Travesías Cruzar el Atlántico. Mediterráneo y Caribe en 3 meses.

[Xiraba]

Esta es una "breve" narración de un viaje realizado por 3 navegantes con más y menos experiencia en un viejo velero de aluminio de 10.2 metros de eslora. Está repleto de obviedades no tan obvias para gente que, como nosotros, no lleva mucho tiempo navegando y tiene ganas de cruzar.

El viaje comenzó en Castellón, en el puerto de Burriana el 1 de noviembre de 2014 y terminó en Martinica el 23 de enero del 2015. El plan era bastante sencillo. Grosso modo:

travesía 1: Borriana (noviembre) - Gibraltar (4-6 días)

travesía 2: Gibraltar - Lanzarote (5-7 días)

travesía 3: Lanzarote - "Caribe" (mediados de diciembre) (25-30 días)

La idea era hacer la travesía en 2 meses y disfrutar del Caribe hasta el día del vuelo de vuelta.


Antes de la salida, durante el mes de octubre, la meteo que veíamos un día tras otro en los mapas nos pareció muy buena, con vientos del levante en el Mediterráneo, anticiclón en las Azores y buen viento del norte soplando desde Portugal hasta Las Palmas y Alisios desde Las Palmas hasta el Caribe.

Burriana - Cartagena (1-3 de noviembre, 200 millas)

Con el uno de noviembre, la fecha prevista para la salida, la meteo cambió para mal. La predicciones pasaron a ser mucho peores con las primeras borrascas de la temporada azotando la costa Atlántica y el tiempo para el Mediterráneo se presentaba turbio. El plan inicial era el de tirar hasta Gibraltar sin escalas, pero, debido a que las predicciones nos daban un margen de solamente dos días y medio de vientos favorables seguidos de días de vientos muy fuertes de poniente, pusimos rumbo a cabo de Palos y después a Cartagena, a donde llegamos al amanecer del día 3 de noviembre, 10 horas antes de que se pusiera a soplar fuerte del oeste.

En Cartagena no nos quedó más remedio que esperar con paciencia a que pasara lo más gordo del temporal de viento. Bonita ciudad cargada de historia y un puerto acogedor. Llegamos a medir desde la bañera rachas muy fuertes de más de 30 nudos en puerto con un anemómetro manual (el barco no tenía equipo de viento).

Cartagena - Benalmádena (5-7 de noviembre, 200 millas)

El día 5 de noviembre el parte da una pequeña tregua que aprovechamos para llegar a Benalmádena (200 millas). Buen viento del través hasta cabo de Gata, y de proa intenso después y durante el resto de la singladura. La famosa ola corta del Mediterráneo viene a hacernos compañía justo de proa, por donde, por supuesto, también nos pega el viento. La navegación se hace muy incómoda y lenta por lo que metemos motor para intentar llegar al destino cuanto antes. El viento no es fuerte, pero las rachas lo son y mucho, y avanzamos a 2-3 nudos cabreados y de mala manera. Los pantocazos son grandes y continuos, como los rociones, y nos cuesta horrores dejar atrás el paisaje que se ve a estribor. La película se convierte en lenta, aburrida y pesada, y para colmo rompemos un rizo en no muy buen estado y le hacemos un siete a la mayor a la altura del tercer rizo (al romperse el rizo, la vela tracciona de los cabitos no elásticos que recogen el sobrante de tela en la botavara y se rompe). El tiempo es frío. "Estamos casi en África y hace más frío que en Vitoria". Soñamos con dejar atrás Gibraltar, pero sobre todo soñamos con la ola ancha del Atlántico y el viento constante de aleta que nos espera.

Llegamos a Benalmádena el día 7 de noviembre en temporada baja. Justo antes que nosotros han llegado otros 3 barcos extranjeros y coincidimos todas las tripulación en los minúsculos servicios del puerto con la sería intención de realizarle una exhaustiva y tenebrosa prueba de estrés al ancho de banda de los desagües. Nos toca tercero, cuarto y quinto en la cola, pero los dramáticos rebufos de un australiano desde el otro lado de la puerta del WC hace que abandonemos prematuramente el diminuto habitáculo antes de que la acumulación del metano pudiera llegar a niveles explosivos.

Arrastramos un problema en el alternador desde Cartagena que hace que las baterías solamente se mantengan con una pequeña placa solar de 60W. Lo descubrimos una mañana a 50 millas de Cartagena cuando el motor no quiso arrancar al haberse quedado las baterías sin carga (batería de arranque sin desconectar... lo que faltaba). En Benalmádena cambiamos el alternador por uno barato que encontramos en internet, pero la cosa seguía sin funcionar porque el problema, al final... era eléctrico. Mala suerte, novatos.

Benalmádena - Tánger (9-10 de noviembre, 90 millas)

En Benalmádena arreglamos la vela y salimos disparados hacia Tánger. Al estrecho llegamos por la mañana, más cerca de la costa africana que de la española. Comunicamos nuestras intenciones a Tarifa Tráfico por si acaso (nos informan de que no era estrictamente necesario) y cruzamos fuera de la derrota del tráfico mercante. La corriente no nos favorece y nos cuesta dejar atrás el estrecho. Una patrullera marroquí se interesa por nosotros y nos sigue de cerca durante un tiempo a 3-4 nudos, luego se va. Cerca de Tánger la corriente comienza a empujar a favor en una zona un poco turbulenta y vamos volando a siete nudos sin viento y con el motor a ralentí. Dos Bretones que llegaron solamente unas horas después de nosotros en un 8 metros nos relatan que las pasaron canutas para remontar a motor la corriente que en ese momento los mantenía fuera de la costa. Lo consiguieron al tercer intento y de noche (motor de 12 caballos).

Tánger puede tener su encanto, pero hay que saber encontráselo. No había sitio en el puerto deportivo, y nos pusieron en un muelle contiguo al pesquero, abarloados a otros 5 veleros y a 25 euros el día, sin servicios, ni duchas, ni luz, ni agua, en un muelle de aguas infestas y sucias. Para colmo un austriaco nos relata resignado cómo entraron a su barco para robarle un portatil y varios aparatos electrónicos más un día que lo dejó solo.

Los trámites de entrada al país son gratuitos. Del 10 al 14 de noviembre estuvimos atrapados en Tánger junto al resto de cruceristas debido a la meteo borrascosa que enviaba viento del Sur. La meteo no era buena y las predicciones a más de dos días cambiaban constantemente, pero aprovechamos una ventana de tres días más flojos de viento para perder latitud y arribar a Essaouira.

Tánger - Essaouira (14-18 de noviembre, 320 millas,)

Los vientos eran más flojos pero lo suficientemente fuertes como para romper, nada más salir de Tanger, otro rizo, con su consecuete rotura de vela, nada, otro siete... bravo. El puerto pesquero de Essaouira es mucho más pequeño que el de Tánger (no tiene puerto deportivo). Tiene fuera una bahía con muy buena pinta para fondear. La entrada es bastante estrecha y no nos dio problemas de calado en marea baja, aunque pasamos en apnea y muy despacio dispuestos a dar atrás en cualquier momento. El puerto está repleto de pesqueros. Nos dicen que abarloemos al barco de salvamento, justo a la entrada. Un enorme draga trabaja en medio del pequeño puerto a escasos 20 metros de nosostros y hay una multitud de personas en una especie de mercado en el muelle de enfrente.

Essouira es un pueblo muy turístico. La estancia en puerto sigue pagándose muy cara, a 25 euros la noche, sin agua, ni luz et. igual que en Tánger. Son precios oficiales que no hubo manera de regatear. Debido a los problemas con el alternador y las baterias pedimos un cable y se nos dio. Pagamos por energía consumida. En Essaouira hubo otro episodio de robo en un cata que descansaba también en puerto. Desaparecieron varios "juguetes" electrónicos de fácil salida. Al estar abarloados al barco de salvamento (siempre había marineros de guardia, muy buena gente) dejábamos el barco solo sin ningún problema.

Essaouira - Arrecife (23-25 de noviembre, 250 millas)

Dejamos Essaouira tan pronto como se deshizo la borrasca que nos acechaba fuera con vientos muy fuertes del sur. Tardó 5 lluvioso días en desaparecer. El parte daba un margen de 60 horas hasta la siguiente borrasca que parecía bastante potente y que se dirigía directamente a las Palmas como nosotros.

La travesía a las Palmas fue bastante rápida para las medias que veníamos haciendo, con vientos de aleta y ola a favor (¡al fin!) durante casi todo el trayecto. Llegamos a Arrecife en 48 horas, con margen suficiente para ver venir la borrasca que se acercaba del NW.

En Arrecife tocaba arreglar la mayor y repasar, de paso, hasta las velas de repuesto, solucionar lo del alternador y reforzar crucetas que ni se sabe cómo aguantaron el palo todas esas millas sin reventar (corrosión galvánica bestial en las crucetas escondida bajo una generosa capa de cinta americana...). Tiramos 14 días en Arrecife arreglando todo lo que había que arreglar antes de cruzar el charco. Demasiado tiempo. Nos abastecimos para 30 días y zarpamos tan pronto como estuvimos listos.

Arrecife - Clifton (8-31 de diciembre, 3000 millas)

El cruce lo hicimos por la "ruta sur", dirección a Cabo Verde al principio, y hacia el clásico 20ºN 30ºW después. Mar revuelto durante la primera semana, con olas del N y y del SE, viento de aleta de 20 nudos con rachas más fuertes y olas entre 2 y 4 metros (con picos de alguno más...) que pasaban sin problemas. El oleaje, que más adelante comenzó a venir del E, se fue estabilizando con el tiempo, al igual que el suave Alisio que comenzó a aflojar a 15-20 nudos. Navegamos en popa cerrada, en orejas de burro con el génova atangonado. La última semana el viento cayó más y metimos spi dia y noche, cosa que jamás pensamos que llegaríamos a hacer en mitad del atlántico.

Desde que partimos de Arrecife no vimos ningún velero hasta llegar casi a Barbados. Los mercantes se ven un poco más, pero solo un poco, sobre todo cerca de la costa africana. En 23 días vimos menos de 10 y pocos pasaron a menos 2 millas, la mayoría durante la primera semana. La VHF con receptor AIS cumple su función. Contactamos con alguno para obtener información meteorológica, pero no tuvimos suerte, no tenían.

Llegamos al pueblo de Clifton, Union Island el 31 de diciembre 2014, después de 23 días de travesía, justo a tiempo para celebrarlo con fuegos artificiales. Visitamos varias islas de las Granadinas y la isla de Grenada. El barco quedó fondeado en Grenada, al sur, para pasar la temporada de huracanes. Claro, no es un lugar 100% seguro, y ya han pasado huracanes "recientemente" el 2004 y el 2005 que sepamos. Trinidad y Tobago es mejor, y mejor que mejor sería Panamá. Pero cada uno tiene sus restricciones y en nuestro caso, la mejor posibilidad era la de dejarlo en Granada (en un principio fuimos con la idea de dejarlo en Martinica).

En resumen: buena experiencia. Los únicos temporales que hemos sufrido han sido antes de Las Palmas. Pero al estar cerca de la costa ha sido fácil evitarlos entrando a Marruecos o a puertos del Mediterraneo con información meteo actualizada. Octubre nos pareció infinitamente mejor para bajar a Canarias que noviembre (según la meteo que veíamos). La meteo en el cruce (diciembre) ha sido muy estable (viento E durante 21 días, y dos flojos al final) a veces venía una nube que descargaba agua y alteraba un poco el viento pero no nos dieron el mínimo problema, viento siempre de popa/aleta.


Algunas cosas que creemos haber aprendido:

- En Las Palmas hay que abastecerse para el máximo de días posible y no solamente para el cruce. Las islas que visitamos eran bastante caras (St. Vincent y las Granadinas, y la isla de Grenada. Martinica en vuelo interinsular). En otras zonas puede que la película cambie significativamente. Botella de aceite de oliva virgen extra 21 euros etc.

- Calculamos 3x30 litros de agua por persona para 30 días (para el cruce, cocinar y beber). Nos sobró mucha (no la terminamos ni en 50 días), y viendo el precio del agua embotellada nos ahorramos bastante pasta con eso.

- Evidentemente, un teléfono satelital o una BLU (o similar) merecen la pena a pesar del elevado coste. Golpeamos con mucho estruendo contra un banco grande y sumergido bastante compacto de algas (?) de esas que se ven continuamente flotando en mitad del charco pero a lo bestia, que hizo que el barco se parara en seco después de un par de violentos pantocazos seguidos de una escorada que casi nos tira al suelo. Se abrieron los armarios, y voló hacia proa todo lo que pudo volar. Las condiciones eran buenas y cocinábamos dentro tranquilamente. Pensamos al principio que era un container y que terminaríamos como Robert Redfor en una balsa pasándolas canutas con la radiobaliza fijada al pecho con cinta americana. Al salir a la bañera vimos el agua turbia y algo compacto y grande sumergido a 1-2 metros que parecía un "container de algas". Nos pareció un milagro que no hubiéramos perdido la pala (se soltó el piloto automático del bandazo que metió). Tampoco había vías de agua. El susto nos duró un par de días y todavía no tenemos muy claro contra qué chocamos... Nos enteramos también que unos compañeros que conocimos en Essaouira arrancaron el timón a varios cientos de millas de al sur de Las Palmas y se hablaba también recientemente en la taberna de otro caso de perdida de timón durante el cruce. En ambos casos la ayuda del teléfono satelital fue inestimable. Nosotros no llevábamos por lo que la sensación de incomunicación y compromiso fue mayor. En resumen: merece la pena llevar uno, aparte de la radiobaliza...

- Tema pilotos: el que más usamos fue un brazo eléctrico de 600€ que funcionó sin problemas durante muuuchas millas. Al de viento (1500€) no conseguimos hacerlo funcionar en portantes o popa cerrada sin que nos dejara vendidos en el peor momento. La mayor parte del tiempo fuimos de popa cerrada.

- Es una buena idea llevar muchos libros en un libro electrónico (y leerlos) para combatir la monotonía En 23 días pueden caer tranquilamente 10 libros potentes. También funcionan los vídeos o series en una tablet + auriculares. Hay que hacer algo para ocupar la mente.

- Por temas de seguros, había que huir del pabellón español ya que no teníamos la titulación (somos PER) ni todo el equipamiento requerido por las autoridades para hacer el cruce.

- La convivencia es otro de los temas más peliagudos de una travesía tan larga. Nos ayudó bastante el llevar una planificación escrita de "todo" (turnos de guardias de día y de noche, cocina, limpieza...). Los gastos (qué corre a cuenta del armador, qué corre a cuenta de todos, mejoras, renovación equipamiento, puertos, reparaciones), la comida para el cruce (qué comprar y qué no, "a mi me gusta el Colacao, pues a mí el Nescuic, pues yo soy más de café", "yo no como carne, así que no quiero saber nada de esos 300€ en chorizo" etc.), temas de convivencia (fumadores si o no, reírse de uno mismo vs. reírse de los demás, "¿qué hacemos hoy? yo quiero ir a tal sitio, pues yo a este otro. Pues solamente hay un dingi.", diferentes sentidos del humor, maneras de pensar o argumentar, tener la sensación de que uno hace más que el resto y no saber expresarlo correctamente para intentar arreglarlo (he puesto más dinero que el resto en el bote, he fregado/cocinado más veces que el resto etc.), no tolerar ruidos que hacen las personas (cantar, roncar, manera de respirar, escupir) o incluso la falta de higiene, juzgar al prójimo y no a uno mismo (aunque sea en silencio) etc. Es fácil tener conflictos por nimiedades que se van acumulando inconscientemente a lo largo de los días y hay que aceptar que va a haberlos. Conflictos que pueden parecer irracionales tiene su explicación en todos esos detalles que se acumulan día va y día viene. Hay que tener la capacidad de aceptarlos y superarlos como si fueran otra prueba más del cruce (sin llegar a las manos), y diplomacia, mucha diplomacia).

- 3 meses es muy poco. Lo suyo es cogerse un año de permiso como mínimo e ir en solitario o en pareja...

- Se acostumbra uno tanto a la navegación durante todos esos días, que es fácil cometer graves imprudencias con la convicción de que nada malo va a ocurrir. Ejemplo: orinar desde la popa en innumerables ocasiones sin nadie en la bañera, sin atarse a ningún lado, con el mar revuelto, de noche y el barco como un tiro. Todo esto sin pestañear y sin echar gota dentro del barco. Muy mal. Otra: nos viene a visitar una manada de delfines en mitad del cruce. El spi trabajando, el barco suave a 4 nudos, el mar azul, y el sol dando caña. Los tres tripulantes del barco saltan al agua sin pensárselo dos veces (en estilo bomba) con la esperanza de que los animalitos se acerquen a jugar como en las películas... Uno se agarra a una escalerilla de baño de tipo estribo y los otros dos a un cabo que cuelga de una cornamusa. Pero los delfines huyen despavoridos... Muy mal también, esto no se debe repetir.

Buenos vientos y a navegar que son dos días!