Ninguna pala de timón, y menos aún las cortas y pequeñas diseñadas para actuar con el flujo de las hélices, ofrecen la menor presión en la espuma de una ola como para gestionar la dirección del barco,por lo que muy poco podía hacer el piloto para contrarestar la partida del barco a su babor, si se limitó a corregir el rumbo con el volante.
Dar más gas y adelantarse a la ola podía haber evitado esas consecuencias, sobretodo en un casco alto y cerrado de proa, en el que clavarse en el agua, en el peor de los casos, no había de crear la inundación del casco como ocurre en otros casos al surfear una ola.
Todo ocurre en escasos segundos, en los que reaccionar a tiempo y bien, o no hacerlo, marca la diferencia...

Tuvieron suerte de sortear por los pelos el malecón...
Saludos
