Re: un mensaje en una botella
Mi señora, mar y luna;
Antepongo primero una disculpa por la osadía de mandar a v.m. la presente misiva. Rogándole de entrada, que acoja mis palabras con la punta de sus dedos. Y si las encuentra desafortunadas, sin más preámbulos, las arroje al acantilado del olvido.
Es la génesis de mi atrevimiento, una idea que me ronda la cabeza. A saber: que pudiera tener entre sus doncellas alguna que esté libre de compromiso. Y a su vez, fuera bella y de talle esbelto. Estos ambos requerimientos son debidos a mi condición de poeta. El primero, porque así lo requiere mi alma, que ama y ensalza la belleza a la que compone odas y sonetos; y el segundo, por una cuestión práctica, que siendo ella esbelta no debe ser aficionada a grandes manjares. Los cuales, por mi escasa hacienda, no podría costear.
Se preguntará v. m.: qué de mi, al ser pobre, puede seducir a una de sus doncellas. En primer lugar, mi alma de poeta, que por serlo, y haberlo demostrado, es garante de mi afabilidad. Y promesa de innumerables y suaves caricias, tanto a su cuerpo como a su alma. Y en segundo lugar, mi linaje, que aun siendo pobre en la actualidad, son mis raíces de alta cuna y mis progenitores, principales y ricos. Lo que podrá considerar aval de un trato exquisito y buenos modales, por una parte, y un halagüeño futuro, por otra.
Si dicho lo cual, me cree merecedor de los favores de alguna de sus doncellas, que cumpla con los requisitos ya mencionados, tenga v.m. a bien, hacerle saber mis honestas y discretas pretensiones. En caso contrario, como quedó dicho en el primer párrafo, le ruego arroje esta epístola al acantilado del olvido, a ser posible, metida en una botella, que pudiera ser la hallare alguna otra doncella y la leyera de otra manera.
Su servidor y lacayo: Alex, el hidalgo navegante.
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