El BAHIA LAS ISLAS en su vuelta por el mundo

[kaia]

REPUBLICA DOMINICANA PARON OBLIGADO

Esta crónica poco tiene que ver con navegaciones y aventuras de las que habitualmente estoy acostumbrado, porque motivos burocráticos me obligan a regresar a España una temporadita y el Bahía las Islas ha de permanecer criando algas en Boca Chica.
De todas formas, este obligado parón está sirviendo para ahondar un poco más profundamente de lo que es habitual en mi, en la idiosincrasia dominicana,
Primero de la mano del cofrade Ophiuchus y su almiranta Claudia, que como ya expuse, desinteresadamente me acompañó en mi última etapa y posteriormente me han abierto las puertas de su casa y han acogido, como uno más de la familia, a Rufino, por el tiempo que permanezca fuera del país; a quienes, desde aquí doy encarecidamente las gracias y animo en llevar a buen termino ese proyecto de navegación, siguiendo la ruta de colonización de los indios arahuacos

Claudia, Dan y Rufino (recien llegado de la peluquería)

También por estos pagos he coincidido con una pareja de grandes navegantes dominicanos, Orestes y Zoa, a quienes conocí en Barcelona en el 2006 mientras completaban su singladura desde Australia a República dominicana, en su catamarán Mi Locura y que a través de email hemos cultivado una muy buena amistad y a quienes trato que se sumen a la Taberna para que nos cuenten sus experiencias a lo largo de medio mundo.

No he de olvidar a una extraordinaria pareja de regatistas, Tony y Lisa, él dominicano y ella sueca, con quienes estoy muy en contacto, ayudándome en todo lo que esta en su mano, e invitándome a conocer el mundillo de las regatas dominicanas, de las que he quedado muy sorprendido y sobre las que comentaré más adelante.

Lisa y Tony

La marina Zar-Par de Boca Chica, donde me hayo, es una pequeña marina de reciente construcción, que sigue creciendo y con unos servicios aceptables. Se encuentra protegida por un arrecife natural de fácil acceso y situada a unos 20 kms de Santo Domingo.
Con el cofrade Ophiuchus he conocido la segunda ciudad del país, Santiago, donde reside. Una ciudad que a vista de pájaro sorprende por la gran cantidad de vegetación que alberga, se mire donde se mire.

Santiago, vista desde el monumento a los héroes de la Resistencia

También he tenido la oportunidad de visitar donde vive y se relaciona la alta burguesía dominicana, el complejo residencial de Casa de Campo no lejos de La Romana, en el sur de la isla.
Un sorprendente lugar de lujosas villas, repartidas entre campos de golf y junto al mar, una marina a la altura de las mejores europeas, en la que pueden verse amarradas las más variopintas embarcaciones a motor de alta gama, junto a los que no es extraño observar un buen abanico de vehículos no menos pretenciosos, Ferrari, Bentley, Maseratti, etc.

Marina Casa de Campo

Esta es la otra cara del Caribe, de la que generalmente no estoy muy acostumbrado a visitar.
Y como en esta vida es bueno conocer de todo, también he tenido la oportunidad de participar en una de sus regatas, invitado por Tony, personaje como decía particular, con una gran experiencia como regatista de alto nivel en otros tiempos, por Estados Unidos y Puerto Rico y que con una gran familiaridad me hablaba de Russell Curts, Paul Cayard y algunos otros nombres que siempre me han sonado, como dioses del Olimpo de la vela.

Nos dirigimos al campo de regatas, Las proeles

En fin, un fin de semana de regatas, en el que pude comprobar el nivel competitivo de una flota, que sin ser numerosa, mantiene unas unidades equipadas al más alto nivel. Por ejemplo, en España no creo que se vean muchos First 36.7 con velas 3DL de carbono.

También pude ampliar mis conocimientos culinarios del buen hacer de Tony, preparando un exquisito sushi a bordo.

Elaboración del sushi a bordo

En estos últimos días, por ahora en la República Dominicana, son momentos de dejar todo listo a bordo del Bahía para la larga ibernación de dos meses, reforzar amarras, bolsa cobertora en la hélice, cierre de grifos de fondo, taza del baño con agua dulce y unas gotitas de lejía, estiba y tricado de la neumática en cubierta y todo cerrado a cal y canto,
Además, el encargo a uno de los muchos trabajadores en la marina, para que un par de días a la semana se ocupe de mantener limpio el barco, de las cenizas que habitualmente llegan tras la quema de la caña azucarera en el ingenio de San pedro de Macorí.

Amanecer en la marina

A primeros de verano, comenzará una nueva etapa en la que arrumbaremos al sur, poniendo mar por medio ante la proximidad de la época de huracanes en el Caribe.
Si todo discurre como está previsto, para esta nueva etapa me acompañarán los cofrades Urtzi y El Temido II y recorreremos Las Aves y Roques, retornando a lo que considero mi particular paraíso venezolano.

Hasta pronto