Regatas Regata Presidente 2009, “Baraka Mar”, un golpe de suerte.

[Canela]

Baraka es el nombre de un barco en el que hemos sido tripulantes este fin de semana, en la Regata Presidente, celebrada en Santa Pola, que aunque el cartel ponga 2008, es la de este fin de semana.

El Baraka Mar (http://barakamar.com), es un Beneteau First 53 F5, de 15 toneladas de desplazamiento que se desliza como una pluma y con la energía de un pura sangre.

Baraka significa “suerte” en árabe y para nosotras dos, Freeblue y yo, la suerte se nos echó literalmente encima cuando su patrón, Clemente Guijarro, nos invitó a participar como tripulación en el Trofeo Presidente 09, puntuable para el Campeonato Autonómico de Cruceros, Trofeo Interclubs 09 y Trofeo Volkwagen Sailing Experience.

Y si, hemos tenido mucha, muchísima suerte porque hemos navegado con un patrón excepcional, Clemente, y con un proa que es un auténtico equilibrista, Juan. Regatear en el Baraka y poder observar en plena faena a dos navegantes excepcionales y aprender de ellos, ha sido todo un privilegio, y compartir sus órdenes con Mariano y con Miguel, resto de la tripulación del Baraka, han hecho de la jornada de hoy un día altamente instructivo y muy agradable.

Hemos amanecido lloviendo y a las 9h estábamos ya en Santa Pola. Besos y abrazos tras un estupendo reencuentro con Estelamarina, cofrade de esta Taberna y el “terror” de Santa Pola y sus regatas con su Aquarela, porque…¡¡las gana todas!! Felicidades Ana!! por ese bien merecido tercer puesto.

Ausencia de viento que hizo pensar incluso en el aplazamiento de la regata, y una mañana lluviosa, gris y fría al dar la salida de los 40 barcos en la regata costera de hoy, de aproximadamente 10 millas.

Antes de largar amarras, últimas indicaciones del patrón: "En cuanto salgamos de la bocana, nadie discute mis órdenes, todo el mundo acata y ejecuta, y si alguien no entiende se calla y ya preguntará a la vuelta. ¿Queda claro?". Todo el mundo asiente menos Juan, 10 años ya con Clemente que durante la regata demostraron que las órdenes las verbaliza el patrón, pero a veces vienen con una mirada del proa. Se reparten puestos y me encomiendan la burda, en principio me parece poca cosa, pero después tuve ocasión de entender su importancia...

A pesar de que todos los pabellones parecían almidonados contra las cubiertas, en la bocana nos comienza a sorprender un viento inesperado que ya fuera ha ido subiendo de intensidad. A las órdenes del patrón, la salida ha sido yo diría que perfecta y media hora después teníamos ya 20 nudos y entraba el primer rizo.

La tensión en el Baraka era total y el barco, como una liebre, galopaba en la mar rizada a 9,5 nudos clavando regala mientras la lluvia cada vez era más intensa. Los rociones se sucedían uno tras otro y estábamos literalmente bajo un manto de agua dulce y agua salada al mismo tiempo, como simbolizando nuestro bautizo en regatas, y con un frío intenso que nos quemaba los trocitos de piel libres de ropa.

Los gritos con órdenes rápidas, precisas, entremezcladas con expresiones propias de la ocasión (cagüen la p... c*j*n*e*...) y brevísimos, casi imperceptibles desacuerdos prácticamente invisibles entre proel y patrón, nos infunden un estado de alerta continuo. Me esfuerzo por no perderme ninguno de los movimientos, por entender el por qué de algunas maniobras y recordando que no puedo preguntar.

Salto por la bañera de babor a estribor de una burda a la otra amollando y cazando... un par de virajes y se me va una () la burda se enreda en la botavara y el patrón me grita. Yastáaaaaaaaa uffff!! Mientras, Freeblue se intercambia entre banda, trimer, rueda...

Ya en la última boya, en la virada, hemos tenido problemas con la driza del Génova y no podíamos enrollar aunque habíamos puesto ya un rizo en la mayor antes de dar el viraje, llevando el viento por popa, dado que el anemómetro marcaba a puntas de 26 nudos.

Al final, gracias al proel hemos podido solucionarlo pero ahí hemos perdido un tiempo precioso.

La vuelta a puerto, bajo la lluvia cada vez más intensa y surfeando olas, y heladitas de frío, pero con la satisfacción de haber vivido un día de los que convierten las incomodidades en experiencias imprescindibles.

¿Cosas impactantes? Pues por ejemplo la absoluta sintonía, coordinación y telepatía entre el patrón y el proel, un tándem impresionante de dos máquinas que sin mirarse se entendían y la respuesta rápida, precisa, del Baraka, a la menor insinuación de maniobra.

A mis profes del Maralicia, Juanki e Icebar, teníais razón, las regatas son pura adrenalina y una vez que las conoces, te vuelves adicta. Y… uffff, ¡cuántas cosas por aprender, y por disfrutar!