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VHF: Canal 77 |
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#1
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Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Propongo un post de leyendas marineras.
Estaba hojeando el curso de navegacion de Glenans y en el capítulo de "zarpar en crucero" he leido esta leyenda ... Según una antigua leyenda malaya, el primer ser humano que dominó el mar fue un niño abandonado. Embarcado en un nido de bambú que le prestó un pato salvaje, tuvo que luchar contra los Siete Tormentos del Mar: el hambre, la sed, la soledad, la autocompasión, la pena, el miedo y la esperanza. La leyenda cuenta que logró pasar los seis primeros, pero fracasó en el séptimo, por ese motivo la esperanza está ensartada en el corazón de los hombres. Más leyendas ... |
#2
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Que buena idea has tenido al sugerir este tema, es muy màgica
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gracy "El lujo es vulgaridad, dijo, y me conquistò. De esa miel no comen las hormigas" |
#3
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Para mis paisanos y para los que habeis fondeado allí alguna vez, Portals Vells.
Sobre las cuevas de Portals Vells, que llevan el nombre "Mare de Deu", existe una hermosa leyenda. A mediados del siglo XV un velero que navegaba hacia la costa de la península española fue sorprendido por un horrible huracán. La tormenta rasgó las velas y unas olas gigantescas rompieron el armazón de madera y los mástiles del barco. En extremo peligro de muerte, el capitán y su tripulación realizaron el siguiente juramento: si se salvaban alcanzando la costa vivos e ilesos le construirían un lugar honorífico a la estatua de la Virgen María que llevaban en su barco en el sitio allí donde llegasen a tierra. Efectivamente, la tormenta amainó y sus últimas ráfagas llevaron al barco al pequeño puerto natural de Portals Vells, donde los supervivientes descubrieron varias cuevas. En una de ellas colocaron su estatua, tallaron un altar en la piedra arenisca y cubrieron las paredes de la cueva con inscripciones y dibujos piadosos. Al principio eran sólo los pescadores quienes adoraban a esta imagen, aunque las cuevas se convirtieron más tarde en lugar de peregrinación para los habitantes de Calviá y comarcas circundantes. Cuando en el siglo XVIII se desplomó una enorme roca del techo de la cueva se trasladó la estatua primero a la iglesia de Calviá y más tarde a la de Portals Vells, donde se encuentra actualmente. Lo que sí permanece son las inscripciones, los dibujos y la maravillosa vista desde la cueva sobre la pintoresca bahía de Portals Vells. |
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teteluis (09-01-2014) |
#4
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Cita:
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#5
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Más, por favor.
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Las Islas Canarias son siete...y sin embargo, se busca una octava isla. Se trata de la isla fantasma, la isla misteriosa, la isla de San Borondón. San Borondón es la forma canaria de Saint Brendan o Saint Brandan de Clonfert (480-576 d.C), monje irlandés, protagonista de una de las leyendas más famosas de la cultura celta: el viaje de San Brendano o Brandanos a la Tierra Prometida de los Bienaventurados, las islas de la Felicidad y la Fortuna.......
A la izquierda del mapa podemos observar la Isla de San Borondón Según el poema irlandés, Brendan era un monje de Tralee, en el condado irlandés de Kerry. Ordenado sacerdote en el año 512 d.C., partió junto con otros 14 monjes en una frágil embarcación que se internó en el Atlántico. La leyenda recoge el relato de sus aventuras, cómo recogieron a otros 3 monjes más a lo largo de su viaje, sus encuentros con demonios que vomitaban fuego, con columnas de cristal flotante, con monstruosas criaturas tan grandes como islas. Brendan y sus compañeros llegaron a una isla, en la que desembarcaron. Estaba llena de árboles y otros tipos de vegetación. Celebraron misa, y de pronto la isla comenzó a moverse. Se trataba de una gigantesca criatura marina, sobre cuyo lomo se encontraban los monjes. Después de muchas peripecias, Brendan consiguió regresar a Irlanda. Muchos se basan en esta leyenda para afirmar que marinos irlandeses debieron alcanzar, posiblemente, las costas de Norteamérica o de Terranova, así como de Islandia y otras islas del Atántico Norte, en la Alta Edad Media. Lo cierto es que desde el siglo XV, a lo largo del cual las Islas Canarias son conquistadas, comienzan a oirse los relatos de una octava isla, que a veces se divisaba al oeste de La Palma, El Hierro y la Gomera. Cuando los navegantes intentaban aproximarse a ella, y se encontraban a la vista de sus costas montañas y valles, la isla era envuelta por la bruma y desaparecía completamente. Evidentemente, la isla fue rápidamente identificada con la mítica isla-ballena de San Brendan, cuyo nombre se convirtió, en Canarias, en "San Borondón". Se creyó a pies juntillas en su existencia, y no faltaron relatos detallados de algún que otro navegante que juraba haber desembarcado en la isla y haberla explorado antes de que volviera a hundirse en el Océano. En algún tratado internacional firmado con el Reino de Castilla, haciendo referencia a Canarias, se hablaba de la soberanía castellana sobre "las islas de Canarias descubiertas y por descubrir"; ciudades que se suponían fundadas por siete legendarios obispos. En los archivos del siglo XVIII aparecen investigaciones oficiales realizadas por las autoridades de las Isla del Hierro, en la que declaran decenas de testigos que afirman haber visto la isla encantada desde la cumbres herreñas. A raíz de ello partió de Santa Cruz de Tenerife una expedición en busca de la isla. Resulta asombrosa la tenacidad con la que la leyenda ha seguido viva en el folkore popular canario. San Borondón sigue siendo una presencia constante en la imaginación popular de las islas, y seguramente no hay isleño de Tenerife, La Palma, la Gomera o el Hierro que no haya oteado alguna vez desde las cumbres de su propia isla, buscando la isla perdida de San Borondón en el horizonte del oeste donde el sol se hunde en el azul cobalto del Atántico..... Resuenen los tambores guanches Saludosque la isla misteriosa se divisa entre las olas; dibujándose en la bruma como si fuera una reina con su cortejo de espuma... Andrés
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teteluis (09-01-2014) |
#7
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Cita:
Gracias Gerret... Una corriente de brisa marina es este hilo, perfecta para sobrellevar el final de una semana currando y corriendo Me ha gustado esto de Los 7 Tormentos del Mar, 3 de ellos especialmente tormentosos (autocompasión, miedo y esperanza) Aaaainss... Me gustaría poder aportar también alguna leyenda ...
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http://www.hellocarro.com/indexpuertos.htm |
#8
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
C*ño Gerret, bonito tema sacas, leyendas hay tantas.... tantas.... que elegir una me sería dificilísimo, pero como tengo el día nostágico a raiz de un hilo de Arrantzalea en el que Jack Sparrow me ha hecho recordar tiempos de mi niñez y como no podía ser menos esta es una leyenda de mi tierra, la leyeda del Ratón de Guetaria He buscado una fotito para que lo veas, tantas veces fuí de niño a aquella bahía a pescar con un viejo bote..... tantas noches en los barcos de los viejos pescadores.... , pues te cuento:
Dice una leyenda que en Getaria vivía un joven pescador de robusta belleza e ilimitada bondad llamado Queta, cuyo corazón disputaban dos fogosas damas, las señoras de Itegui y Alsacarte. El garzón, halagado pero vencido por su natural timidez, apenas respondía a las lisonjas de una u otra, lo que sembró el desconcierto primero y despertó las iras después de las pretendientes, que terminaron por acusarse mutuamente del fracaso de su común empresa amatoria. Esto duró hasta una tarde en que Queta, de paseo por una llanada de la ladera de Golindo (la hoy denominada Palestra de las Damas), encontró a las dos mujeres batiéndose cruelmente a golpes y zaleos, rabiosas y frustradas como sólo los amantes sin correspondencia llegan a envilecerse. (Monte San Antón, conocido popularmente como ratón de Getaria. Es la estampa típica de Getaria. En realidad es una Isla ya que está unido artificialmente al pueblo de Getaria.) El bueno de Queta, horrorizado en su sensibilidad y confundido el entendimiento, no pudo soportar la culpa de tan violenta discordia y pidió a los cielos que lo convirtieran en piedra. Su rogativa fue atendida, y en ese mismo instante emergió de las entrañas del mar una isla arenisca de imponente cuerpo alomado semejante a un ratón gacho, cerrando la ensenada de Getaria: este es el origen del monte San Antón. Demudadas de vergüenza y, a desesperadas sabiendas de que el objeto de sus desvelos había escapado de la condición humana para convertirse en parte física del paisaje getariarra hasta el fin de los tiempos, las galantes Itegui y Alsacarte imploraron entre gritos y lágrimas sufrir la misma suerte: escuchadas por las potentes deíficas, hoy descansan como brazos de piedra en las denominadas Punta Altzokoarri y Punta Iteko, próximas pero distantes y con la mirada eternamente puesta en el amado Queta. Un Saludo y buen finde Pirata |
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teteluis (09-01-2014) |
#9
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Cita:
Muy bonito Atarip Que envidia de las leyendas del Norte
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Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. |
#10
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
El origen del camalote
Dicen que antes, en el Río Paraná, no existían los camalotes. Que la tierra era tierra, el agua, agua y las islas, islas. Antes, cuando no habían llegado los españoles y en las orillas del río vivían los guaraníes. Fue en 1526 cuando los hombre de Diego García remontaron lentamente primero el Mar Dulce y después el Paraná, pardo e inquieto como un animal salvaje, a bordo de una carabela y un patache. El jefe llegaba como Gobernador del río de Solís, pero al llegar a la desembocadura del Carcarañá se encontró con que el cargo ya estaba ocupado por otro marino al servicio de España, Sebastián Gaboto. Durante días discutieron los comandantes en el fuerte Sancti Spiritu, mientras las tropas aprovechaban el entredicho para acostumbrar de nuevo el cuerpo a la tierra firme y recuperar algunas alegrías. Exploraron los alrededores y aprovecharon la hospitalidad guaraní. Así fue que una joven india se enamoró de un soldado de García. Durante el verano, mientras García y Gaboto abandonaron el fuerte rumbo al interior, ellos se amaron. Que uno no comprendiera el idioma del otro no fue un obstáculo, más bien contribuyó al amor, porque todo era risa y deseo. Nadaron juntos en el río, ella le enseñó la selva y él el bergantín anclado en la costa; él probó el abatí (maíz en guaraní), el chipá (pancitos elaborados con pancitos de mandioca), las calabazas; ella el amor diferente de un extranjero. Mientras tanto, las relaciones entre los españoles y los guaraníes se iban desbarrancando. Los indios los habían provisto, los habían ayudado a descargar los barcos y habían trabajado para ellos en la fragua, todo a cambio de hachas de hierro y algunas otras piezas. Pero los blancos no demostraron saber cumplir los pactos, y humillaron con malos tratos a quienes los habían ayudado a sobrevivir. Hasta que los indios se cansaron de tener huéspedes tan soberbios y una noche incendiaron el fuerte. Los pocos españoles que sobrevivieron se refugiaron en los barcos, donde esperarían el regreso de Gaboto y García. Después del incendio, el amor entre el soldado y la india se volvió más difícil, más escondido y más triste. Todos los días, en sus citas secretas, ella intentaba retenerlo con sus caricias y sus regalos y, sin embargo, no conseguía más que pulir su recelo. Hasta que llegaron los jefes, se encontraron con la tierra arrasada y decidieron volver a España por donde habían venido. Las semanas de los preparativos fueron muy tristes para la muchacha guaraní, que andaba todo el día por la orilla, medio oculta entre los sauces, esperando ver a su amante aunque sea un momento. Y, como no hubo despedida, la partida en cierto modo la tomó de sorpresa. Una mañana apenas nublada, cuando llegó hasta el río, vio que los barcos se alejaban. Los miró enfilar hacia el canal profundo y luego navegar, siempre hacia abajo, con sus mástiles enhiestos y sus estandartes al viento. Después de un rato eran ya tan chiquitos que parecía imposible que se llevaran tanto... Y, enseguida, el primer recodo se los tragó. Durante días y días la india lloró sola el abandono: hubiera querido tener una canoa, las alas de una garza, cualquier medio que le permitiera alejarse por el agua, más allá de los verdes bañados de enfrente, llegar allí donde le habían contado que el Paraná se hace tan ancho y tan profundo, para seguir la estela de los barcos y acompañar al culpable de su pena. Todos sus pensamientos los escucharon los porás (espíritus invisibles vinculados con los animales y las plantas, que pululaban por los ríos y los montes) de la costa, que se los contaron a Tupá (dios de las aguas, lluvia y granizo) y su esposa, dioses del agua. Y una tarde ellos cumplieron su deseo y la convirtieron en camalote. Por fin se alejaba de la orilla, por fin flotaba en el agua fresca y oscura río abajo, como una verde balsa gigantesca, arrastrando consigo troncos, plantas y animales, dando albergue a todos los expulsados de la costa, los eternos viajeros del río. |
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#11
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Re: Leyendas. Los siete tormentos del mar.
Muy bonitas cofrades.
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