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VHF: Canal 77 |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
La picaresca en este aspecto es a veces desmedida, se aprovechan de la ignorancia de muchos clientes para vender gallinetas por cabrachos y un sinnúmero de fraudes más. Picardía ibérica
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Stemma Proderi In Primis Bermei |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Bueno, ahora le toca el turno al del pijama a rayas. EL LISTADO <<Al igual que todos los peces de la familia de los Túnidos, el Listado tiene un cuerpo fusiforme y fuerte, sus dientes son cónicos y pequeños, la circulación sanguínea periférica es muy intensa, su temperatura corporal es más alta que la del medio que le rodea y sus aletas dorsales suelen estar contiguas ó muy cercanas, pero nunca separadas por una distancia igual ó mayor que la base de la primera dorsal. Tiene unas bandas ó listas longitudinales que le recorren toda la zona ventral, de ahí le viene su nombre. Estas bandas suelen ser en número de 4 a 6 por cada lado del vientre y tienen un color parduzco. Cuando los individuos están vivos éstas bandas no son demasiado evidentes. Se oscurecen y son más notorias en los ejemplares muertos. Este Túnido pertenece, en unión de la Bacoreta, al género Euthinnus establecido por Lütken en 1881, el cual encuadra a peces de talla intermedia entre las especies del género Thunnus y las de Auxis, es decir, entre el Rabil y el Patudo por una parte y las Melvas por la otra. Las escamas se localizan solamente en el corselete, quedando desnudo de ellas todo el resto del cuerpo. La primera aleta dorsal tiene el borde netamente cóncavo y está separada por un estrecho espacio de la segunda. Una característica interna de éste género es la de carecer de vejiga natatoria, de ahí que no sea muy dado a descender a grandes profundidades, lo cual tampoco significa que no sea capaz de hacerlo. Por ejemplo, puede descender a 260 metros como máximo en poco más de un minuto si hay algo que le asusta. Alcanza los 40 kilómetros por hora de velocidad punta, lo que no está nada mal teniendo en cuenta su contenida talla. Dentro del género Euthinnus está clasificado en el subgénero Katsuwomus establecido por el japonés Kinshinouye en 1923. Su nombre científico completo es Katsuwomus Pelamis. Se caracteriza éste subgénero por no tener dientes en el vómer ni en los palatinos, por el descenso brusco de su línea lateral a la altura de la segunda aleta dorsal y poseer más branquispinas que las especies del otro subgénero, representado en nuestras costas por la Bacoreta (Euthinnus Alletteratus). Se distingue fácilmente de la Melva, por tener ésta las aletas dorsales muy separadas. De la Albacora porque las pectorales de ésta sobrepasan la segunda dorsal. El Listado se diferencia de la Bacoreta en que ésta tiene de 3 a 8 manchas redondas y casi negras como grandes lunares a ambos lados del pecho, y otras manchas sinuosas en los dos tercios posteriores del dorso, pero no tiene bandas oblicuas longitudinales algo inclinadas en el vientre. Finalmente se distingue del Bonito del Sur en que éste tiene sus bandas recorriendo el dorso, mientras que en el Listado recorren su vientre como ya he dicho antes. La sección central de su cuerpo es cilíndrica. El descenso de volumen es bastante brusco hacia el pedúnculo caudal, esto es más acusado cuanto más grande sea el individuo, de ahí que a los mayores se les denomine Barrilete por razones obvias. Su hocico es corto y los ojos de tamaño mediano. La boca es más bien pequeña, y los dientes muy reducidos en las mandíbulas y en la faringe. La lengua tiene un reborde en cada lado. La particularidad de que tenga más branquispinas (entre 53 y 63) y más largas que los demás peces de su familia es un claro indicativo de que uno de sus alimentos es el Plancton, esto está comprobado que es así, pero no solamente mientras son juveniles como en las demás especies de Túnidos si no también cuando son adultos. El Listado tiene el cuerpo fusiforme, muy panzudo, de talla mediana y con el pedúnculo caudal provisto de crestas y quilla. Ya se ha dicho que solo tiene escamas en la parte anterior del tronco, formando ese escudo característico en muchos escómbridos al que se le denomina corselete ó peto. Su talla más habitual es de entre 50 y 65 centímetros con un peso de 2 a 4 kilos, pero de viejos miden casi un metro y pesan 15 kilos, éstos ejemplares son frecuentes en la costa oriental del Brasil y en el Océano Pacífico. El pesquero de bajura de Bermeo denominado “Urengoy” capturó en verano de 1972 al Oeste del Cabo de Finisterre y con aparejo de curricán ó cacea, un ejemplar de 110 cm que arrojó en báscula un espectacular peso de 26 kilos, pero parece ser que se han llegado a capturar ejemplares de hasta 32 kilos. Su primera aleta dorsal tiene de 14 a 16 radios espinosos. La segunda dorsal y la anal son triangulares, opuestas en su colocación y muy parecidas entre sí. La caudal al igual que sus parientes es semilunar y muy fuerte. Las aletas pectorales son muy cortas y poseen 26 ó 27 radios espinosos. El número de vértebras es de 41. Las pínulas, en número de 7 a 9, son también muy pequeñas y semitransparentes, aunque dotadas de movimiento propio. Su dorso es azul oscuro con reflejos verdosos o añil, los flancos y el vientre son plateados, más bien de un tono a zinc, y están recorridos a cada lado por 4 a 6 bandas de color pardo, que empiezan detrás del corselete y terminan justo antes de la raíz de la cola. Estas bandas son más cortas en la parte superior y se alargan a medida que recorren las partes inferiores de la región ventral. Curiosamente las listas o bandas parduzcas no son visibles en individuos vivos, por el contrario comienzan a hacerse evidentes mientras agonizan y quedan perfectamente marcadas con su característico color parduzco una vez muertos. El Listado habita en todos los mares cálidos y templados del globo, es muy pelágico y se acerca con no mucha frecuencia a la costa, por lo que recibe el apelativo de Bonito de Altura. Únicamente en verano y en determinadas épocas, se aproxima algo al litoral, para regresar pronto a alta mar. En numerosas ocasiones llega a adentrarse en el Mar Cantábrico hasta la costa francesa. Se conocen casos en los que incluso se han capturado Listados en el mismo Muelle de Los Mármoles, del puerto de Arrecife de Lanzarote, por cañeros que se encontraban amarrados en dicho lugar. Se alimenta de pequeños peces gregarios y otros no tan pequeños como Peces voladores, de alevines de otros peces, de Krill y de Plancton. Es el más voraz de todos los Túnidos, el canibalismo en esta especie es muy frecuente, individuos grandes devoran a los más pequeños sin miramientos si se ponen a su alcance. Su voracidad es tan extrema que muerde el anzuelo desnudo excitado por su brillo. Cuando se encuentra congregado bajo un Objeto flotante ó un barco parado, nada en círculos alrededor de él a gran velocidad mientras se alimenta de Plancton. Es curioso cómo por la parte de barlovento lo hace sumergido a varios metros de forma que no se le ve, mientras que por sotavento lo hace en superficie formando brisa ó serguera. Es sorprendente también que los círculos que describe son siempre en el sentido de las agujas del reloj, visto desde arriba. Es decir, a derechas. Otra particularidad de esta especie es que los individuos, principalmente los adultos cuando se encuentran congregados bajo un objeto flotante ó un barco parado, frecuentemente abandonan el lugar justo a mediodía y se alejan incluso hasta 15 millas naúticas para buscarse alimento el resto del día y regresar a “casa” al anochecer. Esto sucede casi siempre cuando las aguas están muy claras (aguas azules), y el Plancton es en consecuencia muy escaso e insuficiente por tanto para su exigente manutención. Cuando las aguas son verdes y ricas en microorganismos vivos, estos voraces comensales son mucho menos dados a alejarse del “Objeto”, obviamente porque el alimento lo tienen allí mismo. A veces se congregan en bancos tan grandes que cuando avistan un banco de Clupéidos pueden formar una espuma del tamaño de una milla cuadrada mientras se alimentan, como por ejemplo en la pesquería de la costa brasileña. Esta especie es sin duda alguna la más abundante en individuos de su familia. El metabolismo del Listado es altísimo y su crecimiento muy rápido. Su carne es sabrosa pero tiene menor valor comercial que la Albacora ó el Rabil debido al color rojizo que tiene, consecuencia de tan alto metabolismo, y que una vez cocinada adquiere una tonalidad parecida a la del Salmón (Salmo Salar). El rendimiento neto que se obtiene del Listado está comprendido entre el 35 y el 40 %. De esta especie se capturan al año unas 500.000 toneladas, de las cuales la mitad se efectúan en el Pacífico, el 30 por ciento en el Índico y el 20 por ciento restante se captura en el Atlántico. Por países Estados Unidos se encuentra de nuevo a la cabeza mundial con 100.000 toneladas al año. En Europa destaca España con 90.000 toneladas. La temperatura de presencia para esta especie está comprendida entre los 19 y los 31 grados, pero donde más a gusto se encuentra es con aguas de entre 23 y 27. Los individuos inmaduros prefieren aguas más frías y verdes pues normalmente son las que más Plancton contienen. Téngase en cuenta que para un Listado juvenil es imposible dar caza a un Clupéido que más adelante será su principal alimento. Es muy dado a congregarse bajo objetos flotantes, y también a asociarse a Tiburón de puntas blancas, Tiburón Ballena, Rorcual Tropical, y cualquier otra especie de Túnidos. La fecundidad en esta especie es muy variable y depende principalmente del tamaño del ejemplar. Oscila entre 100.000 y 2.000.000 de huevos por puesta. Alcanza la madurez sexual a los tres años cuando su peso es de 2 kg., con una talla de 47 cm. Puede llegar a vivir catorce años aproximadamente. Le atrae la luz artificial, por eso se concentra a menudo de noche bajo barcos parados con el alumbrado encendido. Apenas le asusta nada, los ruidos, los brillos y los golpes hacen poca mella en él, es capaz de lanzarse al chorro de expulsión de la hélice de un barco si allí detecta presencia de manduca. Cuando se ve encerrado dentro del saco de una red, muere rápidamente, pues se estrella contra las mallas con violencia, reventándose las branquias y desangrándose como resultado en muy poco tiempo. Incluso se han dado casos en que acuciado por el hambre, al verse encerrado en un “Arte” de cerco, se han lanzado contra los paños de red enmallándose masivamente en consecuencia, y originando graves problemas a los tripulantes del cerquero. Casi siempre que esto ha sucedido, se trataba de ejemplares de considerable talla. Algo hasta cierto punto comprensible si se tiene en cuenta el gran aporte de alimento que estos individuos están habituados a ingerir. Su nombre científico (Katsuwomus Pelamis), se debe a Linnaeus, que lo describió por primera vez el año 1758, siendo por tanto junto con el Atún común el primero en ser debidamente clasificado y bautizado. Pero para no faltar a la costumbre, algunos pocos autores aún hoy día se empeñan en llamarle (Euthinnus Pelamis), e incluso algún que otro “alumno aventajado” ha optado por tirar de la calle de en medio y denominarle (Euthinnus Katsuwomus Pelamis)>>
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 23-05-2020 a las 14:49. |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Y ahora toca el chiquitín de la familia: LA MELVA <<Es el más pequeño de todos los peces de su familia. Tiene el cuerpo en forma de huso y la sección central de su cuerpo es cilíndrica. Su hocico, así como la boca y los dientes son pequeños. Los ojos son de tamaño mediano. La piel está constituida por cuatro capas de tejido distintas que se entrecruzan. La primera aleta dorsal es triangular y muy pequeña, a consecuencia de lo cual está muy separada de la segunda, que es blanda y pequeña también y está situada en posición opuesta a la anal. El color de su dorso es gris azulado adornado con manchas negruzcas e irregulares, de manera muy parecida a como sucede en la Bacoreta y en la Caballa. Los flancos son plateados con un tono celeste. El vientre es plateado con tono a cromo, es decir muy brillante. La parte superior de la cabeza es más oscura que el dorso y sin manchas. Todas las aletas de la Melva son de color gris y de pequeño tamaño, excepto la caudal que es proporcional a su talla. Va precedida de pequeñas pínulas semitransparentes. Posee escamas pequeñas, cicloideas y lisas solamente en el corselete, estando enteramente desnudo de ellas el resto del cuerpo. Tiene crestas y quilla en el pedúnculo caudal. La aleta caudal tiene los lóbulos puntiagudos y su forma se asemeja mucho a la de la Caballa, al igual que en el caso de la Bacoreta. Raras veces alcanza el medio metro de longitud, con un peso de 2,5 kg., y esto únicamente en la pesquería del Japón. La mayor parte de los ejemplares que se capturan rondan entre los 30 y los 40 cm, con un peso de alrededor de 0,75-1 kg. Es capaz de alcanzar velocidades de 30 Km/h, lo que no está nada mal teniendo en cuenta su pequeña talla. Habita en todos los mares tropicales y templados del Planeta, lo mismo cerca de las costas que en Alta mar, aunque es más frecuente encontrarlo en las proximidades de los continentes. Es muy sociable. Se asocia por comensalismo con asiduidad con cualquier otra especie de Túnido, excepto con Atún común. Por este motivo y por su pequeña talla a veces es presa de Rabiles y Patudos, que los engullen enteros sin contemplaciones. Su asociación con Cetáceos y Tiburones es también habitual. Es muy dado a congregarse bajo objetos flotantes y también bajo barcos a la deriva. Además le atrae mucho la luz artificial. Vive en aguas cuyas temperaturas se encuentran entre 22 y 32º C., mayormente se le encuentra con temperaturas de entre 25 y 29. Prefiere las aguas superficiales de hasta 50 Mt. de profundidad, donde captura sus presas consistentes en alevines de otros peces principalmente. La Melva alcanza la madurez sexual a los tres años cuando su talla es de unos 35 cm, con un peso de 0,8 kg., y pone entre 200.000 y 1.000.000 de huevos dependiendo de la talla. Puede vivir hasta diez años. Existe una subespecie en el Océano Pacífico denominada Melvera en el vocabulario popular, y que recibe el nombre científico de (Auxis Rochei). Su carne es muy sabrosa, sobre todo conservada en aceite de oliva, pero es poco codiciada por los conserveros dado que debido a su escaso tamaño requiere mucha mano de obra para su enlatado. Además el rendimiento neto es paupérrimo comparado con otros Atunes, puesto que la parte que se desperdicia es muy grande, aproximadamente los dos tercios del peso del ejemplar crudo. Fue descrito y debidamente clasificado por vez primera por Lacépede en el año 1803, que lo bautizó con el nombre de (Auxis Thazard)>>
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 24-05-2020 a las 11:00. |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Melvita rica!!!
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Sailing is better than waiting for a perfect day to ship. _/) https://youtu.be/hJlojXdQVDQ |
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TXELFI (24-05-2020) |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Gracias, me encanta leer tus comentarios,sabiendo que son de una persona que sabe de lo que escribe, un saludo.
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Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a llanera | ||
TXELFI (24-05-2020) |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Y ahora nos vamos a meter con el más gordo de la familia :
EL PATUDO <<Es el más obeso de todos los Túnidos, de ahí le viene el nombre científico de (Thunnus Obesus), heredado de Lowe, que lo clasificó por primera vez en el año 1839. Extrañamente fue el último en ser debidamente encuadrado en su familia, y además en fecha tan tardía. El Patudo tiene la cabeza grande y los ojos más grandes que el resto de los peces de su familia. Las aletas pectorales están bien desarrolladas, aunque nunca tanto como las de la Albacora. La segunda aleta dorsal y la anal son pequeñas, muy parecidas entre sí y tienen las puntas dirigidas hacia atrás. Poseen movimiento propio aunque escaso. La anal está un poco más retrasada que la segunda dorsal. La aleta caudal es semilunar como en el resto de sus parientes, pero en este caso es algo más grande y robusta en proporción al tamaño del individuo. El corte central del tronco es oval, por ser esta especie bastante comprimida por los flancos, al igual que la Bacoreta y el Bonito del Sur. Cuando son jóvenes nadan cerca de la superficie, la mayoría de las veces en asociación de otras especies de Túnidos como el Listado. Los adultos gustan de aguas más profundas y viven normalmente más dispersos en los océanos, aunque a veces se congregan en gigantescos cardúmenes. Se pescan habitualmente ejemplares de tallas entre 50 y 160 cm, con pesos que abarcan entre los 3 y los 90 kilos, pero esta especie junto con el Atún de aleta azul y el Rabil llega a alcanzar tallas que sobrepasan los dos metros. El más grande de que tengo conocimiento hasta la fecha se capturó en 1977 a la altura de Ocean City (Maryland, USA). Con una longitud a la furca de 206 cm pesó 170,3 kg, seguido de otro que se pescó en aguas de Nueva Zelanda en 1981, con una longitud de 203 cm arrojó en báscula un peso de 158 kilos. Aunque Yukinawa hace referencia de un ejemplar capturado en el Océano Índico cerca del archipiélago de las Chagos, que alcanzaba los 225 cm de longitud, aunque no especifica el peso. Vive en todos los mares tropicales y subtropicales del Planeta. Alcanza velocidades considerables. En este apartado se coloca inmediatamente después de sus primos el Rabil y el Atún común, con 80 km/h de velocidad máxima. A los ejemplares adultos les gusta habitar cerca de las costas, ya sea de los continentes ó de las islas, pues a su dieta de peces pelágicos gusta de acompañar de crustáceos de fondo como Gambas (Aristeus Anntenatus) y Langostinos (Penaeus Caramote) que encuentra sumergiéndose hasta profundidades superiores a los 1.000 metros en los cantiles de las zonas antes descritas. También come peces demersales como la Merluza ó la Bacaladilla (Micromesistius Poutassou). En este apartado es de destacar que el Patudo es de todos los peces de su familia el que más desarrollada tiene la vejiga natatoria. En consecuencia es el campeón absoluto de inmersión de todos ellos, pues si bien la Albacora ó el Rabil son capaces de descender a 250 metros de profundidad en un minuto, siempre en cuando no haya un brusco descenso de la temperatura ó Termoclina en el trayecto, el Patudo puede descender a 300 metros en el mismo tiempo y sin apenas afectarle para nada los cambios de temperatura del agua, siempre que la misma se encuentre entre los 18 y los 30 grados. Es digno de mención cómo algunas especies de Túnidos tienen la capacidad de soportar unos cambios de presión tan brutales en muy pocos minutos sin que a su organismo les afecte en absoluto. Si bien es verdad que otras especies demersales soportan presiones incluso mucho mayores, también es cierto que las especies demersales viven siempre en el lecho marino ó próximos a él, siendo por tanto su forma de vida natural. Tengamos presente por ejemplo que si extraemos a superficie, donde la presión es cero, un animal que ha vivido siempre a 500 metros de profundidad, donde la presión es de algo más de 50 kilogramos por centímetro cuadrado, el espécimen se hinchará como un globo, llegando incluso a estallar debido al descomunal descenso de presión. Este es el motivo por el que por lo general las especies de mayores profundidades poseen las carnes más tiernas y delicadas. Para muestra, dos botones. Muy pocos animales marinos pueden igualar ó superar las hazañas de los grandes Atunes, entre ellos el Cachalote (Catodon Macrocéphalus) y la Morsa (Odoboenus Rosmarus). Existen tantas evidencias que es casi un axioma el que estos dos campeones de la inmersión profunda descienden a veces hasta más de 2.000 Mt de profundidad para procurarse el sustento para ellos y para su progenie. El solo pensarlo produce casi escalofríos. Y ya que me he desviado del tema os diré lo que por testimonios de centenares de balleneros se sabe de antiguo: Un cachalote de 60 pies de longitud cuando emerge hace 60 respiraciones muy aproximadamente para oxigenar su sangre antes de sumergirse de nuevo y permanece en las profundidades durante 60 minutos muy aproximadamente también. Extraordinario. Aguantan sumergidos proporcionalmente a su talla. Pero esperen, los Zifios de Cuvier(Ziphius Cavirostris), un cetáceo odontoceto que alcanza 7 metros y 3 toneladas, son incluso capaces de superar estas hazañas, se sabe de una a la cual se colocó un profundímetro al Oeste de la costa de California que llegó a descender a casi 3.000 metros de profundidad y permaneció sumergido a lo largo de 160 minutos nada menos. Sobran más comentarios. El Elefante marino(Miorunga) desciende hasta los 2.400 Mt y permanece hasta 120 minutos sumergido. Incluso la Orca (Orcinus Orca) se sabe con certeza que desciende hasta los 1.200 Mt. Además, continuará siendo un misterio sabe Dios hasta cuándo, el secreto mediante el cual pueden conseguir semejante proeza estos seres extraordinarios. Fíjense que si hablamos de los modernos artilugios, obra de la ingeniería humana, aún a pesar de los excelentes materiales y de la tecnología de la que se dispone hoy en día, no todos los sumergibles hechos por los humanos pueden descender a semejantes profundidades. De Patudo se pescan en el mundo 150.000 toneladas anuales aproximadamente, de las cuales el 60 por ciento corresponden al Pacífico, el 25 por ciento al Atlántico, y el 15 por ciento restante al Indico. Por países Japón y Corea acaparan la mitad de las capturas totales de Patudo. En Europa, es de nuevo España la más pescadora de esta especie con unas 15.000 toneladas anuales. De él se obtiene un rendimiento neto de entre el 45 y el 55 %, aproximadamente. Por lo que respecta a su carne, es menester diferenciar dos etapas de la vida de este pez, por cuanto que la metamorfosis que sufre la misma en el transcurso de un año, haría creer al no avezado de que se trata de dos especies distintas. Cuando son jóvenes, es decir, de un peso de hasta unos 25 kilos, la carne del Patudo es sabrosísima, jugosa y de un color clarísimo, casi blanco como la de la Albacora con la cual se puede confundir si no se observan con atención las pequeñísimas motas como los puntos de las íes que se ven al deshojar su carne después de cocinada, y que no son otra cosa que partículas de sangre coagulada, resultado de una descompresión excesivamente rápida. Esta particularidad es inexistente en las demás especies de Túnidos. Sin embargo, cuando el individuo se acerca a su madurez sexual, su carne se vuelve oscura y seca, perdiendo en consecuencia gran parte de su valor comercial. No se debe confundir esta última carne de que hablamos y que es de color beige claro, como de madera de haya barnizada, con la del Listado que es de color ladrillo ó asalmonado. Alcanza la madurez sexual a los 5 años cuando su talla es de unos 115 cm, con un peso de aproximadamente 35 kilos, y de mayor llega a poner 4.000.000 de huevos por puesta. Los ejemplares muy jóvenes pueden confundirse con rabiles de la misma edad, puesto que las diferencias morfológicas en sus primeros meses de vida son escasas, y a menudo es necesaria la extracción del hígado para poder determinar si se trata de una u otra especie. En el Patudo los lóbulos izquierdo y derecho son muy parecidos entre sí y algo más cortos que el central. La cara ventral está estriada como en la de la Albacora. En el Rabil el lóbulo derecho es más largo que los otros dos, y ninguna de sus caras está estriada. Es especie longeva, pues puede llegar a vivir hasta los 20 años. Se asocia a menudo con Listados y Rabiles, y también con Albacoras, Melvas y Bacoretas, en mayor proporción los individuos jóvenes. También se congrega bajo objetos flotantes y bajo barcos a la deriva, sobre todo de noche, pues le atrae mucho la luz artificial. Es curioso cómo en las plataformas continentales frecuentemente se asocia con barcos de pesca de arrastre que se encuentran faenando y en consecuencia navegando, para así devorar las especies de descarte y la morralla que éstos van arrojando cada virada de red. En esto coadyuva también el que no sea de paladar muy fino y en consecuencia no haga ascos a casi nada. Es justo también reconocer que el alimento que le chifla es la Carioca ó alevín de Merluza, así es que no se puede tampoco tacharle de carroñero. Estas asociaciones persecutivas duran en ocasiones un mes e incluso más. Se asocia a menudo por comensalismo con Ballenas, Tiburones y Tiburones Ballena. Sin embargo, su asociación con delfines no es frecuente. También es aficionado a congregarse sobre montañas submarinas cuya cima se encuentre a menos de 1.000 metros de profundidad, por lo expuesto anteriormente sobre sus preferencias alimentarias. Por último hay que recordar que lo comentado anteriormente para la Albacora en lo referente a que se mantiene “escondido” en el fondo de la red etc, reza también para esta especie, sobre todo los ejemplares mayores, pues sucede exactamente lo mismo, con el resultado final de los Patudos flotando panza arriba en el saco y con el buche fuera de la boca, lo que da pie a efectuar lances monstruosos de esta especie en ocasiones, pues como es obvio, el peso que ejercen sobre el saco los ejemplares que flotan es inexistente. Pero insisto, esto solo referido a los ejemplares que flotan. Los individuos juveniles nadan normalmente cerca de la superficie, por lo que al morir se hunden como cualquier otra especie de Túnido que no sea Patudo grande ó Albacora. Aunque todavía existen un par de sinónimos en uso como son (Parathunnus Obesus) y (Parathunnus Sibi), en realidad hay unanimidad a la hora de denominarlo. Como ya dije antes es el más rollizo de todos los peces de su familia, por tanto el nombre científico de (Thunnus Obesus) le viene como anillo al dedo. Ahí os he puesto fotos de algunos ejemplares, sí ya sé lo que vais a decir, que la pescadora está de mejor ver que el pescador, y es cierto. El que me está agarrando de la mano pesó 29 Kg.
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 25-05-2020 a las 11:41. |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Hoy vamos a hablar del de las aletas amarillas.
EL RABIL <<El Rabil, llamado también Atún de Aletas Amarillas ó Yellowfinn Tuna, se diferencia de las demás especies de su familia por tener la aleta anal y la segunda dorsal larguísimas cuando son adultos, y de un color amarillo oscuro. Cuando son viejos, los extremos de las mismas pueden llegar a la altura de la aleta caudal. Posee 9 pínulas arriba y abajo del pedúnculo caudal, detrás de cada aleta amarilla, y las aletas pectorales aunque no son tan largas como las de la Albacora, son más largas que en las demás especies excepto las del Patudo que son de parecido tamaño. El número de branquispinas oscila entre 26 y 34, mientras que las vértebras son 18 precaudales más 21 caudales. La superficie ventral del hígado no está estriada. El color del dorso es azul muy oscuro, casi negro y plateado el vientre, el cual a su vez se ve atravesado por unas 20 líneas blanquecinas y sinuosas en sentido vertical. Las aletas pectorales son del mismo color que el dorso, mientras que las demás son amarillo oscuro, excepto las pélvicas que son plateadas. Su último nombre científico que tantas variantes tiene es el de Thunnus Albacares (de Bonnaterre). Hay muchas subespecies de esta especie repartidas en todo el globo. En el Atlántico existen varias que no se cruzan entre sí. Es especie relativamente abundante en individuos. Nadan cerca de la superficie y la talla más frecuente de los ejemplares que se capturan es de metro y medio, con un peso de 60 kg, aunque evidentemente se han pescado individuos bastante más grandes. El mayor ejemplar capturado de que se tiene conocimiento es uno que se pescó en la costa Oeste de México en 1977. Con una longitud a la furca de 208 centímetros alcanzó en báscula un peso de 176,4 kg. En las demás especies de Túnidos las diferencias morfológicas entre machos y hembras son inexistentes ó inapreciables, sin embargo en el Rabil sí que se aprecia un ligero aumento en el tamaño a favor de los machos a edades iguales. A esto hay que sumar que a longitudes idénticas el peso de las hembras es inferior, puesto que éstas son más estilizadas, al igual que en la mayoría de los animales terrestres, humanos incluidos. Al Rabil y al Atún de Aletas Amarillas se las tenía por especies distintas pero se ha demostrado que se trata de la misma especie, solo que al encontrarse en distinto hábitat han adquirido algunas pequeñas diferencias. Entretanto este tema suscitó no pocas polémicas puesto que cada autor lo clasificaba con un nombre distinto. El Rabil vive en todos los océanos. De las 400.000 toneladas que de esta especie se capturan aproximadamente al año, la mitad se la adjudica el Océano Pacífico, el 30 por ciento el Atlántico y el 20 por ciento restante el Indico. Los dos países más pescadores de esta especie son el Japón y los Estados Unidos, ya que entre ambos acaparan la mitad de las capturas mundiales. España y Francia con unas 70.000 toneladas anuales cada una, son los más pescadores de esta especie en Europa. Como ya he comentado anteriormente, la temperatura es uno de los factores ambientales que más afectan al comportamiento de los Túnidos, y en consecuencia el que más se ha estudiado. Para el Rabil, la temperatura de presencia en superficie se encuentra comprendida entre los 20 y los 30 grados, aunque la temperatura en la que más a gusto se encuentra y por lo tanto la más idónea para su captura es entre 24 y 28. Pero como casi siempre hay una excepción que confirma la regla, no debemos olvidar que por ejemplo la subespecie del Mar Rojo, por cierto conocida como Tongol, en la costa de Irán se captura con temperaturas de agua de mar de hasta 35 grados de la escala de Celsius. En el extremo opuesto se encuentra el Rabil que se captura en Sudáfrica con temperaturas de 19 grados. A los atunes se les cita frecuentemente como a la única familia de peces que son de sangre caliente. En este sentido se ha dado la explicación de que la gran actividad muscular ejercida por estos individuos durante la natación, que por cierto no cesa casi nunca, origina un notable aumento de su temperatura corporal. A esto coadyuva también el que su metabolismo sea más alto que el de cualquier otro pez. En consecuencia, al aumentar la temperatura del agua en la que se encuentra, aumenta también la del cuerpo del animal, de manera que ésta última es siempre algo mayor. Como muestra señalaré que a una temperatura del agua de 23 grados, el cuerpo de los atunes se encuentra a 26, y a una temperatura del agua de 27, el cuerpo de los atunes se encuentra a 29,5. Este fenómeno para su desgracia ha originado el que estos últimos años se haya avanzado mucho en la investigación sobre la detección de los cardúmenes de Atún desde satélites orbitales geoestacionarios, mediante rayos infrarrojos. Por otra parte y sin embargo no se ha demostrado hasta la fecha que exista relación alguna entre la mayor ó menor salinidad del agua del mar y la distribución de los atunes. Al igual que todos los grandes Túnidos, el alimento básico del Rabil está formado según su orden de importancia por peces, cefalópodos y crustáceos. Entre los primeros hay que destacar el Boquerón, la Sardina, la Caballa, el Jurel y el Pez volador (Exocoetus Volitans). Entre los cefalópodos el Calamar y la Pota (Todarodes Sagittatus). Y entre los crustáceos el Krill ó Kiskilla Roja. Cuando son pequeños, al igual que las demás especies de su familia y que otros muchos peces pelágicos, se alimentan del Plancton ya sea de origen vegetal (Fitoplancton) ó animal (Zooplancton) que contiene el agua de mar. Para ello filtra mientras nada, el agua que entra por su boca y sale por sus aberturas branquiales, lo que de todas formas tiene que hacer para extraer el oxígeno del agua mediante sus branquias para oxigenar su sangre, al igual que hacemos los animales terrestres con el aire y nuestros pulmones. Para ello, habitualmente nadan con la boca ligeramente abierta, como casi todos los peces. Otros como los Engraúlidos toman bocanadas de agua con sus enormes fauces. El filtrado lo efectúa mediante un elevado número de branquispinas que posee en sus agallas, para ser más exacto, en el primer arco branquial, y que operan a modo de tamiz. La sección central de su tronco es casi cilíndrica, ligeramente comprimida en los flancos, como en el caso de la Albacora. El descenso de volumen desde el centro del cuerpo hacia el pedúnculo caudal es casi tan suave como el que más, como es el caso del Atún común, lo cual les reporta a ambos una figura tan hidrodinámica, imitada en numerosas ocasiones tanto en Naútica como en Aeronaútica. La apreciación del Atún de aletas amarillas dentro de la gastronomía mundial está en segundo lugar después del Atún común y emparejado con la Albacora. Su carne, sobre todo la de los individuos jóvenes es exquisita y de un color casi tan claro como la de la Albacora. El rendimiento neto que se obtiene de él dependiendo de la talla está comprendido entre el 50 y el 60 %. Alcanza la madurez sexual cuando su longitud es de unos 120 cm, con un peso de unos 30 kilos, y llega a poner hasta 4.000.000 de huevos por puesta cuando son muy mayores, los cuales como en el caso de las frezas de los demás peces pelágicos pasan a engrosar el Zooplancton de los océanos. Puede llegar a vivir hasta veinte años como máximo. Al igual que la Albacora, no le agrada mucho la luz artificial, eso sí, se congrega a menudo bajo objetos flotantes sobre todo los ejemplares jóvenes, y en la mayoría de las ocasiones en asociación con Listados y Patudos. Es frecuente su asociación por comensalismo con cetáceos como diversas especies de delfines en el Pacífico, sin embargo en el Atlántico y en el Índico este hecho es una rareza por cuanto que el cetáceo con el cual se asocia el Rabil en estos dos últimos Océanos casi en exclusiva es el Rorcual Tropical (Balaepnotera Edeni). Otras veces se asocia con Tiburón Ballena (Rincodon Thypus) ó Tiburón de Puntas blancas, con éstos últimos en cualquier océano. Siente verdadero pánico por los grandes Marlines y por las Orcas por razones obvias. Gracias a los excelentes y abundantes documentales de los que disponemos desde hace ya unos años, todo el mundo conoce más ó menos las andanzas de la Orca, posiblemente el depredador más eficaz de los océanos, pero a buen seguro no es tan conocido del gran público el comportamiento del gran Marlin, feroz como el que más y que gracias a la gigantesca talla que es capaz de alcanzar (hasta 5 metros y 500 kilos) y a su velocidad de vértigo, puede engullir de un bocado un Atún de 60 kilos. Yo mismo fui testigo en Enero de 1985 en aguas del Golfo de Guinea, de la extracción de un Rabil de 45 kilos del estómago de un Marlin Azul de 4 metros y unos 300 kilos de peso. Antes de ser engullido, el infortunado Atún había sido ensartado de parte a parte en dos ocasiones por el estoque del gladiador de los mares por excelencia. Queda pues aclarado el porqué del miedo de los Túnidos a los Marlines. El Rabil a veces come Túnidos menores como Bacoretas, Melvas ó pequeños Listados. No se han descrito casos de canibalismo en esta especie. Téngase en cuenta que debido a su talla, como es obvio es capaz de devorar enteros peces de considerable tamaño. Por ejemplo también soy testigo de una anécdota en Julio de 1982 en la cual Rabiles de no más de 30 kilos engullían sin miramientos Melvas de 1 kilo lanzadas desde un atunero-congelador parado después de una captura. En ocasiones, cuando un gran banco de Rabiles detecta a su vez un banco de Peces voladores pueden formar una saltadera de una milla cuadrada ó más. Es capaz de alcanzar velocidades de 90 kilómetros por hora (casi 50 nudos), lo que le convierte en el más veloz de todos los Túnidos y uno de los nadadores más veloces de la Tierra, inmediatamente después precisamente del Marlin Azul. Si se ve en peligro se sumerge rápidamente, alcanzando 250 metros de profundidad en apenas 1 minuto de tiempo, siempre en cuando no haya un brusco descenso de la temperatura de agua ó Termoclina en el trayecto. Recientes estudios efectuados con Rabiles a los que se han colocado profundímetros registradores han arrojado sorprendentes resultados en cuanto a su comportamiento. Por ejemplo, se sabe de un individuo que descendió a 1.160 Mt. de profundidad y se mantuvo por aquellos andurriales durante el espeluznante período de 4 horas. En ese tiempo, la temperatura de su sangre descendió hasta 16 Gr. C., después de lo cual el ejemplar comenzó una lenta ascensión hasta aguas próximas a la superficie. En un tiempo equivalente a la mitad del que estuvo sumergido, su temperatura corporal adquirió unos valores “normales”, tras de lo cual se sumergió de nuevo a profundidades superiores a los 1.000 Mt. Este comportamiento se ha observado también en otros individuos de su familia, habiéndose de considerar por tanto que es habitual en ellos. Ya he dicho antes que le afecta mucho el cambio brusco de la temperatura del agua. Pues bien, se han descrito casos en los que Rabiles encerrados en un “Arte” de cerco han fallecido todos antes del virado de la red, debido a que el cardumen se encontraba en una de las orillas de un Frente Térmico ó barrera constituida por un choque de dos corrientes de aguas de distintas temperaturas. Al ser arrastrados por la red y obligados a pasar de una clase de agua a la otra sin mediar espacio de tiempo suficiente para aclimatarse, la inmisericorde Átropos había dictado su no menos inmisericorde alocución. En condiciones normales es de todos los peces de su familia en unión del Atún Rojo el que más resiste con vida en el saco de una red, por ser sus agallas muy resistentes a la rotura en comparación con otros peces. Es también capaz, como sus dos grandes “primos”, Atún Rojo y Patudo de desarrollar una fuerza bruta descomunal, por ejemplo si muerde un anzuelo, aunque la pólvora se les acaba pronto en proporción a un animal terrestre de equivalente peso. Eso sí, un coletazo de cualquiera de ellos es capaz de fracturar un brazo ó una pierna de cualquier persona por robusta que ésta sea. Aunque Lowe lo clasificó como “Germo Albacora” en 1839, finalmente se ha impuesto la definición de Bonnaterre que databa de 1788 (Thunnus Albacares), que es la actualmente aceptada en todas partes, aunque algunos pocos autores se empeñen en llamarle (Neothunnus Macrópterus) por ejemplo, debido al desmedido tamaño de su segunda aleta dorsal y la anal, que como recordarán son completamente amarillas, y no alcanzan apreciable tamaño hasta la madurez sexual del individuo>>
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 26-05-2020 a las 11:07. |
#209
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Nunca pensé que había tal cantidad de tunidos,me hice tal lio, que tengo que leer varias veces cada "articulo" que publicas y comparar unos con otros, me encanta leer tus comentarios, gracias.
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TXELFI (27-05-2020) |
#210
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Pues todavía falta uno, el bicho raro de la familia
EL TASARTE <<Este misterioso pez tiene su cuerpo fusiforme y fuerte lateralmente muy comprimido en relación a los demás peces de su familia. Obviamente debido a esto la sección transversal de su cuerpo es oval. Se puede decir sin temor a yerro que su cuerpo es a grosores iguales el más alargado de todos los peces de su familia y por tanto el que menos pesa a longitudes iguales. La inmensa mayoría de los ejemplares que se capturan rondan unas tallas de entre 50 y 60 cm de longitud, con pesos que oscilan entre los 2 y los 3 kg., pero de viejos pueden alcanzar los 80 cm., con un peso de 6 kg. Posee escamas bastante grandes y fuertes únicamente en el corselete, estando desnudo de ellas el resto del cuerpo. La primera aleta dorsal es de forma de triángulo equilátero y está muy retrasada con respecto a sus parientes, tanto, que se encuentra justo en mitad de su “eslora”, lo que le hace inconfundible. Tiene una cresta y una quilla a cada lado de su estrecho pedúnculo caudal. La mandíbula inferior sobresale ostensiblemente con respecto a la superior. Su boca es proporcionalmente grande y los dientes que la arman también si los comparamos con los de otros Túnidos de igual talla. Los ojos son de tamaño mediano. La aleta caudal tiene los lóbulos puntiagudos y está precedida por pequeñas pínulas grises y semitransparentes. Su piel está formada por cuatro capas te tejido distintas que se entrecruzan. El color de su dorso es azul aguamarina oscuro, sin manchas ni lunares. La parte superior de la cabeza es siempre más oscura. Los flancos son de un gris amarillento con reflejos verdosos en el pecho. Toda la zona ventral es plateada con un tono a cinc. Las aletas son de color gris plomo, excepto las ventrales que son plateadas. Es especie relativamente abundante en toda la costa Noroccidental del continente africano, su hábitat exclusivo, pues el Tasarte es curiosamente inexistente en ninguna otra región del mundo. En verano viaja hacia el Norte como máximo hasta las proximidades del Estrecho de Gibraltar. Parece ser que nunca llega a cruzar a la parte mediterránea. En invierno desciende de latitud como máximo hasta la costa de Sierra Leona. No se tiene noticia de que se haya adentrado jamás en el Golfo de Guinea. Puede vivir en aguas cuyas temperaturas se encuentran entre los 18 y los 26º C., pero parece ser que donde más a gusto se encuentra es con aguas de entre 22 y 24. Es posible que este pez sea el más estenotérmico de los de su familia, es decir que el rango de temperaturas en los cuales puede vivir sea tan estrecho que le impida realizar migraciones geográficamente importantes. De ahí que la región en la que vive sea tan restringida. Además de esto el Tasarte es especie que habita casi exclusivamente las plataformas continentales, alejándose de las mismas tan sólo en contadas ocasiones para visitar las islas de Madeira ó las Canarias, preferentemente las más orientales. Siempre que esto sucede es contra su voluntad, obligado por algún frente térmico inoportuno. A esto debemos añadir que raras veces se le avista en superficie pues prefiere las aguas profundas donde encuentra su alimento compuesto por peces y crustáceos demersales. Alcanza la madurez sexual a los tres años cuando su talla es de unos 45 cm, con un peso de 1,5 kg. Y pone de 50.000 a 250.000 huevos por puesta, dependiendo como siempre de la talla. Puede vivir hasta unos doce años como máximo. El Tasarte fué descrito y clasificado por vez primera por Geoffrey St. Hilaire en el año 1817, y lo bautizó con el nombre de (Orcynopsis Unicolor)>>
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 27-05-2020 a las 21:10. |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Muy parecido al Sarda Sarda. Recuerdo haber capturado alguno hace tiempo en aguas de Barbate, alrededores, Bolonia , Zahara .. . Un bonito más "bonito" pero no sabía tanto como ahora. Con el tutorial de túnidos. de Txelfi.
Tiran de cojines. Muchos peces cambian de aspecto Mediterraneo/Atlantico. O tal vez, como es el caso, se trata de especies solo parecidas pero diferentes. Gracias, un placer leer y aprender de tus entradas.
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TXELFI (27-05-2020) |
#212
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Ten en cuenta también que los túnidos cambian de aspecto de vivos a muertos.
Por ejemplo el Listado cuando está vivo casi no se le notan las listas ventrales pero una vez muerto se le marcan bien. Al Bonito cuando lo embarcas vivo se le notan como unas franjas transversales que al morir desaparecen. El Tasarte es el más alargado de todos, todo lo contrario que el Patudo que es el más rollizo. En fin, todos tienen su sello a excepción hecha del Patudo y el Rabil en sus primeros meses de vida que son tan parecidos entre sí que es casi imposible su identificación si no se extrae el hígado en el que en el Patudo una de sus caras está estriada y en el Rabil no. Las estrías en una de las 2 caras del hígado es un sello del Albacora también pero éste no necesita de mirar su hígado para identificarlo dado el desmesurado tamaño de sus aletas pectorales.
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Stemma Proderi In Primis Bermei |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Muy buen hilo Txelfi, gracias, interesante y personal. Hace un par de años hice dos campañas en un reefer que principalmente cargábamos atún y pertrechos para los atuneros, me has traído muy buenos recuerdos de las cargas de atún en Abidjan, Dakar y otros puertos. La verdad es que es un mundillo muy interesante. A tu salud |
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TXELFI (30-05-2020) |
#214
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Es un pozo de sabiduría, Txelfi!
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Sailing is better than waiting for a perfect day to ship. _/) https://youtu.be/hJlojXdQVDQ |
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TXELFI (30-05-2020) |
#215
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Y ahora viene la traca final. Va a resultar un poco largo os lo advierto, pero creo que merece la pena para ponernos un poco en situación de lo que vendrá después, cómo se puede pasar de estar en el Edén a entrar en el Averno en tan solo 7 horas.
Vamos a situarnos en Abril del 2008. SINGLADURA 23 (Miércoles) El plantado súper-veterano con su boya estaba situado a veinticinco millas al Nordeste de la isla de Santo Tomé y se desplazaba arrastrada por la corriente a tan solo tres o cuatro décimas de nudo en dirección Sur. La mar era prácticamente como una inmensa balsa de aceite cuando el “Apóstol Segundo” se acercaba rápidamente hacia él. Aún faltaba un poco para que comenzara a amanecer y había Luna Nueva, o sea, no había Luna, así es que la noche era negra cual boca de lobo como vulgarmente se suele decir. Aquella boya había hecho un recorrido casi inaudito, estuvimos haciendo seguimiento visual de ella durante meses en la pantalla de las boyas satelitarias con asombro pero sin poder visitarla porque viajaba por la costa de diversos países en cuyas aguas no podíamos pescar. Se echó al agua cerca del banco del 3º Sur y viajó haciendo W y WNW hasta que cruzó el Ecuador en 22º W. después hizo N hasta el 5º Norte y posteriormente E hasta el Cabo Palmas, de allí viajó sucesivamente por las costas de Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benín y Nigeria. De allí hizo Sur pasando por la parte oriental de la isla de Príncipe y ahora estaba con la isla de Santo Tomé por su parte SW. Había realizado todo este periplo en 5 meses pero lo más asombroso del tema es que no hubiera sido interceptado por ningún cerquero o cañero coreano en su paso por Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benín o Nigeria. Faltaba algo más de una milla para llegar junto a la boya de la cual aún ignoraban los tripulantes si estaría con su plantado correspondiente o no, cuando Jon amoderó el motor hasta el ralentí y segundos después desembragó. Inmediatamente después el sónar de baja frecuencia que permanecía en transmisión al igual que el otro desde media hora antes detectó algo que no era muy habitual a tan temprana hora ni a semejante distancia. En la parte de arriba del monitor a poco más de una milla de distancia apareció una mancha roja algo mayor que un huevo de gallina, Eustaquio exclamó: -¡Ostia, ahí hay morterada, seguro!- -Ojalá sea así pero yo no estoy seguro. Os he dicho muchas veces que aquí el interior del Golfo de Guinea, entre islas, es el criadero natural de barracudas y bananas principalmente, y como ya sabéis ambas especies tienen grandes y abundantes escamas. Debido a eso pueden generar una mancha descomunal en los sonares porque tanta escama actúa como reflectante de las ondas haciendo creer que hay mogollón de pescado. Lo mismo puede suceder en esta zona como en las proximidades de Guinea Bissau con el jurel, como ya nos sucedió la campaña pasada- -¡Coño, no me jorobes Jon, no seas agorero!- protestó el capi -Esperemos que sea material del bueno- porfió Javier -De momento vamos a ponernos listos para largar- ordenó Somarriba Javier hizo sonar la alarma en tres lagos timbrazos, Abdou echó a correr hacia el bote rápido con amplia sonrisa en el semblante, como hacía siempre. Con la arrancada se habían acercado a seiscientos metros y el manchón en ambos sonares ahora era más grande que la cajetilla de cigarrillos que Jon acababa de extraer del bolsillo lateral de la sudadera de su chándal. Encendió uno y después de meter todo el timón a estribor dió una palada avante para evitar que el barco se fuera encima del cardúmen. En su fuero interno presentía que aquello era pescado del bueno pero no quería echar las campanas al vuelo porque de equivocarse el berrinche sería monumental para todo el mundo, pero sobre todo para él, que lo tomaba todo tan a pecho, por añadidura era el responsable del barco así es que huelga añadir más. -El bote está en el agua- informó Agustín Un cuarto de hora después se encontraban con el arte en remojo y acababan de comenzar a virar los cables. Estaba amaneciendo y aunque el Astro Rey no había hecho acto de presencia aún se veía ya con bastante claridad. Entre otras cosas se divisaba nítidamente la brisa de pescado que había aflorado en plena largada alrededor del bote manejado por Abdou que sujetaba en su gancho de remolque el cabo que procedía del viejo plantado. El mismo cabo que hasta poco antes estuviera sujeto a la boya forrada de percebes en toda su parte sumergida. Una vez virados los cables y el plantado a bordo, Apolo, que sí era rubicundo ese día puesto que apenas había nubes en el firmamento, lucía en todo su esplendor mientras la brisa originada por la pesca encerrada en el cerco se hacía cada vez más grande y áspera, como cada vez era más grande y áspero el ansia que embargaba el corazón de Jon Somarriba. Cuando habían virado la mitad del arte era más que evidente de que allí había mucho pescado, había que ser muy cegato para no verlo. La sonda lateral marcaba mucho, los brillos del gran cardúmen de listado grande que se movía próximo a la superficie eran continuos y numerosos y patudos jóvenes venían mallados vivos de continuo en las mallas grandes de la parte central de la red. Cuando Koyo preguntó que cuántas anillas del saco debía coger, el patrón le respondió que diez, y el africano acogió la respuesta con júbilo, el saco de la red del “Apóstol Segundo” tenía doce en total. La silueta de la isla de Santo Tomé se divisaba nítidamente por el Suroeste, un avión comercial de pequeño tamaño se acercaba por el Norte procedente de Príncipe, mientras un transbordador de pasajeros que se asemejaba más a un bus acuático que a una embarcación salía raudo en dirección contraria. Estaba el extremo del saco entrando en el halador cuando éste casi se detuvo debido al peso. Había calma y chicha y el barco apenas se balanceaba, de haber un poco de balance la cosa se simplifica puesto que las oscilaciones del barco originan que a cada bandazo a estribor la red suba y cuando es a babor el halador recoja, así de simple. También es cierto que la ausencia de balances es primordial para en caso de que la cantidad de pesca encerrada en el saco sea muy grande éste no se rompa dando al traste con la faena. Un desastre mayúsculo, moral y económico. A duras penas el gran “power-block” consiguió subir toda la red en posición de poder traer el fondo del saco arriba para poder embarcar la pesca. Jon observó que aún al ralentí la panga les arrastraba poco a poco hacia atrás. -¡Para, Abdou!, desembraga el motor- ordenó al panguero a través del walkie-talkie -Ok, está parado patrón- respondió el senegalés No hubo manera de halar ni un metro de paño con el rodillo hidraúlico del costado de babor puesto que el saco en su totalidad estaba muy tenso, tuvieron que comenzar a estrobar desde el principio usando como es habitual el lanteón manejado por una maquinilla con un tiro de diez toneladas. -¡¡Chacha mowi!!- Animó Jon a sus muchachos -¡¡Angawa!!- (1) berreó acto seguido, micro en ristre Pero habían conseguido subir el saco hasta la mitad cuando la maquinilla del lanteón dijo basta, y se negó a virar ni un milímetro más, los paños del saco estaban tensos como cuerdas de violín apuntando hacia el fondo marino. (1) ¡¡Adelante!! = En Kwa -¡Koyo, vamos a poner el lanteón en doble!- gritó Jon a su contramaestre -¡Javi, arría el aparejo real- prosiguió Mientras tanto Koyo se apoderó de una pasteca de una sola roldana acabada en un gancho que estaba colgada de una barra en la banda de estribor de la maquinilla principal y la transportó a la banda de babor. El contramaestre ghanés había hecho aquella maniobra muchas veces con Jon, sobre todo cuando estuvieron faenando en el Pacífico, y se la sabía de memoria, por lo demás tampoco era muy difícil lo que iban a hacer, solo que al ser una maniobra ideada por el bermeano, era una faena desconocida por algunos tripulantes del barco en particular y por el resto de tripulantes de la flota en general. Lo habitual en estos casos es continuar estrobando con el aparejo real, la consecuencia es que subir sube arriba lo que sea si el saco aguanta sin romper, que no siempre aguanta. Lo malo del asunto es que el aparejo real tiene tanta desmultiplicación que resulta lentísimo tanto al virar como al arriar, y mientras tanto el pescado se muere y en consecuencia el peligro de que reviente el saco se multiplica puesto que el pescado muerto lógicamente pesa mucho más dentro de la red que el vivo. Cuando el cuadernal doble acabado en gancho que utilizaban para virar la panga estuvo a metro y medio de la cubierta Koyo encapilló la gaza del extremo del cable del lanteón en el gancho del aparejo real. Previamente había quitado de allí el gancho desengrilletándolo y después había pasado la gaza por la pasteca que trajera de estribor. Jon ordenó a Javier virar el aparejo real hasta que hicieran tope ambas pastecas en lo alto del arraigado de la pluma principal a doce metros de altura sobre la cubierta, mientras tanto tuvo que arriar cable del lanteón. En el momento que la pasteca doble hizo tope arriba, el lanteón pasó a ser doble puesto que en el seno de su cable había otra pasteca simple como ya he dicho antes. -Bueno, vamos a ver, Eustaquio, no hagas lo posible para que reviente el saco, ya sabes, tienes que virar el lanteón y el rodillo a la vez y con suavidad- rogó Somarriba -¿Cómo voy a hacer lo posible para reventar el saco?, qué cosas dices- -Al bermeano hay que entenderle por lo que quiere decir, no por lo que dice- soltó el patrón -Ya, mensaje recibido- accedió el capi con sequedad Continuaron dando estrobadas a los paños del saco con facilidad hasta que estuvo en disposición de ser salabardeado, en poco tiempo comenzaron a embarcar la pesca. Porriño se personó en la cónsola hidraúlica y preguntó al patrón: -Oye, tenemos un lance de puta madre ¿no?- había estado mirando el saco desde la regala antes de subir -Afirmativo- respondió el otro mientras miraba inquisitivo el gran saco -Pero ¿cuánto crees que hay?- quiso saber el maquinista -Yo creo que así a ojo debe haber unas doscientas- -¡Carajo! Tenía preparadas dos cubas pero voy a preparar una más- y se largó Cuando llevaban embarcadas cerca de doscientas toneladas, hora y media después, apareció de nuevo preguntando que cuánto quedaba. -Pues si no queda una cuba más, no andará lejos- respondió Somarriba, que lo había pasado mal, como cualquier otro patrón cada vez que se realiza un gran lance -Mecagüen la puta- exclamó Sabino y echó a correr de nuevo Embarcaron finalmente doscientas cincuenta toneladas de las buenas, habían descontado diez por si las moscas y otras cinco que calcularon de especies asociadas que inevitablemente habían caído en las cubas. En cuatro horas había finalizado todo, contando desde que la panga había salido de la popa del barco hasta que regresó de nuevo a su alojamiento. La mitad del total de la pesca estaba compuesta por listado grande, de dos a cuatro kilos, la otra mitad se trataba de rabil de todos los tamaños, desde tres kilos hasta setenta, y patudo joven de cinco a veinticinco kilos a partes iguales, es decir, la captura había sido magnífica no solo por el volumen, además de esto y cosa poco habitual en aquella zona no habían capturado especies de pequeño tamaño ni melvas ni bacoretas. Tres barreños de barracudas de buen tamaño pasaron a engrosar el “avituallamiento” de la gambuza, además de numerosos peces-ángel, bananas, dorados etc y el cocinero Lass con su pulgar vendado señalaba el cielo encantado. Sujetaron cuatro flotadores más de poliestireno al viejo plantado por su cara inferior, limpiaron de percebes la boya y después de depositarlos en el agua embarcaron la panga y pusieron rumbo Sur-suroeste. Tenían una boya de radiofrecuencia a diez horas de allí y pararían cerca de ella para visitarla por la mañana siguiente. Cuando el batelero Abdou apareció por el alerón de babor, la exultante sonrisa le llegaba de una oreja a la otra, se le veía muy contento. -Allahu akbar- (1) exclamó contento dirigiéndose al patrón cuando vio a éste mirándole -Salam aleikum- (2) respondió el bermeano sonriendo también -Aleikum salam- concedió el senegalés, feliz El resto de la jornada de pesca hubo más animación que de costumbre entre la dotación del “Apóstol Segundo”, como es lógico. Lito, que no cabía en sí de gozo hacía kilómetros por todo el barco con su trapo sucio en la mano recordando la repetición de la jugada a todo aquel que se le ponía a tiro. Después de la ducha cotidiana cuando Jon apareció en el salón-comedor, le recibió con una sonrisa de oreja a oreja y un cubata recién preparado -Oye viciño- saludó al que de vecino suyo no tenía nada -Ya se ve que me estás haciendo caso ¿eh?, otras dos de esas y nos vamos a casa llenos- soltó ladino -Otras dos de esas no entran a bordo, con una me conformo- replicó Javier -Ya empieza Paco con las rebajas, que vengan dos, que ya me encargaré yo de darles frío- intervino Porriño Continuaron de esa guisa durante toda la cena, entre pullas y bromas. Por lo visto al capi y al primer mecánico se les había olvidado la que montaron unos días antes. Sin embargo a Jon le costaría quitarse el disgusto de encima por lo menos hasta las vacaciones. Llevábamos 23 días de mar y teníamos 900 Tm de pescado a bordo, era una marea horrible para toda la flota pero tuvimos suerte o acierto y habíamos pescado más del doble que el segundo en el ránking. Teníamos un montón de días por delante para llenar el barco hasta las cartolas, aquel barco metía 1.300. (1) Allahu akbar= Alá es grande, en árabe (2) Salam aleikum= La paz sea contigo, en árabe Jooooooobar, hay que ser ceporro, se me habían olvidado las fotos.
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 31-05-2020 a las 22:22. |
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#216
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Esos objetos flotantes balizados, se respetan?, tienen por decirlo de alguna manera dueño? Ha habido casos de intromisión. Las frecuencias de localización tienen algo que ver?. pregunto desde la ignorancia.
Supongo, por lo que me ha llegado siempre, que la ética en la mar es un denominador común y algo más si cabe entre entre colegas. Pero con el abanico tan amplio de procedencia de buques, idiosincrasias, intereses, money money, zonas etc. No podría haber piques , astucias , carreras, calados por delante, situaciones comprometidas de rivalidad no siempre limpias etc.?? Perdóname Txelfi si soy tan preguntón; pero es que me puede, me apasiona. Es donde me hubiese gustado estar entre los treinta y los sesenta. Hubiese sido mi sueño. Pero ya sabes, el hombre se pasa la vida haciendo planes y el destino desbaratándolos. Por cierto esta mañana he tenido un encuentro particular con un zorro de mar, se ha ido y me he alegrado, por él y por mi. Creo que están protegidos. Unos compis también han tenido una clavada y lo han grabad, expectacular los saltos. tampoco lo han puesto en seco. sabes algo de estos escualos, dicen los veteranos que es muy rico culinariamente hablando. Menuda batería te he largado... Pide lo que quieras, barra libre.
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#217
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
El que encuentra una baliza ajena amarrada a un objeto si tiene pesca se le larga el arte y santas pascuas. Con tantos barcos de tantas nacionalidades no puedes andar con zarandajas.
Tiburones he pescado sin querer tropecientos, tales como marrajos, azules, grises, martillos enormes, de puntas blancas, de puntas negras, tiburones ballena hasta 6 en un lance. He visto parir en cubierta unas cuantas veces 30 o 50 crías del tamaño de una pintarroja pero zorros no hay por allí. De todos los que nombro sin duda culinariamente hablando el mejor es el marrajo. Supongo que sabes que todos los elasmobranquios regulan su equilibrio osmótico mediante la urea de manera que tiburones y rayas tienen en su sangre una cantidad de urea tal que la décima parte mataría a un humano. De ahí que cuando se abre el vientre a un tiburón apesta a meada y no se hace agradable. Entonces tenemos que entre los tiburones son el marrajo y el cazón los que casi no huelen a urea y entre las rayas la común o (raja clavata). No sé si es coincidencia o no pero son los que carne más blanca y delicada tienen de todos ellos.
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
SINGLADURA 24 (Jueves)
Esa mañana se encontraron con la desagradable sorpresa de que al plantado le habían cercenado la corbata y no tenía nada de túnidos bajo él. Solamente habían quedado los peces de escama o especies asociadas. En ocasiones suele suceder que la corbata del objeto artificial se engancha en un anzuelo de un palangre para túnidos o peces-espada, y posteriormente cuando el palangrero hala su aparejo, al embarcar la franja de paño de red viejo el marinero de turno corta con su navaja el estorbo y así el plantado queda sin rabo y corre con la corriente superficial perdiendo la pesca que estaba con él y que estaba habituada a habitar asociada a un objeto “sujeto” a corrientes más profundas. Al perder el “fondeo” el objeto flotante cambia de velocidad y rumbo y los túnidos en casi todas las ocasiones abandonan el biotopo. -El plantado es como el hombre, si no tiene rabo no vale- dijo Jon a Koyo cuando embarcaron el artilugio con la grúa de proa para ponerle una corbata nueva y depositarlo en el agua de nuevo, <<ya tendrá pescado algún día>> opinaba siempre el bermeano Durante el intervalo de tiempo que permanecieron parados el barco balanceaba como un descosido porque se sincronizaba el período de balance con el de la ola. El patrón recordó el lance de la víspera y también el hecho de que el tanque antibalance permanecía vacío desde la salida de puerto. Estaba claro, tenían exceso de estabilidad, el rubio bermeano llamó por teléfono interno a Porriño ordenándole llenara el tanque “Flume” hasta su nivel de rendimiento óptimo. Pusieron rumbo Sur hacia otra boya de radiofrecuencia, no había señal de pesca por parte alguna aparte de los típicos lances sueltos por aquí y por allá que cada día unos pocos barcos efectuaban, lances por otro lado discretos o míseros todos ellos. Jon llamó a Gregorio por teléfono pues hacía cuatro días que no hablaba con él, el responsable del macicero le comunicó que debía haber unas cuarenta toneladas de túnidos reunidos bajo su barco. Según él la cantidad aumentaba paulatinamente día a día y sugirió veladamente a Somarriba que fuera pensando en darse una vueltecita por allí. No era cosa de esperar a que entrara una gran manada de delfines, calderones o de cualquier otro depredador que espantara la pesca que tantos días había costado reunir. Justo a la hora del almuerzo Isaac llamó para comunicar al patrón de que no había mercante alguno para transbordar la pesca en los próximos quince días y que en consecuencia tendrían que retrasar los relevos una semana. Cuando se enteró por boca del rubio de lo que habían hecho la víspera, el gerente se mosqueó mucho y llegó a insinuar al patrón que había encontrado pesca días atrás en algún lado y se lo había ocultado a él y a los dos barcos de la compañía. El bermeano se armó de paciencia y replicó al interfecto que conociendo los movimientos del barco desde su poltrona a través del Stándard C, cómo podía llegar a desconfiar hasta ese extremo. De hecho, su desconfianza enfermiza le había inducido a instalar un monitor en su despacho de la oficina para mediante un dispositivo GPS cuya antena todos los barcos de la empresa llevaban instalado sobre el puente, para así conocer en todo momento las posiciones y movimientos de los mismos. Al atardecer Somarriba puso una velocidad de diez nudos, aún así sobre las once de la noche estarían cerca de la boya que tenían en su proa. SINGLADURA 25 (Viernes) Ésta vez el objeto artificial estaba completo, no le faltaba corbata ni nada, pero no tenía pesca, es decir, sí tenía pero en poca cantidad (unas seis u ocho toneladas), un salabardo como vulgarmente solía decir el rubio patrón bermeano. Para no faltar a la costumbre al responsable de aquél barco no le apetecía para nada largar el arte para capturar tan exigua cantidad de pesca, sostenía y no exento de razón que quitar la pesca a un objeto significa dejarlo desnudo durante mucho tiempo. Mientras que dejándolo tranquilo con un salabardo de pesca, muy probablemente en dos, tres o cuatro semanas como máximo podrían hacerle un lance bueno. Había practicado ese sistema desde que vino la moda de “sembrar” objetos artificiales y le daba buen resultado hasta la fecha. A veces sucedía que días después la boya “desaparecía”, pero bueno, esos episodios forman parte del juego de la pesca, hay que saber perder como también hay que saber ganar. Resultó otro día en blanco porque nada de provecho encontraron. Esa jornada divisaron innumerables bandadas de aves marinas que acechaban los bancos de clupéidos que abundaban en la zona, sin embargo los atunes no hicieron acto de presencia. Al atardecer se cruzaron con un cañero koreano de construcción japonesa, un barco de sesenta metros y trescientas cincuenta toneladas de capacidad de pesca pintado de blanco. A Jon, que ya había tenido alguno abarloado al costado de su barco otrora, siempre le habían llamado la atención aquellos cañeros con su proa tan lanzada y con cavidades en la parte superior destinadas a romper las olas cuando vienen de proa, su superestructura de tres plantas totalmente a popa como los barcos mercantes de cabotaje, y su tamaño inusual en flotas pesqueras del resto de países que no fueran orientales. Un barco de semejante porte dedicado a la pesca a caña es impensable para nuestra flota, no así para ellos que embarcan tripulaciones de treinta y cinco o cuarenta hombres con sueldos de miseria si los comparamos con los de aquí, y sin vacaciones por añadidura para períodos de dos años. Navegaron a marcha reducida al rumbo suroeste hasta encontrarse a siete millas de una boya satelitaria que llevaba cuatro meses en el mar desde que había sido “plantada” junto con su objeto prefabricado, en las proximidades de Luanda por el “Urbero”. Eustaquio detuvo el barco a las doce y media de la noche. SINGLADURA 26 (Sábado) Nueva visita mañanera a una boya y nuevo chasco. También esta vez estaba todo completo pero no había más que ocho o diez toneladas de pesca, además de especies asociadas y tampoco en abundancia. El agua de mar estaba más fría que todos los días anteriores (veinticuatro grados), no es que fuera una temperatura particularmente fría pero a algo había que echarle la culpa. Jon estuvo tentado de largar el arte pero resistió la tentación. Ya le harían un buen lance la marea siguiente si tenían la suerte de que el objeto en cuestión no fuera “requisado”. Tampoco esa jornada el tiempo estaba como en las precedentes, soplaba una brisa fresca del Sur de quince nudos que para navegar de costado o proa a ella molestaba bastante porque había levantado olas de dos metros. A mediodía encontraron un objeto plantado amarrado a una boya de radiofrecuencia en la que se pudo leer “Avel Viz”, un cerquero galo de quinientas toneladas. Puesto que no tenía pesca le pusieron una boya propia y la dejaron en el lugar. Antes de retirarse a la ducha diaria Javier llamó a casa por teléfono. La conversación no duró dos minutos, rápidamente colgó el auricular y salió al alerón con lágrimas en los ojos. Unos segundos después entraba en el puente Lito por la misma puerta que había salido el lekeitiano -¿Qué le pasa a ese que está lloriqueando como una niña?- preguntó el gallego -Si está llorando es que algo muy grave ha sucedido en su casa ¿no crees?- respondió Jon muy serio -Javi no es ninguna niña, todo lo contrario, hay que ser muy hombre para llorar. El hombre que no llora nunca no es un hombre, es un monstruo- añadió el patrón, además de serio, preocupado En esos momentos entraba en el puente el interfecto secándose las mejillas con el dorso de la mano -¿Qué pasa colega, malas noticias?- preguntó Jon pasándole un brazo por los hombros El lekeitiano les aclaró breve y entrecortadamente el motivo de su repentina desazón. Uno de sus mejores amigos de la infancia se había ahorcado porque su novia de toda la vida le había dejado por otro. Sin comentarios. Dos horas después de oscurecer estaban parados cerca de otra baliza.
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
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La tierra firme me marea, sobre todo cuando estoy en la Cantina del puerto. |
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
SINGLADURA 27 (Domingo)
La boya de turno tenía entre cuatro y seis toneladas de pesca bajo ella. Jon, fiel a sus principios no largó la red, embarcaron el plantado a bordo para agregarle dos flotadores más puesto que se veía un poco hundido y una vez devuelto a la mar pusieron proa al “Urbero” que distaba ciento setenta millas al Noroeste. El “Esparru” y el “Agerre” estaban por la zona donde habían aflorado los rabiles la luna anterior, de paso visitaron algunas boyas que la corriente había empujado desde la costa de Guinea Bissau hasta allí. Habían efectuado capturas de veinte y treinta toneladas respectivamente y tenían la intención de continuar visitando boyas en un área de una singladura de navegación para de esa forma tener opciones a localizar el codiciado “Yellow-finn” o de ser otro barco el localizador estar cerca del mismo. Exactamente lo mismo que habían decidido hacer otros Patrones de la flota, lo cual por otra parte es lo más lógico. Isaac llamó a mediodía porque quería saber las intenciones de Jon. Éste le dijo lo que había, al día siguiente visitarían el banco y largarían al “Urbero”, después continuarían visitando boyas siempre con tendencia hacia poniente porque cualquier día no muy lejano era previsible un nuevo afloramiento del cimarrón. No era cuestión de permanecer cerca del puerto de Abidján en espera del mercante frigorífico, mientras tanto ¿qué harían? El gerente le respondió que procurara completar el barco con cimarrón para la llegada del mercante, sugerencia a todas luces superflua. No encontraron absolutamente nada durante todo el día, el aburrimiento era infinito y los tres Oficiales del puente tuvieron tiempo para hablar de todo, por la tarde a Eustaquio se le encendió la bombilla: -Oye Jon, anoche estuve pensando que a lo mejor la cacea de nasas que encontramos el otro día pudiera ser perdida por uno de los dos barcos que un armador gallego conocido mío tiene faenando por las costas de Gabón y Congo- -¡Hombre! También sería casualidad ¿no?- supongo que no serán los únicos que faenan por allí- respondió el rubio -Es verdad, pero esas nasas tienen pinta de ser españolas, imagínate que las perdió uno de sus barcos. Si quieres le localizo por teléfono y si eran suyas podemos devolvérselas en puerto a cambio de una recompensa, sus barcos habitualmente entran en Abidján a tomar combustible- razonó Arqueros -¿Y si no era suya la cacea y te dice que sí lo era? ¿Cómo lo sabremos?- -¿Y a nosotros qué más nos da? No nos sirven para nada, Jon ¿qué haríamos con ellas? Si se las damos a uno de sus barcos por lo menos se aprovecharán, y en mi opinión mejor que se quede con ellas un barco nacional, deben de valer una pasta- -Tienes toda la razón- reconoció el bermeano -No sé qué carajo haríamos con ellas. Si tienes su número de teléfono llámale y explícale el caso- -No tengo su número pero sé quién lo tiene, es amigo de un hermano mío, le llamaré- Media hora después Eustaquio había terminado de hablar con el armador gallego en presencia de Jon y Javier como él así lo había querido. Efectivamente la cacea perdida había pertenecido a uno de sus barcos, la cuestión era saber cuál de ellas habían encontrado porque el barco nasero en cuestión había perdido dos con tan solo unos días de diferencia. El hombre estaba desesperado porque el barco en cuestión esa marea estaba patroneado por un novato mientras el patrón titular disfrutaba de sus vacaciones, y el comienzo del neófito en las artes de gobernar un barco de pesca no podía haber sido más desastroso. Quedaron en devolverle todo unos días después cuando entraran en puerto. Ya ultimarían los detalles con una nueva llamada en cuanto arrancaran para tierra y su consignatario se haría cargo de los utensilios de pesca perdidos. -¡Leches! Ese hombre debe estar consternado- dijo Somarriba -Ahora menos- opinó Javier -Tenía perdidas dos y ahora recuperará una- -Es verdad, vaya casualidad que conocieras al armador y se te ocurriera llamarle- aprobó Jon -Pero como no pienso ir por Galicia le ahorraré la mariscada- se carcajeó el capi Cuando oscureció tenían al “Urbero” a veinticinco millas, Jon ordenó a Eustaquio que detuviera el barco a quince millas al Este-sureste del macicero, la corriente de tres cuartos de nudo les acercaría durante la noche. Lito llamó a su humillada esposa por teléfono y pidiéndole perdón consiguió hacer las paces con ella, cuanto menos logró calmarla de su furor de dos semanas atrás. SINGLADURA 28 (Lunes) A pesar de que Gregorio aseguró a Jon antes de largar el arte de que había por lo menos cincuenta toneladas de pescado bajo el “Urbero”, la verdad es que capturaron “solamente” treinta y cinco toneladas. Y digo solamente porque cuando a uno le aseguran que hay por lo menos cincuenta si después resulta que aparecen nada más que treinta y cinco, se lleva una gran decepción. Somarriba se juró a sí mismo que convencería al armador de la compañía de instalar un sondador de alta gama al macicero, porque “aquello”, según decía él era demasiado cachondeo, si es que se puede llamar cachondeo a desconocer siempre la cantidad aproximada de pescado que pudiera haber bajo la quilla del barco para unos pescadores experimentados. El barco en cuestión estaba dotado además de dos sondadores de eco ultrasonoros con pantalla TRC a colores y otro gráfico, de un sónar que había visto tiempos mejores, pero que por aquellos días y según Gregorio no servía para nada a pesar de haber costado un dineral en su día. Por supuesto que el sónar en cuestión no se había estrenado en el “Urbero”, se había desmontado de otro cerquero de la compañía cuando había comenzado a cojear. Muy probablemente tenía en mal estado el domosónico, el transmisor o el receptor. Entregaron al macicero unos cien kilos de cangrejos que fueron recibidos con júbilo por sus siete tripulantes, con aquel botín para tan pocos hombres tenían para rato. Le trasfirieron también veinte de las boyas nuevas recibidas en Abidján y otros tantos objetos artificiales fabricados a bordo con orden expresa de que los fuera “plantando” allí mismo fondeado como estaba a razón de uno por día, ya se encargaría la corriente de arrastrarlos hacia el Oeste-noroeste, solo era cuestión de tiempo. “Desaparecía” una boya casi a diario y no quedaba otra que “sembrar” en la misma proporción cuanto menos si se quería mantener “sembrada” la huerta. Finalizada la maniobra pusieron rumbo Oeste-noroeste hacia la famosa boya de los “setenta” que distaba doscientas noventa millas. No llegarían a ella hasta el amanecer del día siguiente, ahora viajaba empujada por la corriente Oeste y estaba situada en un grado de latitud Sur y cuatro grados de Longitud Oeste. Nada digno de mención apareció el resto de la jornada de pesca, aparte de numerosas aves marinas que viajaban hacia poniente. SINGLADURA 29 (Martes) La boya, mejor dicho el objeto fabricado que estaba adosado a ella y que les había proporcionado una cuba de pescado en cada una de las dos ocasiones que había estado dentro del cerco, esta vez les proporcionó una decepción porque por lo que marcaban los sonares antes del lance daba la impresión de que allí había veinte toneladas de pescado pero capturaron solo doce. Embarcaron también una importante cantidad de peces ballesta, bananas y llampugas que habían obrado la superchería, y después de devolver todos los peces ballesta vivos al mar y embarcar el saco de la red y la panga pusieron rumbo Norte hacia una boya de radiofrecuencia que venía de Occidente. La corriente bastante dura se había dejado sentir en aquel lance, afortunadamente para ellos no hubo ningún incidente. Navegaron el resto de la jornada sin encontrar otra cosa que una boya satelitaria en la que se podía leer “Belouga” unida a un viejo tronco de árbol justo al cruzar el Ecuador. Un sinnúmero de dorados, peces ballesta, bananas y demás especies habitualmente asociadas a objetos flotantes pululaban en un radio de cincuenta metros alrededor del putrefacto madero. No había túnidos bajo ella, pero de haberlos habido tampoco hubiera sido posible largar la red de cerco porque la diferencia de corrientes entre la capa superficial y la de ochenta metros era brutal, nada menos que tres nudos. Cambiaron el artilugio electrónico por uno propio y continuaron adelante, ya entregarían en puerto las boyas ajenas encontradas, como hacían siempre. El “Belouga”, un viejo cerquero que pintaba de verde y tenía una capacidad de carga de túnidos de cuatrocientas cincuenta toneladas, había ostentado pabellón francés hasta pocos años atrás en que fue adquirido por una compañía koreana que tenía su base en Ghana. Lo mismo que había sucedido con el “Mervent” y algunos más. A media tarde sucedió un hecho insólito por lo inusual por aquellos parajes. Casi de súbito levantó un fortísimo viento del Norte (doblemente insólito en el Golfo de Guinea) que obligó a Jon, cuyo barco navegaba con el viento casi de proa a reducir la velocidad al mínimo para poder asegurar la red y la panga con los cables de la maquinilla principal y los gruesos cabos de los chócker, porque de mantenerse durante muchas horas aquel viento infernal terminaría levantando olas de considerable tamaño que aunque inofensivas para el barco podrían ser fatales para los dos importantes elementos que alojaba sobre su popa. De hecho, la mar se había puesto blanca de espuma mientras que el cielo parecía de plomo viejo. Una vez trincado y arranchado todo no sin dificultad puesto que los sufridos marineros fueron zarandeados como peleles durante el tiempo que duró la maniobra, Jon aceleró el motor hasta las seiscientas revoluciones por minuto utilizando el mando neumático del interior del puente, las necesarias para alcanzar los diez nudos de velocidad que necesitaban para llegar a la siguiente boya al amanecer. Con calma y chicha el barco alcanzaba doce nudos y medio a aquél régimen de revoluciones. Por supuesto, Eustaquio y Javier habían cubierto los grandes binoculares con sus respectivas lonas mientras Jon supervisaba toda la maniobra de trincado. El silbido que producía el paso del viento entre la arboladura del barco era sobrecogedor mientras el barco avanzaba escupiendo espuma y rociones por todas partes, el balanceo del barco no era muy acusado aún porque no había dado tiempo a que se formaran grandes olas. El patrón del barco ordenó por teléfono interno que se presentara en el puente el marinero que tenía la primera guardia mientras sus acólitos no perdían de vista los radares en previsión de algún cruce con cualquier otro barco. Acto seguido y pese a que faltaba más de una hora para el ocaso encendió las luces de navegación y las de popa, la visibilidad se había reducido a una milla. La tormenta tropical que se había cernido sobre ellos llegó a su momento álgido mientras cenaban y los tripulantes hubieron de sujetar sus platos porque los pantocazos del atunero de cerco eran ya importantes. Después, mientras disfrutaban de la película el aborrecido viento amainó con la misma celeridad con la que había aparecido y dejó de escucharse el lúgubre sonido que había generado durante tres horas y media. Eso sí, las olas de dos metros que había formado continuaron zarandeándoles durante unas horas más. Antes de acostarse Jon redujo la velocidad ajustándola para llegar a la baliza que tenían en proa al amanecer, como hacía siempre que sobraba tiempo.
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
SINGLADURA 30 (Miércoles)
La boya que estaba a ciento cincuenta y cinco millas al Sur de Abidján, “navegaba” a casi un nudo de velocidad al rumbo Este-Nordeste movida por la corriente Norecuatorial del Golfo de Guinea, de no echarle el guante lo más probable es que acabara en una playa de Ghana, Togo, Benín, Nigeria o Camerún, o en la cubierta de algún atunero coreano ya sea cerquero o cañero de los que hacen base en Ghana y pululan en sus aguas. El insólito itinerario protagonizado por la “boya viajera” de los aledaños de Santo Tomé de una semana antes se repite en muy contadas ocasiones. Pero nada de eso ocurrió porque albergaba pesca bajo él y después de largar el arte y embarcar treinta toneladas de pesca quedó a bordo para mejor ocasión. El contramaestre y sus muchachos hubieron de levantarse media hora antes de lo habitual para retirar todas las trincas que habían puesto la víspera por la tarde. Durante el virado de la jareta Koyo advirtió a Jon de que una de las numerosas antenas que había sobre el puente estaba rota, y mientras halaban el arte Jon ascendió al techo del puente de mando e inspeccionó con minuciosidad todo cuanto desde allí se veía. Efectivamente la antena de látigo de fibra de vidrio y resina de poliéster de nueve metros de longitud que correspondía al receptor de facscímil estaba partida en dos por el horrible ventarrón de la tarde anterior, no se apreciaba ninguna otra avería en la zona. Ironías de la vida, el aparato que se había quedado sin antena y que sirve para conocer la climatología reinante y la previsión del tiempo era precisamente el artilugio que los oficiales del “Apóstol Segundo” ni se molestaban en poner en marcha en aquel océano puesto que el tiempo era casi siempre tan bonancible que se consideraba supérfluo su uso. De hecho, ninguno de los barcos que faenaban en el área tuvo conocimiento de la llegada de aquella tormenta tropical que se originó de manera inopinada. Después el bermeano ascendió a la cofa y revisó las antenas, luces y demás elementos que había sobre ella y no observó avería alguna. Una vez embarcada la panga navegaron a buena marcha al rumbo Oeste-Noroeste para llegar a tiempo a la segunda baliza que distaba de la primera casi cien millas. Se trataba de llegar a una hora prudencial para en caso de tener pesca bajo ella poder largar el arte y terminar la maniobra antes de oscurecer, de esa manera ganarían toda la noche de navegación hacia aguas occidentales, al siguiente día era cuarto creciente y los cimarrones con toda probabilidad asomarían de nuevo, había que andar con tiento. Mientras navegaban, Jon desconectó la antena averiada y después de soltarla de su anclaje la bajó al alerón de babor, después enroscó bobinándolo fuertemente un hilo de nylón blanco de dos milímetros de grosor a lo largo de toda la zona rota comenzando y terminando por lo sano, es decir, aproximadamente un metro de longitud, lo que le llevó media hora. Había observado que aquella especie de tubo de fibra estaba roto igual a como lo hacen las cañas de bambú, con grietas longitudinales que si se colocan todas las tiras en su sitio y se ligan con fuerza con un cordel pueden durar cierto tiempo sin problemas. Cuando terminó la larga ligada el patrón ordenó al contramaestre que pintara el largo remiendo con generosidad y esmalte blanco, el color original de la antena. Otra media hora más y la antena se erguía de nuevo en su lugar original. -Total, para lo que sirve te ha quedado de puta madre- dijo Eustaquio cuando acabó -Es que la antena rota y caída como estaba hacía feo- se excusó Jon La verdad es que ardía en deseos de llegar a la siguiente baliza y necesitaba de cualquier actividad para tratar de abstraerse del ansia que le embargaba. De hecho el rubio bermeano utilizaba este sistema muy a menudo, al igual que la mayoría de sus colegas. Llegaron a la segunda boya que se encontraba a ciento diez millas casi al Sur de Sassandra a las cuatro de la tarde, con la corriente en contra y el barco bastante cargado como estaba solamente habían podido desarrollar una velocidad que no llegaba a los trece nudos en el trayecto a pesar de haber mantenido el motor propulsor a seiscientas sesenta revolucines por minuto. Bajo el objeto plantado amarrado a la boya había pesca de nuevo y sin siquiera arriar el bote rápido al agua largaron la red para no perder ni un segundo. El bote se arrió después de que el barco había completado el cerco, no era la primera vez que actuaban así cuando el tiempo apremiaba más de lo normal. Naturalmente también en ésta ocasión la boya con su objeto prefabricado quedaron a bordo del barco, la corriente en la zona era la misma que en el lugar del lance de la mañana. Capturaron veinticinco toneladas en ésta ocasión, y antes de que comenzara a oscurecer, a las seis y cuarto, habían izado la panga y navegaban de nuevo rumbo al Oeste hacia la siguiente baliza que se encontraba a doscientas millas a seiscientas sesenta vueltas. Jon esperaba llegar a ella a mediodía de la siguiente singladura, si antes no la encontraba cualquier otro atunero puesto que estaba situada cerca de donde se habían efectuado las capturas de “Yellow-finn” la Luna anterior. Por eso precisamente esa y no otra boya estaba en ésta ocasión en el punto de mira de Jon, es normal actuar así, al mismo tiempo de visitar una o varias balizas se explora la zona donde más probabilidades existen de encontrar cardúmenes de túnidos en superficie durante el día.
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
SINGLADURA 31 (Jueves)
Acababan de dar la una de la madrugada cuando en su estado de duermevela Jon escuchó golpear la puerta de su camarote antes de ser abierta y acto seguido la voz angustiada de Javier: -¡Levántate Jon, hay un incendio en la sala de máquinas y no lo pueden apagar!- Lo que sintió en ese momento el rubio patrón bermeano es algo inenarrable por varios motivos. Por una parte una extraña serenidad invadió su ser, algo así como si hubiera estado esperando el envite, por otra parte y quizá consecuencia de lo primero, instantáneamente después de escuchar la alarmante noticia por boca de su fiel Javier supo que no había nada que hacer, la suerte está echada, <<Alea jacta est>> había dicho Julio César mientras cruzaba el río Rubicón, pero el río en el que trataba de navegar en aquellos instantes el “Apóstol Segundo” era infinitamente más ancho que aquél. Jon Somarriba, al tiempo que accionaba el interruptor de la luz del habitáculo decorado de laminado color crema, presintió en el acto que el desenlace de aquella alarma sería fatal como ya he dicho antes, y precisamente por eso se abstuvo de salir corriendo en calzoncillos, muy al contrario se puso rápidamente calcetines y un grueso chándal mientras sus dilatadas pupilas se acostumbraban a la luz eléctrica, a continuación se calzó unos zapatos ortopédicos que usaba para bajar a cenar al comedor, preparándose para una larga noche a la intemperie y un minuto después de la noticia estaba en el puente de mando anejo a su camarote. <<Los presentimientos, presentimientos son, nada definitivo>> pensó el patrón, había que intentar lo que fuese para tratar de salvar el barco. Se encontró con Eustaquio, Javier y Sabino, éste último linterna en mano. -He parado el barco, Jon, y también encendí todo el alumbrado exterior- saludó el oficial lekeitiano. -¿Qué sucede en la máquina?- preguntó Somarriba dirigiéndose a Sabino -Aquello es un infierno, no hay nada que hacer, no se puede bajar allí- dijo el jefe -Pues dispara la planta de CO2 y apaguemos el incendio- ordenó Jon -No es posible llegar al cuarto de CO2 porque el humo negro que invade todo es tan denso que hace imposible ver absolutamente nada en el parque de pesca. El que baje allí está condenado a muerte si intenta llegar al cuarto de CO2, porque está tan lejos de la escalera de bajada que a ciegas no podrá encontrar el camino para llegar allí y mucho menos regresar- soltó Sabino de un tirón, convencido de lo que decía. -Los equipos de respiración autónomos no sirven de nada, se podría respirar con ellos sin problema pero el tema no es ese, el humo es muy negro y muy denso ¡algo increíble!, el que baje al parque de pesca está perdido- advirtió Sabino -O sea que el barco está dotado como es preceptivo de una planta de extinción de incendios para la sala de máquinas, pero no se puede accionar porque el disparador está en un lugar inaccesible si el incendio es precisamente allí- dijo Jon -Efectivamente, ni más ni menos- corroboró Porriño -Pues parece mentira porque el barco ha sido diseñado por ingenieros, y los que lo han revisado hace poco durante la varada cuatrienal también- saltó Eustaquio con sorna -Si es así vamos a abandonar el barco, preparemos todo- ordenó Jon, después se dirigió al contramaestre que estaba en el umbral de la puerta de babor del puente -Koyo, vete a la panga con Ousmane y quitad la maniobra, después cortad con cuchillo el estrobo samson del aparejo real y finalmente disparad el gancho. Una vez la panga en el agua amarradla en el costado de babor, frente a la puerta de la habilitación- Incendiada la cámara de máquinas resultaba imposible poner en marcha el sistema hidraúlico para soltar de la panga el aparejo real que además de usarse para su izado se utiliza también como medida de seguridad para navegar de noche. Jon había ideado años atrás el estrobo de nylón samson de cincuenta milímetros engrilletado en cuádruple en previsión de cualquier eventualidad. Al mismo tiempo que daba la orden Somarriba accionó el pulsador rojo de alarma general tres veces, como cuando se ponían listos para largar, solamente que a la una de la noche todo aquel que escuchara aquel potente timbre sabría en el acto que ésta vez no se trataba de echar la red. Que algo grave estaba sucediendo en el barco sería evidente hasta incluso para el pobre “Tronco” en caso de encontrarse a bordo. Eustaquio había pulsado los grandes botones rojos de las paradas de emergencia del motor propulsor y de los ventiladores de la cámara de máquinas en cuanto se supo la noticia. -Voy a llamar al gerente para informarle de lo que pasa- dijo Jon Pero justo cuando marcaba el número del teléfono móvil de Isaac en el artilugio satelitario, la derrota quedó a oscuras y los teléfonos dejaron de funcionar. Se pusieron manos a la obra, el patrón ordenó a Javier que cogiera la baliza GPS de emergencia de su anclaje sobre el puente y la sujetara sobre el gancho disparador de la panga. A su vez el bermeano sacó una a una las doce boyas satelitarias nuevas que tenían en el balcón que había detrás del puente y ordenó a Koyo que con la ayuda de un par de marineros las transportaran también a la panga después de haberlas puesto en funcionamiento. Al sacar la última boya del balcón había basculado su cuerpo sobre la barandilla que contorneaba el receptáculo y sintió un dolor agudo en el costillar izquierdo, días después se verificó mediante rayos X que tenía tres costillas con fisuras. La densa y gran humareda negra como la pez manaba de la puerta de bajada al parque de pesca, de los respiraderos del palo y del embudo circunscrito en la gran escotilla situada en el centro de la cubierta superior. Las llamas aparecían con claridad a través de la puerta abierta de la chimenea, es decir, unos siete metros más arriba que la cámara de máquinas, aquello se había convertido sin ningún género de dudas en un infierno de llamas. Huelga añadir que dada la gran cantidad de combustible, aceites lubricantes e hidraúlicos, grasas, pinturas, disolventes y demás materiales de fácil combustión que albergaba el barco y con la agravante fundamental de la imposibilidad de acceder al cuarto del CO2 diseñado para que en caso de incendio importante en la cámara de máquinas y una vez desalojada de personal se cerraran las puertas de acceso a la misma y se descargara el contenido de las grandes bombonas mediante tuberías de acero instaladas a tal efecto, inundando de CO2 el recinto, lo cual originaba la extinción del incendio. Huelga añadir repito, que en este caso lo más sensato era abandonar el barco porque definitivamente no había nada que hacer. Lo incomprensible del asunto es que estando dotado el barco del sistema como es preceptivo, para su accionamiento se tuviese que personar un tripulante en el compartimento que alojaba la batería de bombonas para poder tirar del disparador, siendo que dicho compartimento estaba casi sobre la cámara de máquinas. La brisa que soplaba en esos momentos del Sur venía del costado de babor puesto que el barco había quedado al garete con su proa apuntando al Oeste, y se llevaba la enorme humareda hacia estribor, en la banda de babor se podía respirar con normalidad. El cocinero apareció en la cubierta de botes preguntando qué es lo que tenía que hacer y Jon le instó a que en colaboración con sus dos subordinados embarcaran en la panga el mayor número posible de agua embotellada y algunos alimentos ligeros como galletas por ejemplo. Julián repartió linternas a diestro y siniestro, Somarriba no le cogió ninguna pero Eustaquio sí, y con ella encendida en ristre se dirigió rápidamente hacia su camarote para rescatar lo que pudiese. El electricista cubano apareció con cara de haber estado completamente dormido un segundo antes. Puesto que no aparecía por parte alguna Lito había tenido que despertarlo a manotazos porque ni los timbrazos ni el jaleo reinante lo habían conseguido. Sabino como jefe de máquinas se preocupó de localizar a todo el personal a su cargo. Arriaron a bordo de la panga los dos contenedores que albergaban las balsas salvavidas hinchables que estaban en la banda de babor de la cubierta de botes y arrojaron al mar los dos de la banda de estribor, ya las recogerían después de abandonar el barco. Mientras arriaban a la panga las dos de babor Jon observó que casi todos los tripulantes africanos a excepción hecha de Koyo y alguno más estaban embarcados en la panga sin aviso previo, además se encontraban semidesnudos casi todos ellos. El primer pensamiento que le vino a su cabeza fue que aquellos hombres a medio vestir a la intemperie y de noche tendrían todos los números para pescar una pulmonía o algo por el estilo. El patrón subió rápidamente las escaleras que le separaban del alerón despotricando por los pinchazos que sentía en su costado izquierdo y se dirigió a su habitáculo. La habilitación del barco estaba a oscuras pero todo el alumbrado exterior permanecía encendido, por las numerosas ventanas del puente entraba bastante luz hasta el despacho del patrón que permanecía con la puerta abierta. Atrapó una linterna que tenía en el despacho y entrando en el camarote atrapó las dos maletas de viaje que tenía a bordo, la azul que usaba para viajar y la roja que se quedaba a bordo llena de ropa mientras disfrutaba de sus vacaciones, junto con un gran cajón de cartón. Las abrió y cogiendo de los cajones y armario metió en ellas todos los pantalones largos que tenía, así como sudaderas, camisas de mangas largas, chándales y jerséis, es decir, toda la ropa de abrigo que pudo recopilar. Acto seguido abrió el cajón de la mesilla de noche y retiró su cartera, la cartilla de navegación, la cartilla de vacunaciones y el pasaporte y los metió en una de las dos repletas maletas, después las cerró y cogiendo una en cada mano y con la linterna en la boca salió del camarote y atravesó el despacho, pero justo cuando pasaba ante el gran escritorio sobre el que descansaba su portátil se le encendió una luz roja en la cabeza. Dejó una maleta en el suelo y la linterna sobre el escritorio, después cogiendo el pendrive que había junto al ordenador se lo metió en un bolsillo del pantalón, cargó con las dos maletas de nuevo y saliendo del puente descendió a la cubierta de botes. Koyo se hizo cargo rápidamente de las dos valijas de su patrón y se encargó de que fueran embarcadas en la panga. En esos instantes Eustaquio y Sabino contaban por enésima vez los tripulantes embarcados en la panga a los que sumaban los pocos que estaban congregados en el punto de reunión sito en el centro de la cubierta de botes. Estaban visibles diecinueve a bordo de la panga, todos africanos excepto Lucio, y ocho a bordo del barco, los cinco oficiales además de Julián, Ismael y Koyo, total veintisiete, no faltaba nadie. Javier portaba tres walki-talkies en sus manos y Eustaquio una mochila y un maletín. -Bueno, vámonos ¿no? aquí ya no hay nada que hacer- apremió Eustaquio -Supongo que habrás pillado la documentación del barco y de toda la tripulación- -Lo tengo todo aquí en la mochila- respondió el Capi -Vámonos, abandonemos el barco- respondió Jon Descendieron por la escalera de acero mientras sonaban dos explosiones provenientes de la cámara de máquinas, pisaron la cubierta superior y pasaron al callejón de babor, justo frente a la panga. Un par de minutos después quedaban a bordo solamente el patrón y el capitán del barco. -Vamos, desembarca ya- dijo Somarriba -No, desembarca tú primero- respondió Eustaquio Jon captó al instante que el capi quería ser el último, como en las películas, y no se anduvo con bobadas, trepó a la regala del barco y descendió hasta poner ambos pies en la regala de la embarcación auxiliar que permanecía amarrada con dos cabos de nylón samson al costado del barco y con su motor desembragado ronroneando al ralentí. No le costó demasiado puesto que el barco estaba muy cargado y la diferencia de altura entre ambas embarcaciones no era tanta, Koyo le tendió una mano para evitar que cayera en un movimiento brusco de la panga. Lo primero que se fijó Somarriba al poner los pies en la cubierta fue la gran cantidad de víveres de diversa índole que ocupaban la mitad de la cubierta de la panga. -¿Pero qué coño es esto?- exclamó Jon estupefacto -Tú me has dicho que embarcáramos algunos víveres- se defendió Lass -¿Cuánto gasoil tenemos en el tanque?- preguntó el rubio al panguero -Está casi lleno patrón- respondió Ousmane La panga estaba dotada de un tanque de tres mil litros de combustible, suficiente para navegar dos singladuras a media máquina. Eustaquio soltó los dos gruesos cabos de amarre, después entregó la mochila y el maletín a Javier y abandonó el barco. Habían tardado no más de veinte minutos en recoger todo lo que consideraron necesario y se embarcaron en la panga con escrupuloso orden, sin histerias ni pataletas estériles. Pasaron lista una vez más para asegurarse de que estaban todos antes de dar avante para alejarse del barco y después Jon se puso al timón y embragó. El bermeano dirigió la embarcación auxiliar hacia la proa del barco y después giró a estribor pasando frente a la roda del atunero herido de muerte. -¡Koyo, vamos a embarcar las balsas salvavidas que están en el agua!- ordenó Una estaba casi en el mismo lugar donde había caído, es decir, a la altura de la cubierta de botes. Le pasaron uno de los cabos de amarre con un ahorcaperros y tras ímprobos esfuerzos consiguieron izarla a bordo de la panga. La otra flotaba a la altura de la chimenea y casi pegada al costado del barco, la sombra del mismo hacía difícil la visión, se veía a duras penas porque el contenedor que albergaba la balsa neumática estaba construida naturalmente de poliéster blanco, de ser un color oscuro no se vería. Se acercaron a ella despacio pero cuando la tenían a su lado se escucharon repentinamente tres potentes explosiones procedentes de la cámara de máquinas adyacente. -¡Vámonos de aquí antes de que explote el barco!- rogó Sabino nervioso -Será mejor que nos larguemos, no sabemos lo que puede suceder- dijo Jon Acto seguido embragó avante y giró a babor para dirigirse a la proa del barco de nuevo, después puso proa al viento siempre al ralentí, no era cuestión de derrochar ni una gota de gasoil, a buen seguro aparecería algún barco por allí en las próximas horas pero no descartaba navegar al rumbo Norte si el barco se hundía antes de que apareciera nadie. Sabía que estaban a ochenta millas al Sur de San Pedro, (Costa de Marfil), la panga alcanzaba nueve nudos a toda máquina, por lo tanto a velocidad de crucero de, pongamos siete nudos, y teniendo en cuenta las guiñadas en unas doce horas estarían en tierra. Cuando se separaban del barco observaron con asombro que una gran llamarada cárdena como si de un gigantesco soplete se tratara brotaba de uno de los tubos de escape de la gran chimenea. -Los motores auxiliares se deben haber quedado sin refrigeración- razonó Sabino -Se van a fundir- respondió Lito, con su sempiterno trapo en una mano y una linterna en la otra -Qué más da, se va a fundir todo- vomitó Jon con amargura -Manda cojones, las luces exteriores continúan encendidas, mientras que las del interior se han apagado a los pocos minutos, es curioso- dijo Julián No habían transcurrido ni dos minutos desde la observación hecha por el caldereta markinés cuando de súbito el barco se quedó a oscuras. Se quedó a oscuras en cuanto a alumbrado eléctrico se refiere, porque de la puerta de la chimenea salían ya las llamas con descaro y alumbraban la cubierta de popa de manera lúgubre. Estaba la panga con la tripulación del barco abandonado a una milla naútica aproximadamente cuando Jon desembragó la hélice y quedaron a la deriva al igual que su humeante nodriza. -Lo que no entiendo es cómo el cuarto de derrota ha quedado a oscuras y sin teléfono antes que nada- manifestó Javier -Yo tampoco- dijo Sabino -Los teléfonos funcionan a veinticuatro voltios al igual que las luces de emergencia obviamente. Mientras el barco tiene energía eléctrica en toda la red esos veinticuatro voltios vienen de unos rectificadores a tal efecto. Pero si falla la energía eléctrica principal por lo que sea, automáticamente el circuito de veinticuatro se alimenta de las baterías de emergencia, que no son pocas. Es inconcebible que las luces de emergencia de la habilitación, los teléfonos y la derrota en general fueran los primeros en quedarse sin energía. Se ha quedado a oscuras el interior del barco mucho antes que el exterior, me parece incomprensible, hay algo que ha fallado aquí, eso está claro- -Pues menos mal que el sistema ha sido diseñado y revisado hace meses por ingenieros- Volvió a la carga el capi -Tenemos que quedarnos aquí quietecitos hasta que venga alguien- dijo el patrón -Será la manera más fácil de que nos localicen- observó Javier -No es solamente eso, no debemos alejarnos del barco mientras siga a flote- aclaró el rubio -Si nos marchamos para tierra y da la casualidad de que se apaga el incendio, cualquiera que pase por aquí podría hacerse cargo del barco y reclamar después su propiedad como barco abandonado- Jon era Capitán de Pesca y en consecuencia algo de Derecho Marítimo había tenido que estudiar, no era el mismo caso que Eustaquio, ejercía de capitán pero su título no iba más allá del de Patrón de Cabotaje, sus estudios naúticos habían sido mucho más exiguos. Curiosamente Javier estaba en posesión del título de Patrón de pesca de Altura, superior al de Eustaquio, pero por antigüedad en aquel barco éste ostentaba un rango superior. -Tenemos encendida la radiobaliza amarrada al gancho disparador- dijo Javier -Y las doce boyas satelitarias que embarcamos en la panga están todas encendidas también. Lo he hecho adrede para que el patrón del macicero se dé cuenta de que algo raro sucede en cuanto mire la pantalla de las boyas- replicó Jon El bermeano puso sus dos maletas sobre el gran guardacalor plano hecho de chapa de aluminio y las abrió. Después repartió toda la ropa que contenía entre todos los africanos y finalmente metió sus documentos y cartera en la roja y ésta a su vez en la azul que era un poco más grande. Contemplaron como alucinados cómo las llamas habían salido ya de la puerta de la chimenea y avanzaban lentamente por la banda de estribor de la cubierta hacia proa, es decir, hacia la habilitación. A buen seguro se habían quemado los latiguillos de las maquinillas hidraúlicas que había en la zona y se había derramado el aceite avivando el incendio. La humareda se hacía cada vez más grande a medida que pasaba el tiempo. Murmullos de asombro brotaban de las gargantas de los tripulantes acongojados, hablaban en sordina, como temiendo pecar.
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Stemma Proderi In Primis Bermei Editado por TXELFI en 04-06-2020 a las 11:46. |
#223
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Historias de la pesca del atún tropical
Bravo
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En cada mariñeiro dorme un ser mitolóxico
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TXELFI (04-06-2020) |
#224
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Joder vaya cristo , el barco en llamas... Grandes relatos Txelfi y la enciclopedia de tunidos terrible tb. Cuando se arrimen los alalungas y andes al lío te vamos a echar de menos. eskerrik asko!
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Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a Ardi357 | ||
TXELFI (04-06-2020) |
#225
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Re: Historias de la pesca del atún tropical
Cita:
Empecé escribiendo de memoria hasta que me cansé y últimamente me he limitado a hacer copia y pega de mi libro para no estrujarme tanto la mollera. Aún así el dolor que siento al rememorar los hechos es grande. Utilizo seudónimos de todos los personajes nacionales e incluso de los nombres de los barcos también nacionales para no herir suceptibilidades de nadie. Toda esta ejecutoria desde el inicio del hilo es auténtica, no me he inventado ni una sola anécdota, palabra de honor.
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Stemma Proderi In Primis Bermei |
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Ardi357 (04-06-2020), azogue (05-06-2020), chukel (05-06-2020), Edu (03-05-2021), llanera (04-06-2020), moryak (04-06-2020), sacratif (05-06-2020), Sito Sader (06-06-2020), sniff-snuff (07-06-2020), Xoro (08-06-2020) |
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