Regatas Donde hay un deseo, hay un camino. Oliva.

[magopepo]

Hola, amigos, muy buenas.

Muchas gracias a todos por vuestros amables comentarios.

Os cuento un poco como fue la cosa.

El sábado, o sea, la víspera de la regata, echamos un día extraordinario en casa, de los buenos de verdad, que no en vano a Txema le quería yo bien motivado al día siguiente. Si aparece por aquí, y le apetece, ya lo contará él. Hay algunas fotos espectaculares, de anuncio de Heineken, bebiéndonos unas cuantas en la balsa de riego, recién llenada con el agua pura y fresquita del pozo, con un mar de naranjos delante, otras de una caldereta en la que fueron lidiadas y convenientemente degustadas ocho langostas, ocho, algunas más viendo la retransmisión de la sexta regata de la Luis Vuitton, gin-tonic en mano con el amigo Nacho Braqueais comentando cada detalle, che, ya os digo, un gran día. Pero vaya, insisto, ese no es el tema.

Tras un último repaso al barco y a la barra del Náutico de Oliva, nos acostábamos a eso de las dos, con un cierto nerviosismo en el cuerpo, con la sensación esa previa a las grandes ocasiones. De alguna manera me recordaba mucho la noche de antes de las maratones, especialmente me recordaba la víspera de mi primera maratón, febrero 2002, también precedida en un día impresionante con amigos. Hasta que se demuestre lo contrario, la mejor forma de alejar nervios y tensiones.

Los objetivos estaban más que claros. A saber, y por ese orden:

1.- Tomar la salida. Implica hacerse el ánimo, supone haber estado las dos semanas precedentes preparando el barco, arreglando cositas, mejorando otras, viendo a ver qué le sobra, qué le falta. Pero, sobre todo, quiere decir que has sido capaz de superar incertidumbres, miedos, dudas y te has preparado, mejor o peor, pero preparado al fin y al cabo y te has presentado ahí, a ver que pasa. Sí, aunque parezca una chorrada, una gilipollez (con perdón), cuando digo que el primer objetivo era simplemente salir, no puedo estar hablando más en serio.

2.- Llegar. Poco comentario más necesita.

3.- Llegar a tiempo para la comida. Obvio.

4.- De poder ser, no llegar los últimos. No es que fuese decisivo, al final en el fondo eso me daba más o menos igual, pero bueno, en casa venía habiendo un cierto cachondeo con los nanos, "papá, vas a llegar el último seguro, ja, ja", "¿pero dónde vas tú con tu barco a una regata?" y cosas así y, hombre, si podíamos esquivar el parchís que entregan al último, mejor que mejor.

Que, al final, se resumirían en uno solo, disfrutar y ser felices.

El domingo nos presentamos en el Náutico con tiempo más que de sobra, pero la carne es débil y directamente nos hicimos presentes en la cafetería, en su terraza, donde Juan, el Presidente y Juan, el Contramaestre, iban entregando una hojita con el recorrido, coordenadas de las balizas y rumbos, a modo de reunión de patrones de andar por casa. Y, claro, nos liamos a almorzar. Y se nos echó el tiempo encima. Llegamos al barco con el tiempo justito, la mayoría ya habían salido. Maniobra de spi sin montar, los putos guantes que no aparecen, las velas de proa sin montar (al final montamos el foque dejando el génova ya engarruchado entre el puño de amura y el primer garrucho del foque). Total, que salimos de puerto ya con un cierto estress. Pero vaya, salimos todavía con tiempo suficiente. Sin margen, sin colchón, pero suficiente para llegar al barco comité y saborear intensamente esos preciosos, impagables, cinco minutos del procedimiento de salida.

Sí, sí, que te crees tu eso, chaval.

Quince nudos de levante puro y duro, con respetables olas, ¿de un metro? Ni tiempo de sentir que estamos fuera y prácticamente al lado de la bocana, con el faro verde por el través, el puto motor que se para. Sin arrancada ninguna, abatiendo contra la cercana y amenazante escollera, izamos foque y muy poco a poco vamos alejándonos de todo, de las piedras, sí, pero al tiempo también de la linea de salida. Mientras me peleo con la mayor, que se niega a subir con el viento por el través, vamos oyendo por la radio todo el procedimiento de salida, cinco, cuatro, uno, poco a poco vamos ganando algo de barlovento que nos permite coger distancia del peligro, aproarnos, veinte segundos, la mayor arriba, por fin, cinco, cuatro, tres, dos, uno, pummmmm, y nosotros en Casa Cristo, extenuados del esfuerzo, la tensión nerviosa, de todo, poco a poco ponemos rumbo a la linea de salida. Nueve minutos después de los primeros, por fin, pasamos la linea muy cerquita del barco comité para que Mar (que iba a bordo por gentileza de la organización, gracias de nuevo) nos haga una de esas fotos para el recuerdo.

A partir de ahí ya nos relajamos y nos pusimos a hacer lo que habíamos ido a hacer, navegar y disfrutar. Con foque y toda su mayor el barco va sorprendentemente bien para la mar que hay formada. Pasamos las olas muy a gusto, no escoramos en exceso, ni mucho menos, de hecho en un momento dado en que me planteo salir a la banda Txema me quita la idea de la cabeza, no hace falta, como vamos el barco va de lujo. Pedazo de foque, sí señor. A los últimos les vamos recortando poco a poco, hacemos mejor ángulo que algunos, no se nos van demasiado. Pero, claro, cuando se es tan chiquitín no se pueden dar diez minutos de ventaja, la primera baliza la doblamos últimos.

El segundo tramo es un través. Soplan dieciseis, diecisiete nudos de aparente y cometemos un error, uno más, será por errores. Pese a llevar el génova engarruchado, pese a que habíamos previsto izarlo tan pronto doblaramos la baliza, dudamos, con el foque vamos bien, igual no es buena decisión, no, sí, sí, no.... Más de la mitad del tramo con foque arriba, hasta que al final decidimos que sí estaba para génova. Izarlo y pasar de 4,5-4,7 nudos a 5,7-5,9 todo uno. Mierda, qué lindo tiempo hemos regalado de nuevo.

Siguiente baliza y afrontamos el último tramo, una popa cerradita. De nuevo las dudas, ahora de si izar spi o no. Acertadamente decidimos que no. Que con el genovón vamos de lujo, que no está claro lo del spi, que si los de delante no lo han izado, por algo será, que la playa está muy cerquita, a sotavento, con un abatimiento a considerar, que por hoy ya está bien de emociones fuertes, que no hemos navegado nunca juntos con esa vela, que ni la conocemos a ella, ni sus límites, ni na de na, que no, joder, que no, que la foto con el spi ya nos la hará Mar otro día.

Cruzamos la linea en 1h.35 de tiempo real. Por detrás nuestro un barco que, sin embargo, no sale en la clasificación, pese a venir claramente en la regata. Terceros por la cola en tiempo compensado, con un rating "a ojo", estimado, de algún Muscadet que andaba por ahí el año pasado, de 813. Es lo de menos.

Los objetivos, cumplidos. Eso sí, el primero, el de salir, a duras penas, a trancas y barrancas. El resto, perfectamente. Especialmente el de disfrutar y ser felices. Cuarenta y cuatro años después el barco ha vuelto a sentirse un barco de regatas. Sólo por eso ya ha valido la pena.

GRACIAS, en mayúsculas, a Txema. Y a la Organización. Mejor no nos han podido tratar en Oliva durante todo el fin de semana. Y a vosotros, obviamente, por los ánimos recibidos, por los SMS, los emails, los privados, che, por todo el apoyo.

Volviendo a Denia, tras la comida y entrega de premios, mis sensaciones volvían a parecerse mucho a las de la primera maratón, el premio es grandioso y tengo mucho, pero mucho mucho margen de mejora.

La próxima vez el "Magopepo" tendrá su propio certificado de rating, su tripulación almorzará rapidito y con todo previamente organizado y listo a bordo, habrá entrenado con todas sus velas y las conocerá más y mejor. Y, si Dios quiere, no dará diez minutos, ni ninguno, de ventaja. Con todo eso es probable que mejoremos algo los resultados, la clasificación. Pero, que seamos más felices de lo que fuimos el domingo, eso lo dudo.

La primera vez, se quiera o no, es mucha primera vez.

Ilusionados saludos.

P.C. I: las fotos, si tengo un rato, os las cuelgo mañana o pasado, que ahora no son horas.

P.C. II: Del puto motor, si os parece, ni palabra. No se lo merece.