¿Por qué te llamas así?

[LordNelson]

Conocí a mi suegro (al que luego sería mi suegro) dando un paseo en un pequeño velero (una especie de laud sin cabina de unos 7,5 metros de eslora). Pasaba una semana en Menorca y mi novia (ahora mi mujer) me comentó: mi padre quiere conocerte, mañana salimos en la barca por la mañana. Su padre tiene una fama de ogro que asusta al más pintado, cuanto más al imbécil del novio de su hija. La tarde anterior, paseando por Ciudadela, unas señoras saludan a mi novia y le comentan: ¡puufff cómo debe estar tu padre, con el genio que tiene y encima con la gota! La congoja producida por las expectativas no me impidieron salir de copas (era agosto) y cocerme como cada noche de verano (tendría 29 años).
Al día siguiente salimos y la mar estaba revuelta. Por supuesto mi futuro suegro no iba a desperdiciar la ocasión de tener al imbécil del novio de su hija mareado en la barca para humillarlo. Tengo la suerte de no ser de mareo fácil y, mientras mis futuras mujer y cuñada permanecían tumbadas en cubierta bien mareadas, yo aguantaba en la bañera sin tener que dar mucha conversación, pues el ruido de los pantocazos apenas nos permitía hablar.
Volviendo hacia el puerto mi futuro suegro me ofreció un vaso de Gin Xoriguer (la ginebra menorquina) así, a palo seco. No iba a cometer la insensatez de negarme y bebí mi vaso de gin sin inmutarme.

Semanas más tarde me encontré con mi futuro suegro en Madrid y me dijo: Hola Nelson.

Había ganado algunos puntos.
Al año siguiente volvimos a salir y el mar estaba movido aunque no tanto como la vez anterior. Esta vez también nos acompañaba mi futura suegra. La diferencia es que nos habíamos acostado a eso de las 8 de la mañana muy muy perjudicados. Aún no tenía resaca, seguía con el cebollón. Y ahí me mareé hasta sentirme morir. Y yo, en mi angustia terrible pensaba, qué hago:
a) Les digo: ha sido un placer haberos conocido. Y acto seguido me tiro por la borda y muero
b) Digo: Con perdón. Y echo por la borda hasta la primera papilla.
c)…
Mi novia y su hermana, cuya situación no era mucho mejor que la mía, me salvaron pidiendo a su padre que las acercara a la primera cala para volver a casa en taxi
Y así de lamentable fue.
Esa tarde, cuando me crucé con mi futuro suegro, me dijo: “Nelson no bebía”

Mi mujer se apellida Drake.

Un saludo y perdón por el rollo