y piden que se prohíba a Genarín
- En todos los pueblos hay un tonto. Bueno, no lo sé en Salamanca, donde hasta las putas son escoltadas en cuaresma por el claustro universitario; o en Medina de Rioseco, donde el secano más cruel dio almirantes asgalla a la mar océana; pero al menos en pueblos como el mío siempre ha habido un tonto, y con garantías: había al menos un tonto del pueblo por generación, y el relevo estaba garantizado a través de una dura pugna anual en cada fiesta de Quintos.
- Aún recuerdo a Pulpito, el tonto del pueblos de mi Quinta; comenzó la competición con todos borrachos de sidra hasta las trancas y con opciones para cualquiera por hacerse con la plaza, pero él pronto supo marcar las diferencias cuando ya de madrugada, y al grito de ¡No hay huevos!, Pulpito levantó la mano y se mostró dispuesto a ser colgado desde el muro del puerto por los pies durante seis horas y depositado en un flotador hecho con la cámara de la rueda de un camión.
- “El agua no estaba fría” -se justificaba Pulpito al día siguiente.
- “Ya, pero la marea estaba bajando, y al cabo de tres horas, estarías cogado bocabajo del muro. Uno de Cáceres podría no saberlo, pero a ti te llaman Pulpito porque te has criado en este puerto” -le dije por la mañana, mientras esperaba por un café que le ayudase a calentarse y a que la sangre le subiera de nuevo a la cabeza, si es que alguna vez le llegó tan alto.
- “Sí. Pero yo gané” -fue la respuesta que le valió el título de tonto del pueblo sin derecho a apelación por el segundo clasificado, que hasta entonces aún tenía ciertas esperanzas que cultivaba mostrándole el culo a la novia del comandante de puesto de la Guardia Civil.
- Yo estuve convencido de que en mi pueblo sabíamos todo lo que se podía saber sobre los tontos y cómo elegir a los mejores. Viajé durante años a bordo de un barco granelero por todos los rincones del Atlántico, el Pacífico y el Índico, y aunque hubo lugares donde observé algunas aportaciones locales interesantes en la elección, también es cierto que, en su esencia, corroboré la maestría de la idiosincrasia de mi tierra a la hora de seleccionar al garrulo más grande entre los garrulos…
- …Así fue hasta que la vida me llevó tierra adentro; tampoco demasiado adentro, apenas 120 kilómetros, pero fue allí donde descubrí que había pueblos más sabios que el mío a la hora de dotarse de tontos en abundancia. Y yo que pensaba que no había nada que aprender de los mesetario…
- Quienes, como yo, conocéis el método tradicional para elegir al tonto del pueblo en sana competición, imaginad esta nueva, imaginativa y maquiavélica nueva fórmula:
- Para seleccionar a los aspirantes, se les ofrece lo siguiente:
A todos se les vestirá de llamativo uniforme, tocados con gorra de plato o cucurucho, escudo bordado, y además se les entregará por cabeza -a elegir- tambor, bombo o trompeta (sin botones, para mayor facilidad).
- (Cualquiera de los tontos de mi pueblo estaría ya babeando ante semejante oferta, pero aún hay más):
- Con su uniformidad y su tambor o su chiflo, las principales calles del pueblo se cortarán al tráfico en horas punta mientras todos desfilan tocando el tambor y el chiflo, y por si hubiera algún sordo, otros llevarán a hombros grandes muñecos que llamen su antención. ¿del alcalde? ¿de Crisitiano Ronaldo? No, ¡¡¡¡¡De DIOS!!!!!
Por si fuera poco, a los aspirantes se les promete (y se cumple) que al día siguiente saldrán en todos los periódicos de la ciudad y… mejor aún. ¡Su actuación ha sido declarada por las autoridades de la Nación como Fiesta de Interés Turístico Internacional!
- He de reconocer que el Pulpito a estas horas estaría ya derretido en su propia saliba, y que por conseguir esto de lo que aquí disfrutan varios miles, él se hubiera colgado de los pies no ya desde el espigón del puerto, sino desde los mismísimos propulsores del transbordador espacial ‘Challenger’.
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Pero aún hay más, porque en esta elección del tonto del pueblo, sus maquiavélicos creadores han previsto hasta la más mínima posibilidad de que algo pudiera salir mal con dos medidas de exquisita crueldad: esta prueba se lleva a cabo con la primera luna llena de cada primavera (hay que tener mala baba), y para los que no tuvieran afecciones lunáticas, se ha creado una tradición, las limonadas, por la que todos deben beberse varias copas de un brebaje que cada tabernero elabora libremente con lo que le salga de...
- Y estos mismos quieren que se prohíba a Genarín...
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El mar, la mar
El mar. Siempre la mar
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