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| VHF: Canal 77 |    | ![]() |
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#226
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![]() ![]() ![]() Me gustaban mas las primeras entregas, provocativas, erotico-festivo-sensuales y con especial habilidad para describir lugares,....estas últimas “saben a poco”, ...estoy intrigada,.... habrá un final????, se quedará el maduro navegante solitario con la chica jovencita????, será la madura cuarentona restaurada la que se lleve el gato al agua????, aparecerá una tercera en disputa???, - por aquello de que no hay no hay dos sin tres-, ....o,... quien sabe, quizás el protagonista encuentre a su ex-mujer, se junten y descubra que tiene otra hija que va a resultar que es la Claire y agobiado por el descubrimiento decida hacerse transexual, ![]() ...hummm.........para mi gusto falta marcha.Tahleb, y si nos pones unos cuantos capítulos de un tirón???? ![]() |
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#227
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La prisa es para los delincuentes
![]() ¡¡Felices encalmadas 2010!! |
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#228
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Cita:
![]() Feliz 2010 a todos!! ![]() ![]() |
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#229
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Cita:
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NADA ES IMPOSIBLE A MENOS QUE CREAS QUE LO ES |
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#230
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Desde la terraza de la casa vimos cómo iba cayendo la tarde. Recordamos que mi padre hubiese dicho que asistíamos al nacimiento de la noche, que surge poco a poco por el horizonte del Este, en vez de a la muerte del día, que tiene lugar en un sangriento Poniente que no era posible ver desde la casa.
Por continuar con los recuerdos, Elisabetta destapó una botella de vino barolo tradicional, de Fontanafredda, que era muy apreciado por mi padre. Aunque a mí siempre me pareció poco refinado, lo bebí con gusto a su memoria. Incluso me permití imitar los chasquidos de su lengua cuando lo bebía y, imitando su voz, comenté que aquel vino, que en Francia sería usado para hacer alcohol de quemar, tenía el innegable valor de lo auténtico. Elisabetta me miraba sonriente, aunque con un ligero brillo acuoso en los párpados. Nunca supiste apreciar el vino, me dijo. El rioja español te ha matado el paladar. Suspiró levemente antes de dar un sorbo de mi vaso. Te miro, dijo, y pienso en lo injusto que es el tiempo con las mujeres: a partir de los cincuenta, nosotras nos hacemos mayores y, en cambio, algunos hombres os volvéis interesantes. Ahí estás tú, pontificando sobre un vino que no entiendes, canoso ya, pero manteniendo algo del encanto animal que, según creo, habéis heredado los de tu familia desde tu bisabuelo. No hay derecho. Pero dime, ¿qué tienes que hablar conmigo? Le conté que, más o menos, me veía a punto de repetir la historia de mi padre. Le hablé de lo duramente que estaba luchando para no enamorarme de una muchacha joven y bella. Demasiado joven y dolorosamente bella. Le dije que deseaba oír de sus labios el balance final de su historia, su dictamen sobre el problema de la gran diferencia de edad entre los amantes. ¿Volvería ella a hacer lo mismo? La felicidad que había obtenido ¿había valido la pena? Suspiró de nuevo y esta vez se sirvió un poco de vino en un vaso. Tu padre, me dijo, nunca fue mayor que yo. Conservó hasta el final un deseo de vivir y una alegría que tú o no has tenido jamás, o perdiste hace mucho tiempo. Creo que recibiste de tu madre la inclinación a contemplar las cosas de un modo demasiado trágico. Es como si pensaras que, ya que la vida ha de perderse tarde o temprano, más vale entregarse a la fatalidad sin lucha. Sí, yo volvería a casarme con tu padre. Y si fuera joven otra vez, tal vez también me enamoraría de un hombre como tú, pero con mi experiencia de ahora sé que contigo cometería un error. Tú estás hecho para disfrutar de la vida contemplándola en soledad y recogimiento e interviniendo en ella por la vía de la norma, que es el modo de intervenir poco. Para hacer feliz a una mujer joven necesitas más fuego que sentimiento. ¿Por qué te piensas que tu mujer se fue? Si puedes, no te enamores. Deja a esa chica en paz. Durante varios segundos sentí el mismo aturdimiento que si me hubiese atizado en la cabeza con un guante de boxeo. Tartamudeé un poco al contestarle que ella no había llegado a conocer a mi mujer. Por pocos meses, pero nunca la había conocido. Con una sonrisa entre irónica y divertida me preguntó ¿y tú crees que eso me hace falta? En el horizonte del Nordeste se veían brillar los continuos relámpagos de una tormenta lejana. Con cada fogonazo era posible adivinar el contorno de unas nubes enormes que terminaban en forma de yunque. Maquinalmente observé el resto del cielo, que aparecía sereno, y concluí que, con toda probabilidad, la tormenta se alejaría sin molestarnos. Debe de estar lloviendo sobre Livorno, dije para cambiar de conversación. Elisabetta miró hacia la tormenta asintiendo. Pareció relajarse y, a partir de ahí, conversamos sobre otros temas más agradables o menos intensos. Hablamos de la casa en la que nos encontrábamos y de su curioso estatus: yo era el propietario, como heredero universal de mi padre, y ella era la usufructuaria. Yo me empeñaba en hacer frente a los gastos de reparación que no pudiese acometer y ella aseguraba tener recursos suficientes. Brindamos por la muerte violenta de los diseñadores de los planes tributarios europeos que, en su caso, habían sumado el total de la herencia internacional para calcular el tipo medio al que tenía que pagar el usufructo de la casa. Conjuramos los buenos recuerdos de un viaje que hicieron en mi barco hasta Mahé y en el que mi padre fascinó a toda la tripulación hasta el punto de convertirse casi en el capitán de hecho. Volví a declinar el derecho que, según el testamento, tenía para ocupar una de las habitaciones de la casa desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre de cada año. Eran más o menos las dos de la madrugada cuando consideré que era hora de marcharse. Habíamos pasado un buen rato y nos mentimos diciendo que haríamos lo posible por volvernos a ver pronto. Me acompañó hasta la cancela del jardín y, cuando me incliné para besar su mejilla, me encontré con su boca. Me mordió levemente el labio mientras exhalaba un suspiro agónico y engarfiaba su mano sobre una de mis nalgas: au revoir, Hippolyte, dijo, sonriendo, antes de soltarme. Ciao, Fedra! Contesté acariciando uno de sus senos. Volví a bordo y dormité sobre cubierta, esperando las primeras luces para zarpar. Cuando el alba me permitió divisar los altos árboles del cementerio sobre la colina, me llevé la mano al corazón, luego a los labios y después al aire, enviando monte arriba un beso para aquel hombre extraordinario, joven eterno, que había pasado por la vida llevando mi mismo nombre. |
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#231
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Impresionante... Estoy compleamente de acuerdo con Elisabetta... Un hombre de actitud derrotista, que se piensa cinco mil veces las cosas que le comprometen emocionalmente, no puede llevar una relación ni medianamente aceptable con una mujer tan apasionada. Estas cosas no se piensan, te dejas llevar, te arrastra, y lo disfrutas. Y él le da vueltas y más vueltas. Que se olvide, porque la gente no cambia.
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| Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a Sunrise | ||
Capitán Ron (12-01-2010) | ||
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Aquí esta la clave de las claves: "Tu padre, me dijo, nunca fue mayor que yo. Conservó hasta el final un deseo de vivir y una alegría que tú o no has tenido jamás, o perdiste hace mucho tiempo. Creo que recibiste de tu madre la inclinación a contemplar las cosas de un modo demasiado trágico", la diferencia entre unas personas y otras............
, lo que nos separa o iguala..............De nuevo mis . De nuevo ![]()
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![]() La vida es como un viaje por el mar: hay días de calma y días de borrasca. Lo importante es ser buen capitán de nuestro barco. Jacinto Benavente
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que digas eso.¿La alegría de vivir? ¡Por todos los dioses, menuda excusa machista! Y totalmente apoyada por mujeres; ¡lo que puede la propaganda! ¿Qué se conservan mejor los hombres? ¡Amos, anda! Serán algunos; igual que algunas. La flacidez y decadencia la produce la edad, no el sexo. El retraso en la aparición de éstas es cuestión de genética, no de sexo. Hay mujeres de casi 70 espléndidas y cuarentones que dan asco. ¿De verdad cree alguno que es natural que una chica de 20 a 40 se enamore de uno de 60 o más? Pero claro, si te machaco año tras año con la misma murga, todos los días de tu vida, te lo acabas creyendo. ¿Cuántos hombres de 20 a 40 se enamoran de una que les dobla la edad por “su alegría de vivir” o savoir faire? Uno entre un millón (y habría que psicoanalizarle, por si acaso). ¿Psicología diferencial de los sexos? ¡Vamos, hombre! ¡Cultura machista pura y dura durante muchos años! Se nos educa para tener siempre un hombre en casa, aunque sea viejo, para “estar recogidas” o mantenerte y defenderte, entra dentro de la norma y de la decencia establecida. Lo contrario, chico joven “recogido” o “mantenido, tiene un nombre muy feo. Lo dicho, cultura machista, del que detentaba el poder económico y, por lo tanto, social. Curiosamente sostenido más por las madres que por los padres. Lógico en alguien al que le han sorbido el seso. Preguntadles hoy a las mujeres mayores de 50, económicamente independientes, con alto poder adquisitivo, y completamente sanas mentalmente, qué prefieren si uno de 70 o dos de 35. Anda, anda, preguntádselo. Y no me refiero a cambiar al compañero de toda la vida, eso es otro tema. Que una es vieja, pero no imbécil. Lo siento Tahleb, me encanta como escribes, pero no comulgo con algunas de las ideas de tu protagonista. Aunque me gusta, no lo voy a negar. ![]() |
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#234
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Perfecta la argumentación Crimilda, de principio a fin.......
![]() ![]() ![]() ![]() No obstante, me gusta la novela, que leo con unas rondas para todos sus adeptos ![]() Cita:
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![]() La vida es como un viaje por el mar: hay días de calma y días de borrasca. Lo importante es ser buen capitán de nuestro barco. Jacinto Benavente
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Pero en lo profundo, estoy de acuerdo contigo, aunque no por eso deja de enamorarme el relato. |
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Te veo en plena forma, Crimilda. ¡Qué bien te sienta el nuevo año! ¡Dales duro!
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. Si navegas con niños o tienes un Ro 300 o un Fortuna 9, la web de mi barco te puede gustar. |
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#238
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Largué cabos mientras amanecía y barajé la costa de Capraia, a motor, durante una milla y media hasta doblar la Punta della Teglia. Soplaban unos quince nudos de Nornoroeste, pero tenía el conocimiento antiguo de que a pocos cables al Oeste de la Torre della Regina el viento se establecería de Nordeste y me llevaría con un aparente de través hasta las proximidades de las Hyères, rumbo al final de mi viaje, del verano y de un estilo de vida. El viento obedeció a la tradición, pero al verme claro de la costa me entró una mar cruzada del Sur que, de nuevo en aquel verano, borró mis expectativas de comodidad y de alta cocina. Me dispuse, pues, a hacer el último tramo en condiciones bastante miserables, tan sólo aliviadas por la imitada guasa sevillana y el recuerdo de las guiris palmoteando en cada sincronismo. ¡Se bambolea!
A pesar de la muy incómoda marejada, siendo ya finales de agosto el Mar de Liguria parecía un plano inclinado por el que rodaban hacia el Norte cientos de enormes motoras italianas y miles de veleros de todas las tallas. Todos me venían por babor y, además, yo navegaba puramente a vela y amurado a estribor, pero ya se sabe que el conocimiento de la Ley no implica el cumplimiento de la misma y que es mejor no fiarse ni de los ancestros, de modo que pasé un montón de horas en cubierta, recalentado por el sol, comiendo poco y mal y, quizás, bebiendo cerveza demasiado a menudo. Cuando empezó a caer la tarde ya estaba desengañado del ser humano en general y abrigaba una especial inquina hacia sus representantes ligures. En esas condiciones, consciente de estar perdiendo bajo el sol la dudosa tersura de mi pellejo y habiéndose agriado totalmente mi humor juvenil, las imágenes de aquellas vacaciones empezaron a perder su brillante tono de Kodachrome y comencé a verlo todo desde el temible punto de vista de lo que yo llamo “lucidez”. Recuerdo que en cierta ocasión estaba oyendo por la radio el testimonio de un oyente que había llamado a la emisora para contar que estaba muy mal. Su mujer lo había abandonado; había perdido el trabajo; no se encontraba bien de salud; tenía importantes deudas que no sabía cómo afrontar y, encima, había caído en una depresión que lo hacía estar muy triste pensando que la vida no valía la pena. Yo, que en aquellos momentos no es que estuviera como para tirar cohetes, me dije a mí mismo que aquel hombre no estaba deprimido ni enfermo. Simplemente tenía razón: su vida era una mierda. Lo que tenía no era una depresión sino un acceso de lucidez. He aquí, pensé aquel día, que la lucidez puede ser considerada como un estado patológico. Ese recuerdo hace que, a veces, no sepa distinguir entre los negros pensamientos y la negra realidad. O viceversa. La negra realidad, pues, viajando en alas de una especial lucidez y entrevista gracias a negros pensamientos, me hizo ver que había pasado mis vacaciones haciendo el ridículo a jornada completa. Casi inmediatamente se disparó el equipo de música que tengo entre los oídos, aquel que hacía cantar a Cafrune con la costa de Sicilia por babor, sonando en disco rallado un aria de opera llamada ‘vesti la giubba’: Actuar! ¡Mientras preso del delirio, no sé ya lo que digo ni lo que hago! Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate! ¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre? ¡Tú eres payaso! Ponte el traje y la cara enharina. La gente paga y aquí quiere reír, y si Arlequín te birla a Colombina, ¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán! http://www.youtube.com/watch?v=Ky271W94VHA Los desesperados intentos por seguir adherido a la vida de mi hijo me habían conducido a un mundo impropio. O tal vez me habían conducido al Mundo, sin más. Un lugar desconocido para un hombre como yo, casi un monje del mar, que no había visto más que putas, grúas y agua sucia durante la mayor parte de su vida. Y ahora ejercía de payaso. Y ahora estaba a punto de arriesgarme a perder la dignidad, enamorándome de una joven habitante de un planeta ajeno. Y, de pronto, vi como en una película la última escena de mi despedida de Elisabetta: ciao, Fedra, le decía mientras le tocaba una teta. Todo el glamoroso encanto de quienes se confiesan amistosamente ciertos deseos pasados y escondidos, se me vino abajo. Lo vi todo con los ojos de mi abuelo judío; aquel hombre sólido que repudió a su hija por haberse enamorado de un gentil. Me pareció que el cincuenta por ciento de mis antepasados me miraban amargamente desde el más allá mientras yo hacía equilibrios y bebía cerveza encima de un barquito de juguete. Mi padre no me miraría. Él pondría la vista en sus zapatos y negaría con la cabeza. Un gesto muy suyo que siempre tuvo la virtud de destrozarme. |
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#239
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Cita:
). Yo creo que nada de lo que se oye o lee deja de complicar o simplificar la vida. Todo, absolutamente todo, cala. Para bien o para mal. Otra cosa es que seamos conscientes de ello, pero queda ahí y es parte de nuestras circunstancias.Cita:
![]() ¡Por Dios Atlántida! Cualquiera que te oiga... soy completamente inocente. ![]() |
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#240
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¿Entiendo que algunos veis una actitud machista en Elisabetta?, yo no. Me parece una mujer fuerte y con ideas claras que se enamora de un hombre, independientemente de su edad, por su actitud ante la vida. Debo estar leyendo otro relato.
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#241
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Corcho..!! Un hilo con tomate y no tengo leida ni una palabra...me estare ablandando por causa del Espiritu Navideño y el Amor Universal Vegetariano. Siento no haber podido disentir, de lo que fuera o seriese.. pero disentir ..
Chuss
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..la lontananza sai
é come il vento che fa dimenticare chi non s'ama.. spegne i fuochi piccoli, ma accende quelli grandi Editado por malamar en 06-01-2010 a las 13:46. |
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#242
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Cita:
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| Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a Atlántida | ||
malamar (15-01-2010) | ||
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#243
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Y burla burlando, como dijo el del soneto, hemos llegado casi al final del relato. Veo con sorpresa que se han acumulado en mi PC 37 páginas de Times New Roman a tamaño 12. Nunca había escrito nada tan largo. Y no sé si volveré a hacerlo. A veces me he sentido como una especie de artesano, puliendo pequeñas piezas para ensamblarlas luego en una máquina o en un mosaico, sin tener la conciencia clara de que estaba vaciando rincones de mi intimidad que hacía largo tiempo que no visitaba.
A través de vuestras intervenciones he notado que, a pesar de que mis ojos ven en esta trama multitud de hilos, el interés general se centra principalmente en el gran juego del amor entre un hombre y una mujer. El tema eterno en el que concurre la pasión ciega, la abnegación absoluta, la posesión infame, la alegría más intensa y el dolor más triste. Pero yo, tal como confesé al inicio del verano, tengo cauterizada desde hace mucho esa región del organismo, ese lugar que recuerdo que palpitaba entre el esófago, el estómago y el corazón; siempre ansioso de algo etéreo como el aire, pero que el aire de los suspiros no conseguía llenar. Puedo identificar las señales de la nostalgia, del deseo y de la ilusión, pero me llegan ya como a través de algún tipo de prótesis que sustituye el tierno tejido vivo en el que, antaño, estas emociones provocaban heridas profundas o deleites intensos. No creo tener nada más que decir sobre el amor. Miro, con cierto aturdimiento, desde la altura del tiempo hacia la estela de mi vida, y observo cuán rápidamente se diluye la espuma de mis días en la oscilación caótica -¡como la mar de este verano!- de mi memoria. Ya no puedo recordar, si cierro los ojos, la cara de mis padres ni la de mi esposa. Poco a poco se irán desfigurando también los recuerdos precisos de este viaje por el Tirreno. Suerte que he escrito esto y que tal vez el azul del blue grotto de Comino, el cañón cósmico de Pantelleria, el estruendo de Maesano o la presencia imponente del Etna no acaben desintegrados junto a las canciones griegas que, bajo la Vía Láctea, vibraron en una atmósfera de romero y la luz de Lípari en aquella mañana gloriosa, que ya empieza a ser remota. Acabé mi viaje en un puerto francés del Golfo de León. Hice una maniobra de atraque lamentable bajo la mirada autosuficiente de un broker jovencísimo que me trató con la irónica delicadeza que suele reservarse para los plantadores de patatas. Llené un coche alquilado con mis cosas y me fui sin mirar atrás. Noté en el bolsillo el papel en el que Adèle me había escrito su dirección: una calle de Bagnères de Luchon. Pensé que necesitaría reflexionar un poco antes de decidir si iría a verla. Y creo que este podría muy bien ser el FIN. |
| 5 Cofrades agradecieron a Tahleb este mensaje: | ||
Atlántida (11-01-2010), Bob (11-01-2010), desvelada (13-01-2010), Gota (14-01-2010), SAGHARBOUR (18-01-2010) | ||
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#244
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Un final... ¿a la carta?.
![]() ![]() ![]() Esperemos que pronto escribas otro relato. ![]() |
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#245
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Gracias por estos momentos tan fantásticos.
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#246
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Un final al estilo película americana taquillera, queda el asunto preparado para: PERMITIDME UNA CONFESION II y PERMITIDME UNA CONFESION III y, a juzgar por el número de lecturas del hilo, creo que seremos muchos los que esperaremos impacientes la continuación.
Gracias poe éste magnifico derrotero!!! ![]() ![]() |
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#247
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Señoras.....
en fin.Xaval eres 1 krac.
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Vermouth para todos Jose Manuel MMSI 224139420http://weatheriberia.blogspot.com/ |
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#248
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Me ha encantado el relato... el final, pues eso, abierto.... cada cual que elucubre... y esa misma posibilidad de especulación permite una eventual continuación de la historia.... gracias Tahleb!!
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() salud!!! |
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#249
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Apreciado Tahleb,
Deseo que este relato haya sido el esbozo de la novela que algún día escribirás y que espero nos des a conocer. Me ha encantado viajar con tus palabras. Mil gracias. (y si no es el fin, mil gracias también) |
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#250
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Muchas gracias, chicos y chicas!
La verdad es que ha estado bien. Nunca antes había escrito algo así y me ha producido sensaciones completamente desconocidas. Los personajes cobraron vida de pronto y empezaron a hacer cosas sorprendentes por su cuenta. Lo malo es que he empezado a soñar con Claire. Y a fumar toscanellis. Y que siento una añoranza absolutamente real. ¿Será que no me lo he inventado todo? ![]() El final no es tan abierto como parece (mirad las dos últimas línea del mensaje 113) aunque es cierto que mientras Tahleb siga vivo pueden pasarle más cosas. Ya veremos! ![]() Editado por Tahleb en 13-01-2010 a las 10:23. |
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