Confesiones de un patrón de regatas

[Very best skippy]

El tío que va en la proa con el tubo ese de aluminio y la vela grande de colores.

Ese es el peor, no sé porqué será pero el odio que se siente sobre él es innato, irracional, enfermizo diría yo. Nada más subirte en el barco y situarte en tu posición en el volante es como el chiste del tricornio, te entra una mala leche que te “cagas”. No es que el resto de la tripulación te parezcan agradables, simpáticos o guapos (bueno, alguna si), pero el tío ese de la proa, con diferencia, se lleva “la pole”. No hay cosa que le digas o mandes que no te mire mal, el maldito tubo nunca está donde debe de estar, engancha las cuerdas o las monta al revés, la vela grande de colores a veces parece una cometa y encima le echa la culpa al resto de panolis; claro, al final acabas acordándote de su familia, lo que sin duda y sin remisión contribuye a alimentar la reciprocidad en el odio mutuo, tanto, que la tragedia, por momentos se puede mascar en el ambiente. Sí, porque según creo él también te odia a ti. ¡Encima que lo aguantas! el tipo también te odia a ti: lo que nos faltaba.

Otra cosa que me saca de quicio de este personaje, es cuando en la salida vamos de izquierda a derecha, lo que él llama amurado a babor (cosa más rara) y se empeña, enfermizamente, en decirte que te apartes cuando viene otro barco de frente... ¡Coño!, que se quiten ellos que yo voy por mi camino, pues no, en vez de pegarles un grito a ellos empieza a gesticular como un poseso y se atreve a gritarme: ¡Cae, cae, cae...! ¿quién se cae?... nunca he llegado a entender el sentido de esta exclamación y por supuesto no se lo voy a preguntar, un buen patrón siempre tiene que dar ejemplo de sapiencia y no rebajarse a hablar con los subordinados y menos demostrar que no sabes quién es el que se cae... Hasta ahí podríamos llegar.

Y si no, cuando están dando la cuenta atrás (que por cierto siempre me he preguntado el porqué no hacen la salida en parado como los F1) y el tío al borde de la histeria, con la cara desencajada, te va gritando: ¡tres minutos! ¡un minuto!.. ¡Joder! Que yo también llevo reloj y además de los buenos, de esos “suuntos” para regatas que me regaló mi churri para el día de los enamorados; pues nada, él a lo suyo, a incordiar, ¿y qué pasa? pues que luego me paso de los dos barcos con tantos nervios y desbarajuste, y encima me miran "atravesaos".

O sea, muy mal, y yo me pregunto: ¿son todos iguales? ¿o es que me ha tocado a mí el malo?

Otro día seguiré con el resto de panolis, que también tienen lo suyo. Y por supuesto que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... Es sólo por comentar y criticar un poco.



Skippy, the very best