O.T. A Atarip, señor de las mareas

[Crimilda]

Que por mayo era, por mayo
cuando navegaba yo
cuando vide una taberna
con un fermoso esplendor
coléme por puerta falsa
y el dueño, Atarip, me vió.

Atarip, Atarip, señor de la tabernica
el día que tu me viste
colarme por la puertica
estaba la mar en calma
la luna estaba crecida
dueño que en tal signo "pilla"
no debe guardar ojeriza.

Abrazada a tus rodillas
cual padre de Héctor me vi
suplicante, mendicante,
pero tú que tararí.
Díjome mi gran señora,
doña Natachamar, sí
que no existe enfado ahora,
pero tú que tararí,
No me pusiste barquito
cortando el agua febril
ni sol, ni corazoncito
ni hawainas dos mil
como a cualquier novatucho
que entra algo becerril
y no saluda, despistaducho
como en cualquier mes de abril.

Sólo quisiera saber
para olvidar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos
el delito de no leer)
en qué te pude ofender
para ni el hada soltar
¿No irrumpieron los demás?
Pués, si los demás irrumpieron
¿qué privilegios hubieron
que yo no gocé jamás?

Suelta el barquito, corsario extraño
pues muchos tienes tú de igual decoro
suelta la hadita que en el alma adoro
perdida sin tu bien y por mi daño.

¿A dónde la escondiste,
portero, y me dejaste con gemido?
Como un pirata huiste
habiéndome herido,
salí tras tí pidiendo, y ya eras ido.
Piratas, los que fuerdes
allá por el tugurio mañanero
si por ventura vierdes
aquel de los muñecos
decidle que por ellos peno y muero.

Buscando mis iconos
iré por esos pagos y laderas
no pido hawainas
más sí unos cuántos karatecas.

Atarip, es broma. Es que me encantan tus recibimientos y yo no he tenido uno tuyo con los muñequitos que se mueven.