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Antiguo 23-03-2015, 13:09
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Atlántida Atlántida esta desconectado
Corsario
 
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Predeterminado Re: Cuento para el invierno

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Originalmente publicado por Tahleb Ver mensaje
Sobre las tres de la tarde estábamos ya metidos en harina, con viento del Noroeste fuerza cinco y rachas de seis; la mar, bastante corta, tenía unos dos metros. Tal como mandan los cánones desde los tiempos de Colón y según los diarios de navegación de los pailebotes de mi abuelo, dejé que viento y mar me entrasen unos sesenta grados por babor y navegué así, con dos rizos en la mayor y la trinquetilla, hasta las diez de la noche, en que avisté los tres destellos del Cap Salou. A las once ya iba a motor sobre una mar en calma chicha y rumbo a la Punta del Llobregat.

La Poule tiene la manga justa para equilibrarse entre olas a ese rumbo. Cuando la ola lo toma por barlovento, inicia una escora que se ve pronto compensada por el par de estabilidad al vaciarse de viento las velas. Al pasar la ola hacia sotavento, la escora que se produciría hacia la banda contraria queda detenida al llenarse de viento las velas. El resultado es un movimiento vertical con un cabeceo razonable bastante cómodo.

Mientras preparaba la cena recordé una frase de Joseph Conrad : …”y el barco, un fragmento desprendido de la tierra, pasó solitario y silencioso como un pequeño planeta. A su alrededor los abismos de cielo y mar se unieron en una frontera inalcanzable”.

En efecto, pensé, me encontraba en un pequeño planeta. Un mundo propio en el que nada más tenía verdadera importancia ni demasiado sentido. Allí encerrado, mi falta de interés por los problemas humanos estaba del todo justificada y las reflexiones sobre la edad, el sexo y la soledad que me habían ocupado la mente durante días perdían una de sus dimensiones para tomar el aspecto plano e inocuo de lo irrelevante.

Era como si el pequeño planeta que era mi barco contuviese a su vez un océano interior por el que yo navegase tripulando mi propio cuerpo. Me observé unos instantes con ojos de marino viejo que valora lo que puede esperar de un buque y me vi bajo una luz desconocida. Me educaron en los valores de la bondad y la generosidad, y esos seguían siendo mis objetivos profundos, pero debía reconocer que yo ya no era eso que el poeta definió como, en el buen sentido de la palabra, bueno. Mi moral tenía alguna cuaderna podrida y quebrada por la vida. Alguna vez le abrí sin querer la puerta al odio y a la sed de venganza y los ejercí ambos con placer. Me había contaminado. Quién sabe cómo podría reaccionar si de nuevo me viese envuelto en sentimientos tormentosos.

Había llegado el tiempo de la placidez y de mantenerme alejado de la épica.

Barcelona me esperaba, con sus decenas de teatros y cines, centenares de buenos restaurantes, miles de tiendas de todo tipo y unos cuantos buenos amigos. Estaba en mi derecho de disfrutar de todo ello.

Yo había cumplido.

Pasé allí un par de semanas estupendas antes de aparejar con destino a Sicilia y reunirme con mis pasajeros, pero esa es una historia que ya os conté en el pasado y que tal vez alguno recuerde.

El invierno se ha acabado y, el cuento, también.

... Y viene Sant Jordi... ¡Muchísimas gracias! Yo quiero que me firmes uno. Te buscaré en algún tenderete.

Editado por Atlántida en 23-03-2015 a las 13:10. Razón: Me dejé una mayúscula
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