Cuando era un niño, me he pasado horas y horas viendo como varaban y botaban los barcos en O Parrote, en el varadero de O Pasaxe, en Perillo, y en el de Curbera, en Teis. Me llamaba mucho la atención lo estresados que estaban todos cuando operaban, y el alivio que sentían cuando todo acababa. Viendolos trabajar, parecía todo muy sencillo y que tenía que salir siempre bien. Eran profesionales guiados por maestros avezados.
Medios técnicos había los que nabía, logicamente, pero era hermoso ver el trajín de los hombres ajustando los calzos, gritandose las órdenes, bien implicados en lo que estaban haciendo...
...y pendientes de que los chavales estuviesemos bien apartados por si algo salía mal, y nosotros avercandonos poco a poco...hasta que nos volvían a espantar.
Ahora puedo oler la brea, la estopa y las algas en marea baja y llenarme la vista con el color del minio sobre el roble recién cepillado, y el blanco de plata de la obra muerta.
O sea, que soy un viejo.