parece que hacia las 1430 hubo conciliábulo entre comandante, capitán y consignatario sobre la conveniencia de alejar el buque del muelle y fondearlo en la bahía, y que el comandante se opuso arguyendo que el fuego podría combatirse mejor con los medios de tierra. Alguien describió estos medios como “no muy rumbosos” y es posible que el comandante se equivocara, pero también lo es que, como se afirma en el libro publicado por Ibarra, el ancla fondeada dificultara la maniobra. En todo caso, el capitán informaría al comandante del “asuntillo” de las 1.700 cajas de dinamita “invisibles” (¿cómo iba a poder ocultarlas al día siguiente?), dinamita que, por supuesto, jamás podía explotar sin detonadores y bla, bla, bla, y el comandante debió creerle porque, hasta donde ambos sabrían, esa era la verdad. Si no lo fuera, un héroe de guerra y un tipo de Bilbao podían enfrentarse perfectamente a un cargamento de explosivos en llamas, pero quiero pensar que nada, ni siquiera la autonegación de haber metido la pata hasta los corvejones atracando aquella ruina en pleno centro urbano, les habría impedido despejar la explanada de curiosos. DE SANTANDER AL CIELO Según una publicación de la época, esta foto estaría sacada a las 1600 horas. Se aprecia la aleta de Br del “Cabo Machichaco” con su nombre y matrícula visibles, así como el viento del E y la ausencia de los dos botes de la toldilla, arriados para salvarlos de la quema. En la zona incendiada están abarloados y bombeando agua el aljibe de la Junta y el del tren de dragado, acompañados probablemente de la lancha de vapor “Julieta”. Más a popa (en la zona de máquinas) se han dispuesto defensas de costado, posiblemente ante la inminente llegada del vapor auxiliar de Trasatlántica que transporta un trozo de auxilio (Foto de autor desconocido) El día anterior había llegado de La Habana el correo “Alfonso XIII”, de la Cía. Trasatlántica, que tras desembarcar el pasaje continuaba amarrado a su boya en la canal; hoy sería difícil explicar el “caché” que tenían esta compañía, sus barcos y sus capitanes, así que no lo intentaré. Baste decir que hacia las 1600 se presentaron al costado del “Machichaco” con su propio vapor auxiliar (el “Santander”) y un impresionante trozo de auxilio de cuarenta personas que incluía al capitán sub-inspector de la naviera en Santander, el capitán del correo, oficiales de cubierta y máquinas, médico, practicante, un grupo de subalternos y los siete tripulantes del “Santander”. Dice la leyenda y recogió esta Revista (Abril de 1944) que, a su llegada, el capitán del “Alfonso” (Don Francisco Jaureguízar, TN de 1ª Clase de la Reserva Naval) preguntó a su colega del “Cabo” “¿Hay dinamita a bordo, Léniz?” y que este le respondió “La que traía para acá ya está desembarcada”, pero siendo como eran buenos amigos y “de familia conocida”, no creo que a Don Facundo le interesara que le rompieran la cara al día siguiente. Además, en el “Cabo” no estaban para sutilezas y, dando el barco por perdido, se apresuraban a salvar lo salvable: un testigo que pudo contarlo escribió que: “...tiznados, calados de agua, con prisas de locos, salían y entraban por las escotillas los tripulantes y los demás hombres que se ocupaban en salvar efectos y mercancías. Quién sacaba un lío de ropa, quién un baúl, quién un mueble, quién estuches de aparatos y útiles de los navegantes...”. La sobrecarga de autoridades tampoco ayudaba: “...la gente respetable, los que ejercían allí alguna autoridad, voceaban órdenes que nadie oía. Todos eran a mandar los unos, todos eran a trabajar sin sumisión a órdenes los otros”. Para mí que, en la mejor tradición mercante, la tripulación del “Machichaco” ya había detectado que el principal peligro lo representaban las autoridades de tierra. |
| Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a albacora | ||
Choquero (22-06-2010) | ||
|
|