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#101
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Esperando la llegada a Cabo Verde...
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Cabo Verde? Si ya están en medio del Atlántico..... 🐶 ![]() Gracias al link de Shaman a su web localizatodo.com se les puede hacer seguimiento... Enviado desde mi iPad utilizando Tapatalk Editado por Ikota en 07-12-2015 a las 00:00. |
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#103
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#104
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Veo que según el enlace que has puesto están fondeados a la puerta del First caribbean bank....¿todo ésto ha sido para ir al cajero?
![]() Gracias por ponerlo, ahora falta que Jadarvi ponga los relatos que nos debe. ![]() Editado por chistoso en 15-12-2015 a las 14:42. Razón: Nombre del banco erróneo. |
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#105
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a esta hora 17:33 no sale emitiendo, en localizatodo no da señal de reconocimietno.
Deben estar desconectados en puerto.
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Rodeado de virus por todas partes (Isla Desespero) |
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#106
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Según me llega por Whatsapp y demás: Todo bien. Muchas sonrisas en las fotos.
Ya colgará Jadarvi la crónica... pero supongo que se estarán atracando de tierra, que líquidos y comida no creo les haya faltado. ![]() ![]() |
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#107
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Cita:
![]() ![]() salud!!! |
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#108
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Tienes razón . Rara enfermedad esto del Navegar .
Lastima que no tenga cura . Buena proa y buenos vientos |
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#109
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Ciertamente, el tema de internet en aquella parte del mundo no es lo mismo
que aquí. Pero ni mucho menos. ![]() ¡Felicidades Jaime!. Y Felices fiestas a tod@s. ![]()
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![]() El cruce del Atlántico y posterior estancia en el Caribe de El Temido lll (2014/2016) http://foro.latabernadelpuerto.com/s...d.php?t=145184 |
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#110
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hombre, depende de las zonas, por que en virgin island , e islas como la antigua, martinica etc, si encuentras buenas conexiones y a veces abiertas, eso si hay que llevar una buena antena wifi esterior
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RADIOAFICIOANDO EA7AUJ AAAAAMOTERO Y TRAPERO AVISO: NAVEGAR BENEFICIA SERIAMENTE LA SALUD |
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#111
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Cita:
duraba media hora. A la media hora había que volver a pedir. Y allí las copas no son nada de baratas. También encontré otro sitio, que fuera de las horas de la comida, te dejaban estar conectado a la wifi bastante tiempo, aunque a veces se cortaba y te quedabas en blanco. Y hablamos de lo mejor que he visto por allí, ya que Martinica no deja de ser Francia. En definitiva, lo que quiero decir, es que ni son tan abundantes como aquí, ni son tan fiables, ni son tan "abiertas" (por no decir "gratis"). Salud y ![]()
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![]() El cruce del Atlántico y posterior estancia en el Caribe de El Temido lll (2014/2016) http://foro.latabernadelpuerto.com/s...d.php?t=145184 |
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#112
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Bueno, ya estoy en Palma, y aquí tengo wifi en condiciones, el problema era que normalmente fondeábamos y la antena del barco se había averiado durante la travesía. Y no encontramos ninguna hasta Guadalupe ... en fin, en cuanto me haya organizado, subo las crónicas que faltan, aunque podéis ir leyendo unas cuantas en www.oceanphoenix.es, y muchas fotos ...
De todos modos, también las subiré aquí. ![]() ![]() Salud!!! |
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#113
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2 a 4 de diciembre – Mindelo, Cabo Verde
Ya estamos en el mar, de nuevo en el Atlántico, tras una parada en Mindelo, en la isla de San Vicente, Cabo Verde. Lo cierto es que han sido días llenos de actividad y no hemos tenido prácticamente tiempo de nada más que de poner el barco a punto, hacer turismo y divertirnos, lo que no es poco. Como os anunciaba, llegamos a Mindelo el día 2 de diciembre, de la que la tarde anterior a las 18:30 nos separaban 195 millas … pues bien, nos las merendamos, literalmente volando, puesto que a las 14:00 estábamos amarrando. Habíamos recorrido 195 millas en menos de 18 horas y un total de aproximadamente 850 (más la “propina” que nunca debemos olvidar) en cuatro días y dos horas. El día 2 amaneció con buena visibilidad, y quienes estaban de guardia pudieron ver en la distancia la isla de Santo Antao, que está junto a la que es nuestro destino, pero se levantó una impresionante calima que redujo la visibilidad a aproximadamente un par de millas. Así, cuando las dos islas fueron apareciendo sucesivamente, lo hicieron como leves sombras al principio, revelándose luego en toda su majestuosa altura, propia de formaciones volcánicas. Unas millas antes de llegar, y mucho antes de lo que lo hacemos habitualmente, fue necesario poner el motor en marcha, debido a que el rebote del viento en la isla de Santo Antao nos dejó parados y flotando como un corcho, lo que tras la furiosa navegada de la noche y la mañana anteriores fue como una especie de anticlímax. Y, de paso, nos permitió recrearnos en la observación de las islas a las que nos acercábamos, aparentemente tan áridas que su nombre parece una ironía, igual que lo es el del Cabo del Viento en la isla de Santo Antao, puesto que nos recibió con la calma chicha que ya he comentado. Entramos en el puerto de Mindelo, amarramos, y nos pusimos a arranchar el barco como paso previo a una buena y merecida ducha, todo ello tras algunas llamadas a familiares y amigos más cercanos. Entretanto, JuanLu y César fueron a las oficinas de aduanas y policía portuaria para dar cuenta de nuestra llegada y realizar los trámites necesarios. A medida que íbamos acabando de ducharnos, nos íbamos concentrando en el punto en el que primero piensa un navegante al llegar a tierra, es decir, un sitio en el que tomar una cerveza bien fría … Cuando llegué, los mallorquines continentales, Lluis, Óscar y Xavier, junto con el ibicenco titular de la tripu, José; acompañados, como no podía ser de otra manera, por el navarro más “salao” de la tripulación, Don Miguel, habían tomado al asalto una estupenda mesa junto al mar, en un bar que estaba sobre el mar, el “Bar Flutuante” de la Marina de Mindelo. Allí estaban dedicados a la muy marinera actividad de trasegar heladas doradas de producción local, mientras conversaban animadamente … con sus teléfonos móviles a base de whatsapp … Yo, para no interrumpir, pedí una cerveza bien fría y me puse a verificar mis whatsapps y correos electrónicos, más que nada porque estaban los piratones tan concentrados que me dio la impresión de que si les distraía podían emprenderla conmigo a base de golpes de teléfono, y esos trastos son duros. Es de justicia, sin embargo, reconocer que el brote de antisocial compulsión telemática fue de corta duración y al poco rato estábamos atronando la marina con nuestros comentarios y risas. Poco después llegaron Juan Luis y César, acompañados por Emma y Duna, con la noticia de que éramos oficialmente visitantes legales de la isla. Así que nos fuimos a pasear y buscar un lugar para cenar que César conocía, el Pica Pau, uno de esos sitios en los que no te meterías si no lo conoces, pero es que sale en la “Guía del Trotamundos”, en Trip Advisor y figura en la memoria de muchos marinos … y cuando te asomas a su vetusto comedor, ves las paredes llenas de notas escritas por tripulaciones de barcos, gorras, gallardetes … así que inmediatamente piensas que el lugar valdrá la pena, por vetustos que estén el mobiliario, las instalaciones y el dueño. Reservamos mesa para una hora más tarde y nos fuimos a pasear y, ¿ a que lo adivináis? … Pues sí, a hacer tiempo y …. ¡¡¡a tomar otra cerveza!!!! Mindelo es un lugar que te asalta los sentidos, en todos los sentidos, tiene una belleza peculiar, donde se mezclan edificios nuevos con otros sin acabar, otros antiguos y remozados, otros decrépitos, todo ello con un inconfundible estilo colonial que, si no fuera porque es más pequeño, se habla portugués, y los coches no tienen cincuenta años, te podría hacer pensar que estás en La Habana. La población es en su mayoría mulata y habla portugués o “creole”, una extraña mezcla de diversos idiomas que encontramos a todo lo ancho del Atlántico tropical y subtropical, lo he oído en Cabo Verde y en un sitio tan alejado de aquí como Dominica o Antigua … Se ve que es un lugar pobre, y supongo que los ingresos que proporcionan la marina y sus visitantes son más que bienvenidos, también existen pesquerías y no sé si mucho más. Aquí las cosas todavía se reparan en vez de cambiarse sin más, vas por la calle y cada dos por tres te asaltan críos que deberían estar en la escuela pidiendo dinero, o adultos, o te ofrecen cualquier cosa imaginable, desde chucherías, camisetas y gorras a cosas bastante menos inocentes. Tras esta primera impresión, llegamos al Pica Pau a la hora convenida, aunque teniendo en cuenta el tiempo que pasó hasta que llegó la cena, la hora debía ser orientativa, sin embargo, ello no supuso un problema, más bien al contrario. Tuvimos tiempo de charlar, de reír, de tomar unas cervezas (sí, es que nos gustan mucho) y comentar los cuatro días de travesía. Además, César encontró el escrito que había dejado en su anterior visita a Mindelo con el Sargantal, su barco, travesía en la que iba acompañado, entre otros, por un buen amigo común, Joan Boned, quien durante los últimos años ha sido el comodoro del Náutico de Palma, cargo que desempeñó con notable acierto y éxito. Hoy Joan es el navegante del mítico velero clásico Moonbeam, una preciosidad de más de 100 años que se dedica a participar en regatas y deleitarnos con su preciosa estampa allí donde va. Pues bien, el testimonio que escribió Joan con ocasión de la visita de Sargantal a Mindelo era prácticamente una glosa, y nos hizo mucha ilusión leerla, aunque no sería capaz ahora de reproducirla (te pido disculpas Joan). Llegó la cena, langosta, langosta y más langosta, acompañada con patatas fritas, ensalada y arroz … y, no, no, esta vez cerveza no (es que seguro que ya lo estabais pensando), esta vez fue vino blanco. De postre nos ofrecieron papaya confitada y queso, estaba realmente bueno, aunque tal vez inusual para nuestros paladares y, como colofón, Pau nos obsequió con un brebaje casero a base de ron que entraba divinamente, tan divinamente que entre los nueve que éramos, la botella duró lo suficiente como para animarnos a dejar a una nota en recuerdo de nuestra presencia. Me pidieron a mí que pensara un poco en qué escribir, yo dije aquello de “bueno, vale … pero que escriba otro porque si lo escribo yo nadie entenderá mi letra” así que Oscar se brindó a escribir y yo quedé encargado de pensar y dictar … Y claro, los mallorquines no somos competitivos, ni envidiosos, ni celosos, pero lo que ocurre es que si vas a un sitio y un mallorquín deja una glosa en un sitio, el siguiente mallorquín que pasa tiene que hacer lo mismo o no hacer nada. Es decir, que si escribes algo, será una glosa, o no escribes nada, y yo tenía un listón alto que superar, puesto por mi buen amigo Joan, así que me apliqué todo lo que pude… este fue el resultado: “… Nueve almas a Mindelo arribaron A bordo de Ocean Phoenix de allende los mares llegaron Gran acogida en Pica Pau gozaron Cuanta langosta pudieron devoraron Y a Mindelo por regresar votaron …” Llegó el momento de pedir la cuenta … nos quedamos impresionados, del todo, con todo, nos salió a 22 euros por barba. Como habíamos gastado poco, pues decidimos contribuir a la economía local haciendo un poco más de gasto y fuimos a tomar unas copas a Playa Carabela, junto al puerto, que fueron el colofón perfecto para la velada. Al día siguiente nos levantamos y, puesto que habíamos decidido hacer turismo por Sao Vicente en lugar de irnos a la isla de Sao Anton, César había organizado una furgoneta para llevarnos a comer a Praia das Gatas, al otro lado de la isla. Antes de salir, había que ir a comprar algunas provisiones, así que Miguel, Xavier se fueron con Emma a comprar comida mientras que José, Lluis, Oscar y yo asumimos la delicada misión de adquirir lo verdaderamente importante para la travesía … las cervezas, el ron y el vino, ah ... ¡¡¡y chanclas!!! Una vez equipados, nos reunimos en nuestro transporte, una impresionante camioneta equipada con bancos de madera corridos en la caja trasera, protegida del sol con una lona sobre un armazón metálico y, lo más importante, el salpicadero cubierto con una especie de tela de pelos largos a la última moda caboverdiana. Sin dudarlo, y al grito de ¿qué somos, marines o muñecas? algunos recordando sus tiempos de la mili, trepamos a la trasera de la carroza mientras Miguel se acomodaba en la marina. Emprendimos la marcha y en minutos estuvimos en las afueras de Mindelo siguiendo una carretera adoquinada que serpenteaba montaña arriba … a medida que nos alejábamos del centro, las viviendas y edificaciones eran cada vez más básicas y pobres. El paisaje es seco, la tierra volcánica, el aire limpio, nosotros lo contemplamos y absorbemos mientras vamos comentando lo que vemos y comparamos con sitios como Lanzarote, similares pero mucho más avanzados. De repente, empezamos a bajar y volvemos a ver el mar, mientras observamos como en ese lado de la isla los arbustos (árboles hay pocos o ninguno) crecen doblados hacia el Sur, revelando que el viento predominante en la zona es el que nos ha traído hasta aquí, viento del Norte. Frente a nosotros se extiende una amplia bahía que ofrece dos playas, una de ellas más o menos urbanizada, con algunas casas bastante más grandes y, por decirlo de algún modo, lujosas que lo que se acostumbra a ver por aquí, algo parecido a las casas de playa que se hacían en España en los años sesenta. Más tarde nos confirmarían que este tipo de viviendas pertenecen a gente que trabaja en Europa o a residentes adinerados que las utilizan en fines de semana y vacaciones. También, a mano derecha de la carretera, vimos una especie de poblado de pescadores … al que volveríamos más tarde. Llegamos a la playa, un sitio realmente bonito, con arena volcánica y donde uno podía nadar gracias a una especie de diques hechos con rocas que habilitaban unas estupendas lagunas realmente adecuadas para darse un bañito. El chofer-guía nos sugirió comer y luego ir a la playa, no le hicimos caso y luego lo lamentaríamos, puesto que mientras nosotros paseábamos por la playa, hacíamos fotos como si nunca hubiésemos visto el mar y nos mojábamos los pies, excepto Óscar y Duna que se bañaron, con la diferencia de que al salir él no se revolcó por la arena como sí hizo la mascota del barco; llegó un autobús con un grupo de unos treinta turistas alemanes que tomaron la terraza del restaurante al asalto. Las consecuencias de no hacer caso a George fueron duras, más que nada porque nos quedamos sin mesa a la sombra y hubo que improvisar a base de sombrillas y, sobre todo, porque los teutones venían con mucha hambre y arrasaron con las existencias de atún del restaurante. Nosotros al final optamos por pedir unas raciones de pulpo y de gambas a la plancha como entrante y, después, una parrillada mixta de pescado en la que hubo diversas especies locales, todas ellas muy sabrosas. Fue una comida muy agradable, pero nuestras europeas mentalidades no acaban de adaptarse al ritmo que impera por aquí, estuvimos esperando la comida más de una hora … pero, como dijo César, así nos vamos adaptando al ritmo caribeño … ¿recuerdan Vds. aquel anuncio de Malibú piña y su “no me estreses”? … Pues eso. A media comida vimos aparecer una serie de velas, se dirigían a donde habíamos visto el asentamiento pesquero, así que supusimos que eran pescadores. En efecto, George nos confirmó que esta gente salía cada día navegando hasta la relativamente cercana isla de Santa Lucia y, tras completar una noche de pesca, volvían a Praia das Gatas. Tras la comida, decidimos acercarnos a ver si podíamos comprar algo de pescado fresco, pero llegamos tarde (se ve que ya nos íbamos adaptando al ritmo de la zona con lo de los tiempos) y las capturas ya estaban camino del mercado de Mindelo. Sin embargo, tuvimos la oportunidad de ver las embarcaciones varadas en la playa, sólidas barcas de madera de entre cinco y siete metros, sin motor, impulsadas por velas hechas con sacos de patatas o similares cosidos unos a otros y envergadas en mástiles que obviamente eran poco más que secciones más o menos rectas de algún árbol peladas y pulidas. Con eso se van a pescar al quinto pino, vuelven todos los días y sin comodidad alguna a bordo, mientras nosotros nos preocupamos cuando no funciona el agua caliente … Una vez más, un mundo muy distinto, a pesar de estar separado por unas pocas horas de vuelo del nuestro o, para nosotros, cuatro días y dos horas de navegación. Regresamos a Mindelo, dejamos las cosas en el barco y unos fueron al bar a aprovechar la existencia de wi-fi, yo acompañé a Óscar a comprar tabaco que resultó estar a un precio increíble, 24 euros un cartón de Marlboro, y luego fuimos a dar un paseo. Miguel, por su parte, eterno emprendedor y explorador de posibilidades, había quedado con una empresaria local que le acompañaría a la mejor carnicería de la ciudad, y se presentó con sus capturas, consistentes en buena carne de ternera y conejos que, si no me equivoco, están destinados a ser cocinados con cebolla. Y, nuevamente, llegó la hora de cenar, fuimos a un local donde había música en directo y disfrutamos de otra suculenta cena por menos de veinte euros por cabeza, luego nos fuimos a tomar una o dos copas a la Taberna del Cube Náutico, sita frente a la Marina de Mindelo y, por fin, a dormir, que mañana había que navegar. El viernes por la mañana, día 4, la mañana pasó rápida, nos levantamos entre las siete y media y las ocho, Juan Luis y Miguel fueron a hacer los trámites de salida del país de la tripulación y el barco, los demás desayunamos, hicimos las típicas llamadas de despedida, preparamos el barco y, casi sin darnos cuenta, a eso de las 11 ya estábamos fuera de Mindelo con las velas arriba y rumbo a las Américas … y aquí estamos ahora, en pleno Atlántico, pero eso es otra historia que os contaré mañana. Por cierto, ya estoy recuperado de mi rodilla, a ver si la próxima vez presto más atención a lo que hacen las escotas. Ocean Phoenix, en alta mar, Jaime Darder, ![]() ![]() salud!!!Editado por Jadarvi en 25-12-2015 a las 07:28. |
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#114
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4 a 8 de diciembre – Comienza el gran salto.
Llevamos cuatro días navegando, ahora son las 3 de la tarde y 820 millas separan nuestra popa de Mindelo, mientras que nuestro destino, la isla de Santa Lucía está todavía a unas 1.300 millas de distancia. Llevamos una media aproximada de 200 millas diarias, a una velocidad de 8’5 nudos, si bien esto es una mera estadística que nada tiene que ver con la realidad. La realidad es que salimos de puerto con buen viento, a toda pastilla, pero a unas 30 millas quedamos atrapados en una calma provocada por la isla de Santo Antao y nos quedamos flotando como un corcho, por lo que hubo que seguir unas cuantas horas a motor. Lo que ocurre en estos casos es que el viento, al chocar con una isla, se bifurca en dos flujos paralelos a cada una de sus costas y, al igual que con el ala de un avión, o cuando pones una piedra en una corriente de agua, esos flujos, al encontrarse nuevamente una vez superado el obstáculo, crean turbulencias y una especie de remanso en el que no ocurre nada, pues justo ahí nos quedamos parados nosotros. Así que impulsados por lo que mi buen amigo Toni llama “viento de sentina”, continuamos navegando hasta que nuevamente encontramos viento del de verdad, no muy fuerte, pero sí suficiente para navegar entre siete y ocho nudos. A esta sensación de lentitud, pues ya sabemos cómo las gasta este barco a la hora de correr, se unía una tremenda falta de visibilidad provocado por el polvo en suspensión que el viento traía de la lejana costa africana, una nube que no nos soltó hasta anteanoche en que empezamos a ver las estrellas por fin, y que se tradujo en un precioso día claro y soleado ayer lunes. El navegar durante dos días y sus noches sin visibilidad más allá de media milla me causó una sensación de irrealidad, como si no estuviese aquí, la sensación se parecía mucho a lo que describen los que hablan de viajes astrales, es como flotar suspendido en el tiempo y el espacio … y eres consciente de que avanzas por ellos gracias a los relojes y los indicadores de velocidad que te dicen que estás en movimiento, y tú te lo crees, porque la alternativa no es aceptable. Como es normal en travesías largas, el material se desgasta, a veces alguien se despista un poco a pesar de las advertencias constantes, y ello se tradujo el domingo en dos pequeños incidentes. El primero de ellos fue la rotura de una polea durante una trasluchada, que no fue a mayores gracias a la pericia de Juanlu que controló rápidamente la situación. Una horas después José, en un despiste, recibió un golpe en la cabeza y se hizo un pequeño pero escandaloso corte. Inmediatamente, nuestro equipo médico, compuesto por Lluis, Xavier y Oscar (empleados de una conocida firma farmacéutica y que trajeron a bordo un botiquín como para un acorazado), procedió a ponerle unas tiritas de sutura, desinfectar la herida y ponerle un vendaje propio de Rambo al final de una de sus pelis. Y Óscar no pudo resistir la tentación de escribir una palabra sobre la parte frontal del vendaje … ¡¡¡PIRATÓN!!!! Casi teníamos la sensación de que un tal Murphy (ese tipo que siempre se embarca sin que lo inviten) estaba haciendo horas extra, nos cargamos una polea, José se hace pupa, no veíamos ni un barco, de hecho no veíamos un pimiento, navegábamos lento, no pescábamos nada … en fin, uno empezaba a preguntarse si se había acabado el mundo y no nos habían avisado. En mi caso, para acabar de arreglarlo, comprobé que lo barato siempre sale caro, me refiero a que, como soy un gran destructor de gafas en los barcos, en Tenerife compré una de esas tiras que sirven para sujetar las susodichas. Pero claro, era barato, demasiado barato me pareció pero lo compré igual por aquello de las prisas. Pues tan barato era que anteanoche se soltó mientras estaba de guardia, las gafas fueron al suelo y yo, patoso sin igual, al girarme para coger una linterna y buscarlas, las pisé con el resultado de que rompí una patilla ... Menos mal que Miguel me convenció de que comprase también en Tenerife unas gafas de esas pregraduadas o como se diga (también salieron muy baratas, espero que me duren hasta Palma), y ello me permite seguir escribiendo estas crónicas. Una crónicas que, aunque acabarán en la página de Ocean Phoenix y en La Taberna del Puerto, son en realidad para mí y mis compañeros de tripulación, algo que nos recuerde lo que vivimos cuando alguien nos pregunte cómo fue esta travesía y necesitemos rememorar lo ocurrido en todos sus detalles, aunque nunca podré reflejar todo lo que pasamos, sentimos, vivimos, soñamos e incluso sufrimos de vez en cuando. Murphy, sin embargo, es un tipo que puede ser derrotado, y lo ha sido por nosotros. Los pequeños sustos del domingo nos han provocado una nueva determinación y ganas de seguir pasándolo bien pase lo que pase, y también una mayor atención a los detalles, desde entonces todo nos sale perfecto, y eso que hemos trasluchado, pasado de navegación al través a orejas de burro, izado y arriado el gennaker, tomado rizos, arriado e izado la mayor, etc … Ayer, lunes, fue cuando empezamos a dedicarnos a pegarle al tal Murphy una contundente patada en el trasero y lanzarlo por la borda, a una noche que fue despejándose le siguió un precioso día claro y azul en el que navegamos con piloto automático casi todo el tiempo porque había muy poco viento y nos abrasábamos en la bañera de maniobra, desprotegida frente al sol, aunque muy cómoda para timonear y maniobrar. El día se aprovechó para limpiar, hacer tareas de mantenimiento, charlar, etc … hasta casi el anochecer en que volvió el viento que nos gusta, ese que hace que el barco ande a 10 nudos y que provocó un espontáneo “Oh, sí … Cariño!!!” de Juan Luis cuando su barco, nuestra casa flotante, Ocean Phoenix, dio un salto adelante acelerando como él sabe. Durante la tarde de ayer, cuando íbamos a lo que por aquí se considera despacio (7 nudos y medio) dimos alcance a un barco francés, el Archibald 2, un velero de aluminio en el que viajan cuatro miembros de la misma familia, un matrimonio, el hermano del marido y el padre de ambos … César se puso en contacto por radio con ellos, intercambiamos información sobre nuestros destinos (ellos van a Le Marin, Martinica, el puerto desde el que partí yo en 2012 cuando traje a Regulus C de vuelta a España en la que fue mi primera travesía Atlántica), puertos y fechas de salida, etc … Luego ellos nos preguntaron a ver si teníamos noticia de la tripulación del Magrit, un ketch que salió de Mindelo el pasado miércoles y se había hundido el sábado, aunque afortunadamente sus ocupantes fueron rescatados por un mercante y navegaban ahora con destino a Europa. Curiosamente, el Magrit, que participaba en la regata ARC 2015, estaba repostando en Mindelo a nuestra llegada y un miembro de su tripulación nos comentó que habían decidido parar en este puerto para reparar la trapa de la botavara del palo mayor, que se había roto y, de paso, recargar sus depósitos de agua y combustible. Es lógico que la noticia nos impactase … de hecho, esta mañana, mientras yo estaba a la rueda, he visto a Lluis apoyado en la burda de estribor (ahora es nuestro barlovento) y muy pensativo. Cuando ha visto que le miraba, me ha comentado que no podía dejar de pensar en esa familia que había perdido su barco, su ilusionante aventura convertida en drama, aunque con el consuelo de haber salvado la vida. Yo, para ser sinceros, le he dedicado un breve pensamiento al asunto, pero no mucho, puesto que estaba centrado en una importante misión … Se trataba de mantener el barco lo más plano posible puesto que en la cocina Emma y César estaban ocupados en otro trabajo no menos importante, que os desvelaré tras deciros que durante esta pasada noche hemos adelantado a otro velero y nos hemos cruzado con un carguero, lo que confirma que el mundo parece no haberse terminado sin que nos avisasen. Pero volvamos a lo que seguro os estáis preguntando … ¿por qué tenía que ir el barco plano y qué estaban haciendo nuestros marmitones? Pues veréis, resulta que esta mañana me ha despertado un bocinazo, a eso de las 8:38 (es la hora exacta porque cuando te despiertan a bocinazos en mitad de la nada sueles mirar el reloj, os lo garantizo), así que he mirado por la escotilla y he visto que tanto el génova como la trinqueta estaban enrollados, he pensado que podíamos estar saludando a un barco cercano o algo así … me he vestido y he salido a cubierta … Y me he encontrado a Juan Luis sonriendo como un chiquillo, Emma con cara de asombro, Xavier de espaldas a mí y en una posición en la que parecía estar sujetando algo o alguien, y José haciendo algo en la caña de pescar de babor. Y entonces he visto lo que pasaba, porque César y Juan Luis han levantado un bicharraco enorme, de más de un metro y posiblemente entre 15 y 20 kilos de peso que acababa de ser invitado a la cubierta de Ocean Phoenix, para acabar como el anterior cazador de boquerones, es decir, despiezado … ya sabéis aquello de que la fortuna de unos es la desgracia de otros, pues eso … El bicho era idéntico a uno que sacamos en la travesía del Régulus C, sólo que más grande, uno que entonces descubrimos que en inglés se llama “hogfish” y cuya denominación en nuestro idioma yo desconocía entonces, pero no ahora, pues César en ha dicho que en Canarias se les llama “petos”. Su cola es casi como la de un atún, su cuerpo muy parecido, pero algo más alargado, y su cabeza es como un híbrido entre atún y barracuda, su carne blanca, sabrosa y suculenta … y es precioso. Así que hemos puesto el barco de nuevo a navegar, y yo he podido darme una ducha y desayunar … y a eso de las nueve y media, ya duchado y desayunado, he abierto el ordenador para empezar a escribir, pero ese ha sido el momento elegido por otro cazador de boquerones para hacerse el hara kiri, yo he ayudado en la maniobra de parar el barco, mientras César se encargaba de recoger el sedal y Miguel de asestarle un garfiazo al bichito para subirlo al barco. De paso, y ya que estábamos, Juan Luis ha tenido la feliz idea de hacerle un rizo a la mayor, y digo feliz porque ha sido un acierto ya que al tener más viento que en días anteriores, la reducción de superficie vélica de la mayor ha dejado el barco mucho más equilibrado y fácil de patronear. Dado que el nuevo invitado pesaba sus buenos cinco kilos, se ha decidido suspender la pesca por hoy, pues con unos veinte o veinticinco kilos de pescado por procesar en la cocina, tampoco era cuestión de estresar a los encargados de tal labor, Emma y César. Ahora ya sabéis por qué yo tenía la sagrada misión de conducir el barco lo más plano posible … aunque me haya tomado mi tiempo para contároslo. Y así, mientras navegamos suavemente entre ocho y nueve nudos, con alguna punta de diez, y escuchamos una estupenda música ambiental, os dejo, no sin antes deciros que en esta horita y media que he necesitado para relataros estos días de travesía nos hemos acercado casi quince millas más a nuestro destino. Ocean Phoenix, en alta mar, Jaime Darder. ![]() ![]() salud!!! |
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#115
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9 de diciembre – A mitad de camino
Son las doce y media de la mañana, en mitad de ninguna parte, o no … de hecho lo que estamos es a mitad de camino de la isla de Santa Lucía, que es a donde vamos, hace un rato nos hemos cruzado con un carguero que iba camino a Cabo Verde, anoche nos cruzó la popa uno que iba a Irlanda. Poco a poco entramos en aguas más pobladas, de hecho, ahora mismo estamos en la ruta que siguen los mercantes que se dirigen a Europa desde Brasil, y nos acercamos a toda velocidad a lo que César llamó ayer “el embudo. Se trata de esa zona en la que empiezan a confluir los veleros que han salido desde Canarias a rumbo directo, o desde Cabo Verde los que han optado por una ruta más meridional, y que se dirigen a las distintas islas caribeñas. Obviamente, ello supondrá un incremento gradual de avistamientos lo que, junto a esa impresionante tecnología que nos permite recibir correos electrónicos a bordo o hacer llamadas telefónicas, hace que nos demos cuenta de que esa sensación de que estábamos fuera del mundo no era más que eso, una simple sensación. El viento ha arreciado un poco, no mucho, y rolado otro poco, tampoco mucho, sólo lo suficiente como para hacernos ir a velocidad express y hacer un rumbo algo más directo a destino. De hecho, no sólo aumenta la velocidad y cantidad de millas recorridas, sino también lo que se llama VMG, unas siglas que usamos los navegantes y que forman parte de ese lenguaje que utilizamos para que los que no navegan piensen que somos aguerridos lobos de mar y una especie aparte (que lo somos, pero no se lo contéis a nadie). Ah, ¡¡vale!! Os explico lo de la VMG, significa “Velocity Made Good” o, lo que es lo mismo, te indica cuánto te estás acercando en realidad a tu objetivo teniendo en cuenta ángulo y velocidad de aproximación, es decir, imagínate que vas a toda pastilla pero en ángulo recto respecto a tu rumbo ideal, pues tu VMG será un desastre, es más, será tan desastrosa que será negativa. Pero si tu ángulo respecto a tu rumbo ideal es de menos de 45 grados, siempre será positiva, y coincidirá tu VMG con tu velocidad cuando tu ángulo respecto a ese rumbo sea de cero, supongo que la traducción más correcta es “Velocidad Efectiva”. Espero haberme explicado bien … pero al final lo que cuenta es que estamos corriendo y nuestro ángulo respecto a la línea de rumbo ideal es relativamente pequeño, lo cual ha hecho que en las últimas 24 horas hayamos recorrido 240 millas efectivas, es decir, que nuestra VMG ha sido de 10 nudos constantes, la velocidad del barco era algo mayor y permite compensar la diferencia de ángulo. Un efecto colateral que esto ha tenido es que en las últimas 36 horas hemos incrementado nuestra velocidad y VMG de tal modo que en cinco días hemos recorrido exactamente 1000 millas efectivas (una media de 200 diarias, nuestro objetivo), y que durante el día de hoy acabaremos encontrándonos a menos de 1000 millas de nuestro destino. Ello supone que habremos recorrido ya dos tercios de nuestra ruta desde Tenerife, y bastante más si contamos desde Cádiz, me atrevería a decir que tres cuartos. El ambiente a bordo es bueno, la moral alta, navegamos deprisa y con el barco estable, bajo un cielo claro y despejado de día y repleto de estrellas por la noche, sobre un mar de un profundo azul que adopta acerados tonos oscuros por la noche. Han pasado tres horas desde el párrafo anterior, durante cuya redacción fui sumariamente convocado a cubierta junto con el resto de la tripulación para la ceremonia de imposición de castigos … pero no a nosotros, sino a un par de botellas de cava que fueron decapitadas por el Capitán según el estilo de los húsares al objeto de celebrar no sólo que vamos a toda pastilla sino eso de que en unas horas estaremos a menos de mil millas de nuestro puerto de arribada, y a unos cuantos miles del Club de Mar, base habitual de Ocean Phoenix. La celebración ha sido absolutamente increíble, pues el cava y el aperitivo han sido seguidos por un delicioso ágape a base de patatas al horno, ensalada y solomillo a la plancha, regados con un estupendo Rioja y seguidos por una no menos fenomenal tarta de manzana hecha a bordo por nuestra chef residente, Emma. A mí me dijeron que íbamos a cruzar el Atlántico a vela, no a bordo de la versión flotante del Ritz … pero no seré yo quien se queje. Y esta tarde dicen que toca sesión de cine, más que nada para asegurarnos de que ese pedazo de plasma no está como simple objeto de decoración. Lo que sí es un interesante objeto de decoración es el cuadro que cuelga en el mamparo popel de la dinnette y que retrata a una esplendorosa Marilyn Monroe con un precioso lema “Love me like you miss me” … que viene a ser “Ámame como si me echases de menos”. Su autor, Domingo Zapata es un cotizado pintor mallorquín afincado en Nueva York, cliente habitual de este barco, y que regaló la obra a Juan Luis en agradecimiento por los buenos ratos pasados a bordo. Ahora vamos a ver la peli, mañana os cuento más cosas. Ocean Phoenix, en alta mar, Jaime Darder. ![]() ![]() salud!!! |
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#116
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10 de diciembre – Bajo a escribir y me quedo “frito”
Ayer, tras la sesión de cine, en la que vimos “En solitario”, que nos cuenta la historia de un regatista que está participando en la Vendee Globe (regata de vuelta al mundo en solitario) y se encuentra con un polizón a bordo, la vida siguió a bordo como siempre, es decir, navegando, guardias, etc … Durante la noche, en la guardia de doce a dos, que me tocaba, tuve ocasión de pasar mi primer chubasco “caribeño” en este viaje, no son largos pero sí bastante impresionantes porque primero llega el viento y luego la lluvia que, por cierto, deja el barco como una patena. El viento cambia de rumbo y aumenta espectacularmente, hay que caer y mostrarle la popa para controlar el barco y evitar que te dé un buen meneo. Si sabes cómo hacerlo es incluso divertido, y más lo es verte con ropa de agua para mal tiempo, una camiseta, bermudas, pies descalzos, chaleco salvavidas y línea de vida, en fin, un atuendo de lo más incongruente. Más tarde, a las seis, tenía otra guardia, la de alba, que empezó con un par de chubascos que sólo trajeron viento, no mucho, y dio paso a un amanecer claro, sin nubes, que nos permitió ver la salida del sol con absoluta nitidez por primera vez desde que zarpamos de Mindelo. El resto del día, hasta ahora, ha sido tranquilo, hemos tenido una pequeña sesión de estrategia en la que se ha decido que mañana, si llega el anunciado role de viento a Levante, podremos trasluchar y pasar a ir amurados a babor a fin de empezar a bajar hacia Santa Lucía, vamos amurados a estribor desde que salimos de Mindelo y en vez de ganar Sur hemos subido un grado al Norte, aunque sí hemos avanzado mucho hacia el Oeste y, por ahora, este bordo nos acerca más a nuestro destino ya que tenemos viento de Nordeste que ha ido a Este-Nordeste, lo que nos hace ir en un rumbo un poco alto respecto a Santa Lucía. A mí me ha ocurrido algo impresionante, he quedado libre de guardia a las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Tras la guardia he desayunado, me he duchado y luego he estado leyendo, haciendo compañía a los que estaban de guardia, etc … Pues bien, a eso de la una menos cuarto, he bajado a la dinette, que es donde suelo escribir las estas crónicas, precisamente con la idea de contaros alguna cosilla. Lo siguiente que recuerdo es que, a las tres, me ha despertado Oscar diciéndome que llevábamos una hora de guardia … lógicamente me he saltado la comida, y he tenido un sueño profundo y muy reparador, pero lo más curioso es que yo dormía sobre una tela para proteger la tapicería del sofá y ni siquiera recuerdo haberla puesto, y por lo visto la he puesto yo, en fin, al final será cierto eso de que los navegantes acabamos aprovechando cualquier oportunidad para descansar. Las millas siguen cayendo a un ritmo vertiginoso, ayer a eso de las 21:30 cruzábamos ese hito psicológico de las 1000 hasta destino … pues hoy, a las 17:30 hora local rebasábamos la marca de las 800, es decir, 200 millas en veinte horas, y no me refiero a 200 millas recorridas, sino efectivas, lo que significa seguramente unas 220 millas navegadas. Las guardias se suceden, el mar sigue regalándonos olas que parecen pequeñas, pero cuando te fijas tienen sus buenos tres metros, y los timoneles (todos nosotros por turnos) cada vez afinan más y el barco va más rápido y plano. Eso de llevar el barco plano y rápido tiene su intríngulis porque estamos intentando ir lo más al Sur posible, por lo que en muchas ocasiones llegamos a ir de popa redonda y trasluchados (afortunadamente la retenida evita que la botavara barra la cubierta y cause un estropicio). Al final la cosa se reduce a algo más fácil de decir que de hacer, orzas para que el barco coja velocidad subiendo la proa hacia el viento, después caes para ir lo más posible rumbo a destino, y sigues cayendo hasta que el barco pierde velocidad, en cuyo momento tienes que volver a orzar y repetir la jugada. Todo ello mientras la ola intenta sacarte de rumbo y hace que el barco se bambolee constantemente, ese balanceo es el que causa estragos en la cocina, hace que caigan cosas al suelo de vez en cuando, etc … Tú juegas con el timón orzando o cayendo para parar el balanceo y aplanar de nuevo el barco, unas veces sale bien y otras no, la mayoría de las veces sale bien, y para el timonel es una pequeña victoria en cada ola, una satisfacción personal, que sabes que no te van a agradecer, mientras que si la ola te vence, no sólo te sientes derrotado, sino que además sabes que estás causando problemas al resto de la tripulación y forzando el material, algo que no te va a agradecer nadie, tenlo por seguro. Y así seguimos, guardia tras guardia, hora tras hora, milla tras milla, nueve almas a bordo de un velero en pos de Santa Lucía. Ocean Phoenix, en alta mar, Jaime Darder. ![]() ![]() salud!!! |
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#117
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11 de diciembre – “Sólo” faltan 600 millas
Un nuevo día a bordo del Ocean Phoenix, en pleno Atlántico, muy lejos de su base del Club de Mar, desde donde zarpó el 16 de noviembre, nuestro barco se halla cada dia más cerca de Santa Lucía, ahora mismo son las 15:30 HRB (Hora Reloj Bitácora) que son las 18:30 en España y estamos a 615 millas de nuestro punto de arribada en tierras caribeñas, es decir, desde que ayer a las 17:30 rebasamos la marca de 800 millas hemos recorrido unas respetables 185 millas en 22 horas y con toda seguridad completaremos otra singladura de 200 millas o incluso un poquito más antes de las cinco y media de la tarde. Esto quiere decir que nos quedarán aproximadamente tres días de viaje y deberíamos estar llegando a puerto por la tarde del lunes día 14 de diciembre. La idea es pasar uno o dos días en Santa Lucía, donde se apeará Miguel, y luego dirigirnos sin prisas hasta Guadalupe, pasando por Martinica y Dominica, donde iremos desembarcando el resto de nosotros. Ahora mismo se produce un efecto muy curioso, todos navegamos, normalmente en el Mediterráneo, somos tipos que sin problemas nos hacemos alguna que otra travesía de 100 ó 200 millas, que nos parecen largas … ahora 600 millas nos parecen una especie de paseo, pero es que hay que tener en cuenta que todos llevamos ya al menos 2300 millas desde que salimos de Tenerife, a esas les tengo que sumar yo las 850 de Cádiz a Tenerife, con lo que yo llevo ya navegadas 3150 millas desde que subí a bordo el día 21 de noviembre, en mi caso llevo ya 16 días y pico de navegación, los demás unos doce, y el Capi, César y Emma están navegando desde que salieron de Palma. Todo esto produce un curioso estado de ánimo, puesto que por una parte ves cada vez más cerca un sueño cumplido, la vuelta a casa, estar con los que quieres, la vuelta a eso que llamamos “normalidad”, no es que te apetezca, simplemente va a pasar y sabes que es así. Por otro lado, una parte de ti no quiere que esto acabe, separar te de tus compañeros de travesía, que sabes que son ya amigos para siempre, ni bajarte de esta nave que te ha llevado sin desfallecer a lo largo de miles de millas, protegiéndote, pidiéndote atención, cobijándote, en una palabra, convirtiéndose en un mundo aparte dentro de un mundo en el que cada vez hay menos libertad y menos retos que sean una verdadera aventura. Hoy día incluso esta travesía a veces parece una especie de capricho, hasta que te ves con olas de seis metros y vientos de 30 nudos que empujan a tu barco a medias de 12 y con puntas en ocasiones superiores a los 20, hasta que oyes que otro barco con el que has coincidido en un puerto se ha hundido, hasta que Salvamento Marítimo difunde un mensaje diciendo que hay una patera desaparecida con setenta personas a bordo… Por dulce que sea la travesía, y esta lo está siendo, no deja de ser un reto, una aventura donde el peligro acecha en forma de chubasco, ola cruzada, tormenta eléctrica, rotura de una vela, caída al agua, un resbalón, cualquier cosa que hace que la navegación pase de ser un placer a una situación caótica y de extremo peligro. Pienso que el mar es posiblemente el último espacio de aventura en pleno contacto con la naturaleza y con muy remotas posibilidades de ayuda inmediata en caso de problemas, y el hecho de poderlo combinar con las comodidades de un barco moderno hace que tendamos a subestimar el peligro de lo que no deja de ser un medio hostil en el que nuestras fuerzas si no van acompañadas de habilidad, inteligencia, resistencia y coraje, de muy poco sirven. Y ahora hablemos de navegación, ayer pudimos por fin trasluchar, pensábamos hacerlo hoy, pero el role que esperábamos se produjo a eso de las nueve y media de la noche, por lo que trasluchamos ayer a eso de las diez de la noche, no sin dificultad, por cierto. La dificultad no fue debido a malas condiciones atmosféricas, ni a que la liásemos en la maniobra, sino a que tanta navegación a orejas de burro, amurados a estribor, ha afectado a algunos de los tornillos que sujetan el carro del tangón de espinaker, que es el utilizado para fijar el Génova al navegar en esta configuración vélica. Así, algunos de estos tornillos, cuyas cabezas sobresalían del carril, impedían que el carro se pudiese izar con normalidad. Sin embargo, Juan Luis compareció armado de algunas herramientas, se subió al palo y procedió a solventar la situación en unos minutos, así que pudimos completar la trasluchada sin mayores problemas, aunque en total esta operación que suele durar unos quince minutos se prolongó durante el doble de tiempo, tal vez incluso más. Ello tuvo la ventaja de que al ocurrir tanta cosa mi guardia pareciese mucho más corta. El efecto de la trasluchada es que ahora nuestra proa no apunta ya hacia Puerto Rico, sino hacia Santa Lucía y que nuestra VMG coincide prácticamente con la velocidad a la que navegamos. Y mañana … más. Ocean Phoenix, en alta mar, Jaime Darder. ![]() ![]() Saludc!!! |
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#118
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12 a 14 de diciembre – Aproximación final
El viento ha caído algo en los últimos días, desde el viernes para ser exactos, con lo que seguimos a buen paso en comparación con otros barcos con los que nos encontramos, no muchos, de hecho desde el jueves hasta ayer no habíamos visto a nadie. Sin embargo, entre ayer y hoy hemos encontrado y adelantado a tres veleros que yo sepa, y nos hemos cruzado con un par de cargueros. Ayer por la tarde estuve hablando por radio con el “Lufi of Guernsey”, un velero de unos once metros tripulado por tres valientes que habían salido de Inglaterra hace algo más de un mes y se dirigen aquí al ladito, nada menso que a Nueva Zelanda, aunque tienen previsto parar en Martinica para pasar las fiestas de Navidad. Es curioso que nosotros pensamos que vamos despacio porque en vez de los diez nudos de “velocidad estándar Ocean Phoenix” vamos entre siete y ocho, pero los hechos nos demuestran lo contrario, todos los barcos que alcanzamos vana a cinco y medio, a veces a seis, y muchas veces a menos … de hecho ahora estamos alcanzando a un velero de unos 115 pies (más grande que nosotros) que navega a vela y, según el AIS, a tan solo cuatro nudos, mientras nosotros avanzamos a casi ocho. Como anteayer teníamos la sensación de que estaba todo el pescado vendido, el Atlántico ha decidido hacernos unos cuantos “regalitos” de despedida en forma de roles y caída del viento, por lo que hemos trasluchado tres o cuatro veces, preciosas puestas de sol y amaneceres que parecían pintados al pastel, un mar suave que no nos zarandea como unos cientos de millas atrás, alguna pequeña avería de esas que pasan en todas las travesías y que se arreglan con toda normalidad, cosas del estilo de tornillos que se aflojan, bulones que amagan con despasarse, etc .., en fin, nada serio, sólo lo justo para que las cajas de herramientas salgan a cubierta y toda la tripu trabaje un poco .. y también se ha puesto de nuevo en marcha “Ocean Phoenix Pesquerías Transatlánticas” con un saldo de tres dorados y una preciosa sirviola en menos de cuarenta y ocho horas. A bordo ya suenan ritmos caribeños anticipando la llegada, se preparan las últimas comidas de la travesía, las guardias se difuminan pues quien más quien menos está en cubierta deseando saborear las últimas millas … y nuestro destino, Marigot Bay, en la isla de Santa Lucía, está a menos de 100 millas de nuestra proa, llegaremos esta noche, sí o sí … sólo el viento decidirá si llegamos en este lunes día 14 de diciembre de 2015 o mañana martes … Atrás queda una travesía hermosa, tranquila para lo que suele ser este tipo de viajes, risas, algún sobresalto, más risas, interesantes conversaciones, ratos para la meditación, momentos de acción trepidante, el Atlántico, un nuevo sueño en forma de objetivo cumplido para todos nosotros. Al frente tenemos el Caribe, cuyas aguas ya estamos acariciando y cuyas tierras pisaremos en unas horas, unos días de asueto, la vuelta a casa y, sobre todo, la certeza de una amistad surgida de la camaradería que une a un grupo de personas que, juntas, consiguen coronar un objetivo común, ni más ni menos que una tripulación: Juan Luis, César, Emma, Miguel, José, Óscar, Lluis, Xavier y yo mismo hemos completado lo que vinimos a hacer… hemos cruzado el Atlántico sin contratiempos reseñables, personas y barco llegamos sin daños, quizás un poco más cansados y más sabios que al partir, pero satisfechos y alegres por lo logrado … Y Duna, nuestra perrita navegante que culmina su tercera travesía Atlántica, nos mira, suspira, busca la sombra, consigue algún mimo … y sigue descansando. Acaba de anochecer, estamos a unas 40 millas de nuestro waypoint, una vez alcanzado el cual viraremos al Sur para dirigirnos a Marigot Bay, donde nos esperan un par de días de asueto y descanso antes de dirigirnos hacia Guadalupe. Hoy hemos visto dos barcos más, el ya mencionado velero de 30 metros que iba muy despacio, con rumbo a Martinica, nos ha extrañado su configuración vélica, pues iba con el tormentín y la mayor rizada, algo incongruente con la suave brisa que nos empuja. Juan Luis les ha llamado por radio, pero no han contestado, así que ignoramos si tienen algún problema o están navegando despacio a propósito. Por la tarde, a una milla aproximadamente, hemos visto otro velero que navegaba con mayor y spinaker, también le hemos adelantado y seguimos hacia adelante. Debido a que el viento nos obliga a llevar un rumbo por debajo del ideal, es casi seguro que en un par de horas tendremos que trasluchar para poder entrar a Santa Lucía por el Norte, que es el camino más corto hasta nuestro fondeadero. Ahora mismo, César está junto a mí, practicando con su guitarra, cada día lo hace mejor y lo cierto es que las tranquilas melodías que hace sonar contribuyen a un ambiente relajado y agradable a bordo. Emma, como cada noche, está preparando la cena, que será nuestra última cena en el Atlántico, la siguiente será en el Caribe mañana por la noche, será una cena de celebración por haber cumplido nuestro objetivo, y también será la despedida de Miguel, que nos deja el miércoles por la mañana para emprender el regreso a su querida Pamplona. Empezamos también a recibir los avisos de las emisoras costeras de VHF, con partes meteorológicos y avisos a navegantes, ahora mismo estamos escuchando el informe que emiten desde Martinica, en francés … nuestros queridos gabachos, siempre tan considerados, emiten únicamente en su idioma, a diferencia de lo que hacemos en España y otros muchos países, donde esta información se emite en el idioma nacional y también en inglés, para que podamos entenderlo todos … en fin, los cruasanes son así, y nosotros asá … Y Ocean Phoenix sigue deslizándose suave y majestuosamente sobre las olas mientras llegan risas desde la bañera. Ocean Phoenix, aproximándonos a Santa Lucía, Jaime Darder. ![]() ![]() salud!!! |
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#119
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15 de diciembre: Arribada “pirata”
Como dije días atrás, todo llega, y el final de la gran travesía también, tras trasluchar nos quedamos a rumbo directo hacia nuestro waypoint, más o menos a una milla de distancia del punto más septentrional de Santa Lucía. Casi al mismo tiempo empezamos a ver luces de tierra, poblaciones, el aeropuerto del N que es para vuelos regionales, etc … es decir, lo primero que ves cuando te aproximas a la costa de noche, luces y, poco a poco, a medida que te acercas, empiezas a distinguir los contornos de montañas, cabos y otros accidentes geográficos. A bordo la emoción es patente, todos estamos en cubierta, contemplando todos esos signos que nos dicen que hemos llegado, hemos cruzado el Atlántico y nuestro sueño se ha cumplido. Llegamos al waypoint, estamos a unas millas, no muchas, de Marigot Bay, pero tenemos ganas de pisar tierra cuanto antes … así que se decide entrar en Rodney Bay para estirar las piernas … La entrada merece un comentario en sí misma, te aproximas por una ancha bahía en la que hay barcos fondeados a ambos lados de lo que la carta muestra como un canal de acceso hacia el puerto deportivo … Y llegamos a la bocana, una bocana que no es lo que estamos acostumbrados a ver, no … en absoluto. Lo primero que ves es un canal de no más de 30 metros de ancho, y el derrotero te advierte de que no te acerques a las orillas, no sólo porque no hay calado, sino porque en el margen izquierdo visto desde el mar están atracadas con sus correspondientes muertos una treintena larga de embarcaciones de pesca que ocupan con creces casi la mitad de la anchura del canal. El paso navegable está marcado con unas estacas sobre las cuales brillan luces verdes y rojas, al estar donde estamos, se utiliza el sistema de marcación americano, por lo que las luces están al revés de como acostumbramos a verlas, es decir, la roja te queda a estribor y la verde a babor cuando entras a puerto, y al revés cuando sales. El paso es realmente estrecho, no mide más de quince metros, es decir, que si tuviésemos que dar la vuelta no podríamos hacerlo ni ciabogando porque nos sobrarían diez metros de barco. Entramos despacio, observando cada detalle y también muy pendientes de la situación de las estacas … por fin, el paso se abre a una ancha rada interior en la que vemos buena cantidad de pantalanes. Tras ver que muchos de ellos están llenos, los pasos son estrechos y el calado va bajando, optamos por amarrarnos a un pantalán en el que se ven veleros y motoras que oscilan entre los 20 y los 45 metros de eslora, unos cuantos de ellos vienen de la famosa regata ARC (Atlántic Rally Crossing). Quedamos amarrados popa al muelle pero con un largo “finger” al costado de babor que es un pantalán en si mismo, pues es una estructura de hormigón de unos tres metros de ancho. Es la primera vez desde que el barco salió de Palma que atraca en un pantalán que queda a su altura y no es preciso hacer acrobacias para subir y bajar de Ocean Phoenix. Al otro lado del finger se encuentra atracado un barco sueco que ha participado en la ARC, y hablamos con su armador que está en la bañera tomando la fresca. Es alrededor de medianoche hora local .. y Juanlu aparece con copas y dos botellas de cava que pone sobre el muelle … Abre la primera… y roción de espuma para la tripu al más puro estilo de la Fórmula Uno o Moto GP … Invitamos al vecino a tomar una copa con nosotros y nos hacemos las fotos de rigor. Nos vamos a dar un paseo con la intención de ir a tomar una cervecita por ahí, pero nos encontramos con que los bares del puerto deportivo y alrededores están cerrados. Un taxista nos ofrece llevarnos a Castries, capital de Santa Lucía, que está a un par de minutos en coche … pero en este momento somos inmigrantes ilegales en esta isla y podríamos tener un serio problema, además de que nuestra intención es largarnos a la francesa al amanecer. Así que optamos por volver al barco y tomar algo a bordo, entonces aparece una maravillosa botella de ron Zacapa que Jose había traído para un momento especial … y ¿qué mejor momento que este? Nos sentamos todos en la bañera y nos quedamos tomando algo y conversando hasta casi las tres de la mañana hora local, que resulta ser una hora menos que la que llevábamos en el reloj de bitácora del barco, que ya iba con cuatro horas de retraso con respecto a España. Me despierto a eso de las siete de la mañana y el barco ya está en marcha, hemos salido de Rodney Bay al más puro estilo “pirata”, es decir, sin decir hola ni adiós y sin que el personal de la marina se haya dado ni cuenta de nuestra llegada … ni de nuestra partida, claro. En aproximadamente una hora llegamos a Marigot Bay, donde tenemos amarre reservado, y tras completar las maniobras de atraque, tenemos tiempo de admirar el sitio … es precioso, simplemente precioso, una postal del Caribe como te lo imaginas: barcos fondeados, otros amarrados, manglares, una playa con sus cocoteros, una marina estupenda, personal agradable …. Y precios carísimos, lo que descubrimos cuando tras tomarnos unas cuantas rondas de cervezas en la terraza del bar de la marina nos las cobran nada menos que a cinco euros cada una … ahora nos explicamos por qué había tan poca gente en la terraza a pesar de ser un sitio extremadamente agradable. Pero bueno, no pasa nada, estamos aquí y se trata de pasarlo lo mejor posible, así que nos vamos a comer a un sitio que está junto a la marina, pero no forma parte de ella en sentido estricto. Aquí el zapatazo será de unos 50 euros por persona, no es un exceso inasumible, pero es caro teniendo en cuenta que hemos bebido cervezas y nos hemos tomado un plato cada uno y algunos postres compartidos, aunque lo hemos pasado realmente bien. La tarde pasa entre explorar la marina, coger la auxiliar e irnos a la playa de enfrente a tomar algo y darnos un baño, etc … Aquí los precios son más normales, una cerveza sale a unos dos euros, lo que es prácticamente lo que pagaríamos en un chiringuito en España. Esta playa está junto a un resort y tiene un sitio para celebrar bodas como esas que vemos en las pelis americanas … y tuvimos la suerte de poder ver una boda en directo, muy sencilla, sólo los novios y los padrinos, y el encargado de casarlos … una ceremonia sencilla y emotiva, y ya estaban casados, nosotros les aplaudimos y les deseamos lo mejor. Volvemos al barco, nos duchamos y a cenar a un sitio que nos han recomendado y donde nos han dicho que podemos disfrutar de la comida local a precios contenidos … pero aunque la comida es muy buena y ciertamente es cocina criolla, los precios no son precisamente contenidos, acaba costándonos la torta un pan, pero es que si estás aquí, estás aquí … yo creo que esta gente tiene dos juegos de menús, uno con precios para locales y otro para los “guiris de los barcos”, pero fue una buena cena, y ya sé que si vuelvo algún día a esta preciosa isla, no cenaré en este restaurante pues después hemos descubierto locales con precios mucho más lógicos. Regresamos a puerto, un último trago y un poco de conversación y a dormir … mañana nos vamos de excursión y acompañamos a Miguel al aeropuerto … Así que, mañana más. Ocean Phoenix, en Marigot Bay, Santa Lucía, Jaime Darder ![]() ![]() Salud!! |
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#120
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16 de diciembre – Un cumpleaños y una excursión con sorpresa.
Nos despertamos más o menos pronto, como siempre, pues aquí hace ya semanas que entre las guardias y demás, nuestros organismos se han adaptado a funcionar con el sol. Como dije ayer, hoy nos deja Miguel, pero antes nos iremos de excursión, el plan es recorrer la isla durante el día y acercarle al aeropuerto al final del recorrido. Así que a las diez subimos a la furgoneta que nos llevará a dar la vuelta a Santa Lucía, no vamos todos, puesto que Emma tiene cosas que hacer en el barco, y Lluis, Oscar y Xavier deciden quedarse a pasar el día en Marigot. Salimos de Marigot y empezamos a recorrer una ruta realmente sinuosa, las carreteras tiene bastantes baches y son muy reviradas, puesto que discurren entre escarpadas montañas y colinas. De hecho estamos recorriendo una carretera relativamente reciente, tanto que la primera población a la que llegamos, Canaries (o Kanawe en su versión criolla), es un asentamiento de pescadores al que hasta los años setenta no se podía llegar más que por mar. La cruzamos sin detenernos y seguimos hacia Soufriéres donde tenemos intención de para a comer. Las montañas están cubiertas de vegetación de todo tipo y nuestro chófer, Paul, es una especie de enciclopedia que nos va señalando los distintos tipos de árboles y plantas, varias clases de plataneras, tamarindos, el árbol de la canela, pistachos, anacardo, maracuyá, naranjos amargos y dulces, pomelos … y lo que ellos llaman el “wine tree” o árbol del vino, que da unos frutos que no pudimos apreciar bien puesto que él iba señalando las distintas especies a mientras iba conduciendo, lo que hacía que a veces no supieras muy bien qué estaba señalando. Lo curioso del árbol del vino es que se recolectan sus frutos, se pelan y se introducen en un recipiente, un cubo, un tonel o algo por el estilo, se cubren con azúcar moreno y se dejan ahí, fermentando, Paul nos asegura que al cabo de dos o tres semanas, una vez fermentado, se obtiene una bebida que sabe exactamente como el vino tinto … a falta de pruebas, optamos por creerle. Llama la atención que a lo largo de toda la ruta, a los lados de la carretera, hay puestos donde venden todo tipo de cosas, desde imanes a pulseras, pareos, gorras y todo tipo de souvenirs, además encontramos chiringuitos donde uno puede parar a beber o picar algo. En un mirador decidimos para a comprar unos cocos, con la idea de beber su agua, que resulta deliciosa, fresca y con un punto dulce que la hace resultar muy refrescante. Hacia las doce estamos en Soufriéres, que es un pueblo costero con mucha vida y bastante animado, no hay puerto, sólo un muelle en el que atracan golondrinas y catamaranes turísticos, pero el fondeadero está muy protegido y organizado a base de boyas que salen muy bien de precio. El sitio es pintoresco, hay muchos bares y restaurantes, mucho más baratos que en Marigot, de hecho decidimos entrar en un bar a tomar unas cervezas y el precio es menso de la mitad que en la marina, de hecho no llega ni a los dos euros, más bien cerca de uno setenta y cinco, como en España … Es un lugar muy turístico, pero no está montado para arrasar los bolsillos de los visitantes como es el caso de Marigot. Al acerarnos al embarcadero, un joven saluda a César, al que conoce de su visita anterior a Soufriéres con el Sargantal, su barco, nuestro chófer se engada y le pregunta que qué hace con “su” gente, a lo que César le dice que Joe es amigo suyo y va a comer con nosotros. Nos dirigimos al restaurante, acompañados por Joe y Paul, es un sitio en el que se come básicamente cosas a la barbacoa, de los siete que somos, uno opta por comer cerdo a la brasa, otros optamos por pedir pollo y Juan Luis y Paul se decantan por el pescado (no sabemos cuál por que no nos lo dicen). El plato es más que cumplido, de hecho es una ración que podría bastar para dos personas y la guarnición es a base de patatas braseadas, arroz blanco, ensalada, unos trozos de boniato y salsas variadas. Y, una vez más, el precio nos sorprende, hemos comido por unos once euros por persona, realmente razonable. Y ahora viene la sorpresa, César celebra su cumpleaños y promete preparar huevos rotos con langosta, pero hemos de conseguir la langosta … pregunta a Joe y éste le aconseja ir a un pueblo de pescadores llamado Suzielle (si no mal recuerdo), así que allá vamos. Llegamos y hay una especie de lonja al aire libre que está junto < una estación de servicio y un pequeño puerto que parece bastante nuevo pero cuya bocana está obstruida por arena… con lo que en realidad estamos ante una especie de piscina de agua salada estancada que no sirve para el propósito para el que fue construido. De hecho, las barcas de los pescadores están varadas en la playa, como es habitual por estos lares. La historia del puerto es más que curiosa, y triste si lo pensamos bien, puesto que fue construido con capital japonés, como explica una placa que hay junto a las oficinas. Oficialmente fue una donación del Japón para contribuir a la mejora de las condiciones de los pescadores de bajura de Santa Lucía, la realidad es que Japón construyó una serie de infraestructuras en la isla a cambio del voto favorable de ésta para que siguiera permitiéndose la caza de ballenas en los océanos. Como digo, es una pena ver que un estado avanzado y desarrollado como Japón hizo todo lo posible para seguir cazando ballenas a base de comprar votos de estados pobres como Santa Lucía, un estado independiente que cuenta con menso de 200.000 habitantes. En fin, vamos ahora a lo divertido, César negocia un muy buen precio por las langostas, vienen a salir a unos 16 euros el kilo ... pero ahora viene lo bueno, las langostas están en las nasas, con lo cual hay que ir a buscarlas, y eso se hace en una barca. Esa barca está varada en la playa y hay que botarla, ello se hace a base de estirar y empujar, es obvio que el pescador solo no puede, así que nos unimos todos a la tarea y en un periquete la barca está en el agua, suben el pescador y un colega suyo, así como César y Juanlu. Zarpan los cuatro hasta un punto situado a unos 500 metros de la playa, donde proceden a izar la nasa y César elige los ejemplares que más le apetecen. Al poco tiempo están de nuevo en la orilla, y procedemos todos de nuevo a empujar y estirar todo lo necesario para poder dejar la barca varada en la playa. Las cuatro langostas que traen son preciosas, de alrededor de un kilo cada una, volvemos a la lonja, se pesan las langostas, las ponen en una caja que será depositada en la furgoneta y partimos de nuevo. Esta vez hacia Castries, la capital, donde está el aeropuerto para vuelos regionales donde nos despediremos de Miguel, es una despedida emotiva, curiosamente, los cuatro que le acompañamos vivimos en Palma, Juan Luis, César, José y yo; y sabemos que nos veremos pronto, en un par de meses a lo sumo ya que Miguel tiene su barco allí y suele pasar las vacaciones a bordo (un par mallorquín entiéndase que no significa dos, pueden ser dos, tres, cuatro o incluso seis o siete, es una especie de medida indefinida). Antes de volver a Marigot, pasamos por Castries, la capital de Santa Lucía, que tiene un puerto en el que están atracados varios grandes cruceros y unos cuantos portacontendores. Las calles son bulliciosas, el mercado está muy animado, es una ciudad un tanto caótica, donde edificios muy bien conservados e incluso nuevos se alternan con otros que necesitan cuando menos una buena mano de pintura. Esto es algo que en el Caribe se ve a menudo, especialmente en los pequeños estados que optaron por independizarse de Gran Bretaña. Por fin regresamos a Marigot, llegamos al barco acompañados de nuestras nuevas “amigas”, que lo serán por muy poco tiempo … pues César procede inmediatamente a decapitarlas y trocearlas … al cabo de un rato estamos sentados a la mesa y aparecen tres enormes fuentes de huevos rotos con langosta frita que son sumariamente devorados con fruición, y lo cierto es que eso que dicen de que la langosta caribeña no es tan sabrosa como la nuestra es una afirmación que queda cuando menos puesta en entredicho, estas están deliciosas. Tras las langostas, sale a cubierta una estupenda tarta que ha preparado Emma, para celebrar el segundo cumpleaños a bordo en este viaje. Tras la cena, subimos (de hecho casi escalamos) la empinada calle que sale de la marina hasta el centro del pueblo, donde cada miércoles se celebra una especie de fiesta a la que acude casi todo el mundo. El local es lo que llaman “el club”, que es un edificio con todo el frontal abierto, una pista de baile, un pequeño escenario, una larga barra y lleno de gente con ganas de pasarlo bien. La música está a un volumen atronador, y hay una especie de “speaker” que se pasa la noche animando al personal a grito pelado … es divertido y curioso, enfrente, al otro lado de la calle, hay un par de puestecitos donde se puede adquirir comida y también bebidas, los precios son realmente asumibles y el ambiente no está nada mal. Tomamos unas cervezas unos y algún que otro ron otros y, a eso de las doce, nos vamos de nuevo al barco a descansar puesto que queremos salir pronto por la mañana del jueves hacia Dominica, donde está previsto que se una a nosotros Regina, una amiga de César y Juanlu con la que coincidimos en Arrecife y que ha cruzado el Atlántico como tripulante de un catamarán. Ha sido un estupendo día que nos ha permitido descubrir, al menos parcialmente, esta bella isla y nos ha reconciliado con ella eliminando el mal sabor de boca del día de nuestra llegada. Y así, con la ausencia de Miguel, al que de veras hemos echado de menos durante la cena, nos vamos todos a dormir. Ocean Phoenix, en Marigot Bay, Santa Lucía, Jaime Darder. ![]() ![]() Salud!!! |
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#121
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Ahora me falta acabar de escribir las crónicas de la subida hasta Guadalupe, tan pronto las tenga os las subo!!!
![]() ![]() Salud!!! |
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#122
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Fantásticas crónicas. muchas gracias por compartirlas!
Por lo que veo, habéis tenido un cruce bastante cómodo en un super-barco. Enhorabuena por haber podido cruzar dos veces el Atlántico, y por haber podido navegar por el Caribe! Cuenta, cuenta, que todo lo que escribas sobre esta aventura aquí estamos para leerlo. Cervecitas ![]() LDN
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“No hay nada más arriesgado que no arriesgar nada” |
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Jadarvi (26-12-2015) | ||
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#123
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Muchas gracias cofrade por habernos regalado con tus cronicas en estos dias tan señalados, ha sido un buen regalo de Navidad y felicidades por vuestras singladuras y por tu forma de contarlas.
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| Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a avi | ||
Jadarvi (27-12-2015) | ||
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#124
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Buen relato
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Jadarvi (27-12-2015) | ||
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#125
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Muchas gracia Jardavi, describes la travesía y las vivencias de una forma tan realista y amena que parce que las estemos viviendo contigo.
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Jadarvi (05-01-2016) | ||
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