Relatos que impresionan
Vuelvo a leer estos dias un libro de Pipe Sarmiento que va intercalando su propio relato con los de los protagonistas de grandes regatas oceánicas. Cuando lo leí, algunos párrafos me impresionaron. Me gustaría compartirlos con los cofrades, aunque ahora por aqui en nuestras costas no hay ni icebergs, ni olas de 15 metros. Que los disfruteis.
TABARLY EN LA OSTAR DEL 76
".. Durante toda la noche el viento sopla a 50 nudos y la mar se vuelve muy dura. El barco comienza a dar unos pantocazos tremendos. Pienso, con alivio, que he reforzado el casco por la proa y que no tengo nada que temer. Sin embargo el piloto automático sufre muchísimo y funciona mal y bruscamente. me temo que con las sacudidas, la regulación de éste sufra considerablemente. Como estaba seguro de que con esta mar tan dura el Pen Duick no podría navegar con la caña amarrada, me he pasado casi toda la noche al timón aguantando los constantes salpicones. Al poco rato me he encontrado empapado, y al ser el tiempo tan frío, de vez en cuando debo entrar en la cabina para recuperarme. Al amanecer el viento sopla a 60 nudos y debo emplear todas mis energías para arriar la vela mayor. Por la mañana descubro que la hélice del generador se ha perdido y esto hará que el piloto no funcione por falta de corriente. Mi situación no es halagüeña. Estoy agotado por las maniobras de ayer noche y de hoy, además de por las horas que me he pasado al timón. Encima me he pasado la noche sin dormir. Estoy mojado, helado, moralmente descorazonado. Estoy volviendo a ver todo lo que sufrí en la regata de 1964 cuando se me rompió el piloto automático. Pienso que sólo llevo cuatro dias de regata y que el camino por recorrer es muy largo. Dudo que pueda llegar sin piloto. ¿Qué hago? ¿Abandono? ¿No abandono? La verdad es que me da rabia; los pilotos automáticos me la tienen jurada. Después del 64, el 68 tuve que abandonar por no poder reparar el maldito piloto. Dejo acuartelada la trinqueta y a 60º del viento aparente sigo andando seis nudos, pero ya con rumbo sureste. He abandonado prácticamente la regata. Esta noche me voy a dormir sin poner el despertador. Por la mañana me encuentro nuevo y decido seguir por el norte..."
Mas tarde escribía:
"...Avanzo por una mar extremadamente dura. Después de cada cresta hay un seno abrupto en el que el barco cae como en el vacío. El Pen Duick recibe unos golpes increibles. Tal es su violencia, que uno de ellos se me quedará grabado en la memoria. Todos los trastos de la cocina saltan de los cajones, cosa que nunca había sucedido; ni siquiera en los peores momentos de la Vuelta al Mundo. Algunas de las cuñas que sujetan el palo han saltado por los aires. El mamparo donde guardo las herramientas se ha movido debido al peso de las mismas..."
|