besugos del cantabrico

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tomaros unos potes antes de leer un articulo de17l enero del "Deia" que he encontrado por ahi, y que me ha parecido interesante ponerlo aqui, perdon por la txapa...

SAN Antón besugos a montón dice o decía el refrán. Una especie estrechamente ligada a la historia de los municipios costeros vascos y la cultura gastronómica de este país, ha pasado a ser historia. En la jornada de hoy, festividad de San Antonio, en Bermeo se despedía a los arrantzales antes de que despuntara el alba a los sones del txistu y tamboril cuando partían a la pesca del besugo rumbo a las calas cercanas a la costa.
Por la tarde, el jolgorio alcanzaba notables dimensiones y los arrantzales arrojaban besugos al muelle para agradecer la calurosa acogida dispensado por los txistularis. En la jornada siguiente, en San Antontxus de Mungia, los baserritarras de la zona aprovechaban la feria para comprar algún besugo transportado por las salerosas neskatilas bermeotarras.
En la actualidad sin embargo, la pesquería de esta especie es anecdótica y sólo algunas embarcaciones de pequeño porte acuden de manera esporádica a las calas cercanas a pescar besugo. En las estadísticas de las cofradías, ni siquiera aparece recogido apartado alguno referente a descargas de besugo en el puerto.
El besugo forma parte de la historia de los municipios costeros de Euskadi. Durante siglos, esta especie representó el pilar fundamental de la economía de las familias arrantzales. En el siglo XIV en una de las obras maestras del Mester de Clerecía, El libro del buen amor del Arcipreste de Hita, se apunta que "besugos y arenques para los batallones de Doña Cuaresma vinieron de Bermeo".
Parte de las capturas que se registraban en los puertos del Cantábrico llegaban hasta los municipios del interior de la península. Y es que el besugo ofrecía posibilidades para su traslado a municipios de la meseta española ya que su captura tenía lugar durante el invierno, desde noviembre hasta marzo, y por tanto las posibilidades de conservación eran superiores a las de otras especies como el bonito cuya captura se produce durante el verano, con temperaturas notablemente superiores.
Durante cientos de años, los arrantzales de los puertos vascos han capturado besugo en las calas próximas a la costa como Mar de España, Alta y Cabarga, frente al Abra; Basamendi, Justu Manku, Akar Kala y Apo, al norte de Armintza y Bakio; Okarantza y Errekado, frente al Cabo Matxitxako; Galdizur, Zigarre y Kalabarri a la altura de Bermeo; Goijerri, Kalafaltso y Basa en el meridiano de Elantxobe; y más al este, hacia Lekeitio y Ondarroa, en Santa Moro, Burgos, Piton, Arritxu-Kalatxu, Lumatxak y Plaia Ederra o Takarako.
Ocasionalmente y conforme fue aumentado el tonelaje de las lanchas de pesca, la pesca de besugo se extendió a calas más alejadas de la costa como Eskota, cala situada junto al cantil continental y tras superar la fosa de Capbretón, a unas cuarenta millas al nordeste de Bermeo y 32 millas al norte de Donostia. Garro y Gaztelu completan la relación de caladeros históricos para la pesca de besugo.
A finales del siglo XVIII, la pesca de esta especie representaba en muchos casos más de la mitad de los ingresos anuales de los arran-tzales vascos. Así, de las 187.000 arrobas de pescado recibidas por las cofradías vascas, casi 112.000 correspondían a besugo, frente a 32.000 arrobas de atún y merluza. Destaca el puerto de Bermeo con 37.538 arrobas, seguido de Ondarroa con 27.710, Lekeitio con 20.492, Mundaka con 17.150, Elantxobe con 6.050 y Ea con 3.000. A mediados del siglo XIX, el besugo continúa liderando el capítulo de capturas de la flota vizcaina con un total de 72.900 arrobas de un total de 137.000 arrobas de pescado descargado.
Huelga decir que se trataba de una especie abundante en las calas próximas a la costa vasca. Tanto es así, que el besugo no gozaba de la misma consideración que otras especies como la merluza: Lebatza para la gente aberatsa dice un refrán de Bermeo.
A medida que bajan las capturas
Se incrementa el precio
La cotización del besugo ha registrado un incremento directamente proporcional al decremento en el volumen de capturas. Así, hasta 1983, la cotización de este pescado se situó siempre por debajo del correspondiente a la merluza. En 1972, la cofradía de pescadores del puerto de Bermeo recibió 556.135 kilos de besugo, pescado que se cotizó a 42,54 pesetas el kilo. Ese mismo año los 246.625 kilos de merluza subastados en este municipio pesquero se vendieron a 120,32 pesetas el kilo.
Es en 1983 cuando por primera vez en la historia el besugo se vende más caro que la merluza. Los 186.981 kilos descargados en Bermeo se cotizaron a 623,08 pesetas el kilo en tanto que los 352.353 kilos de merluza se vendieron a 505,66 pesetas. A partir de esa fecha la escasez de capturas ha provocado que se dispare la cotización del besugo en tanto que el precio de la merluza apenas ha aumentado ante la feroz competencia de otros países.
La desaparición del besugo del Golfo de Bizkaia constituye un auténtico enigma. En 1970, la flota artesanal del puerto de Bermeo capturó más de 708.000 kilos de besugo en tanto que el puerto de Hondarribia contabilizó 557.000 kilos. 1982 fue escenario de la última buena costera de besugo, con 600 toneladas en Hondarribia y 275 en Bermeo. A partir de entonces, el volumen de capturas de esta especie ha registrado un descenso vertiginoso llegando a desaparecer de las estadísticas de las cofradías.
A la hora de establecer las razones que explican lo acontecido con el besugo, al margen de factores oceanográficos y medioambientales, resulta incuestionable significar el incremento de la presión pesquera ejercida sobre el recurso en el último tercio del siglo XX. En este sentido, resulta interesante comprobar el celo de los propios arrantzales por realizar una pesquería responsable sobre el besugo. "Uno de los objetivos principales de las cofradías era intentar preservar los recursos pesqueros del mar con el fin de que las generaciones futuras pudieran continuar realizando el ejercicio de la pesca" explica Aingeru Astui, director del Museo del Arrantzale de Bermeo.
Así, la utilización del palangre estuvo prohibida desde la Edad Media e incluso se recogía la posibilidad de quemar la embarcación que hubiera empleado este aparejo de pesca considerado nocivo por su gran capacidad de pesca. A finales del siglo XIX se produjo una agria polémica entre arrantzales favorables al empleo del palangre y aquellos que denostaban este sistema de pesca por considerarlo perjudicial. La discusión llegó hasta las diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa.
Severo castigo de los franceses
La pesca, como el Athletic
Un siglo más tarde, en la década de los setenta, el notable incremento de la flota pesquera en una época de escasez de capturas, propició la utilización del sistema de palangre-piedra bola para la pesca de especies demersales como el besugo y la merluza. Al poco tiempo, el recurso comenzó a presentar signos de agotamiento.
Asimismo, conviene destacar la irrupción de la flota pelágica francesa en el Golfo de Bizkaia en la década de los ochenta. Los buques pelágicos de la costa occidental francesa infligieron un severo castigo a la población de besugo y en general a todas las especies demersales. Los pelágicos perpetraron auténticas fechorías como demuestra el hecho de que una embarcación capturara 12.000 kilos de besugo en apenas dos días de faena. "En la pesca sucede como en el Athletic. Cuando el equipo hace una mala temporada sale a la palestra la posibilidad de fichar extranjeros. En la mar, en época de escasez se habla de emplear artes de pesca más efectivos obviando el perjuicio que pueden suponer a medio-largo plazo" aseguraba un arrantzale bermeano forofo del Athletic.
En la actualidad, el besugo vasco es historia. Los ejemplares que en la jornada de mañana se puedan degustar en algunos txokos de Mungia procederán muy probablemente de Tarifa, Azores, Galicia, Asturias, Marruecos, etc. Tan sólo algún afortunado podrá gozar del privilegio de degustar un besugo del Cantábrico.