Relatos de travesías, Por la costa de Bretaña

[kaia]

Este segundo relato lo voy a colgar en 3 partes, ya que es un poco largo aunque lo amenizaré con algunas fotos, que disfruteis.


Desde que me hice con el Agón, un Voyage 11,20 de Janeau, me rondaba por la cabeza de hacer un periplo por tierras bretonas. No es una costa demasiado conocida para los navegantes españoles, a pesar de que no se encuentra muy lejos, pero las latitudes norteñas, con su fama de mal tiempo y la complicada orografía marítima, siempre ha echado un poco para atrás a la hora de crucerear por allí arriba.
Dispongo del mes de Junio de vacaciones, mala época para el resto de mis tripulantes, propongo la idea y de momento no se apunta nadie. Yo sigo con mi idea y estoy decidido a hacerlo en solitario.
Pocos días antes de la salida Oscar ha conseguido una semana, también Aitor dispone de dos semanas, para sumarse cuando desembarque Oscar, Amaya puede a partir de la segunda quincena, Joaquín, Enrique y Roberto la última semana.
Bien perfecto, no me veré solo en ningún momento.

Día 2 – 06 – 02
Salimos Oscar y Yo del Abra bilbaíno, rumbo a la Rochelle al NNE, día nuboso con brumas, viento N de F 2, son las 8h 45’ cuando soltamos amarras después de hacer gasoil en Guetxo-Kaia (se ha acabado en el Marítimo).
Navegamos a motor y mayor con marejadilla, a 4 millas de la Galea nos acompañan los primeros delfines en la misma proa, que hacen las delicias de Oscar.
Conectamos el radar, ante la escasa visibilidad de una milla, en el banco de niebla que estamos cruzando y a las 14h tenemos el eco de un mercante a rumbo encontrado, que viene de Rochefort, por la conversación que ha mantenido con Bilbao Radio, nos apartamos unos grados, le vemos pasar a media milla y seguido vuelta al mismo rumbo.
Poco después, una ballena nos cruza de babor a estribor la proa, desapareciendo rápidamente en las profundidades, pero continúa la manifestación de vida por estas aguas, porque divisamos constantes manadas de delfines mulares, que no se interesan demasiado por deleitarnos con sus juegos.
A 50 millas de la costa, ante nuestra extrañeza, nos visita un jilguero, hace varios intentos de posarse en el barco, pero finalmente desiste y opta por hacer rumbo SE.
A las 18h se produce un role del viento al NNW aumentando a F3, paramos el motor y hacemos una buena marcha a vela, por encima de 6’
A las 20h, justo después de haber cenado, aumenta el viento a F5, tomamos el primer rizo a la mayor y enrollamos unas vueltas el génova.
A las 22h nuevo role ahora a N y nuevo aumento a F6, para no caer de rumbo, optamos por recoger génova y navegar a motor, con la mar establecida en marejada tomada por la amura de babor y que el piloto automático sortea con soltura.
La primera guardia de 23h a 01h, la realiza Oscar, este es su bautismo en navegación nocturna, en absoluto es desagradable.
A la 1h tomo el relevo, justo cuando el viento ha vuelto al NNW y amainado a F4, lo que las próximas horas se hacen bajo el susurro del viento y el murmullo del agua bajo el casco.
A las 6h Oscar hace la tercera guardia (le he dejado dormir un poco más de la cuenta) con la mañana ya amanecida, el viento se ha esfumado y es necesaria la mecánica para seguir avanzando sin bajar de los 6’ en la corredera.

A las 12h del día 3, divisamos la lejana costa de la isla de Oleron y a las 13h 45’ doblamos el cabo de Chassiron que salvaguarda la entrada Sur a la bahía de La Rochelle.
A las 15h 15’ y tras poco más de 30h de navegación amarramos en la inmensa marina de Les Minimes.

El día 4 de Junio, dedicamos el día al Agon, bricolaje, mantenimiento del motor, limpieza y compras. Por la tarde paseo por La Rochelle, terraza a la orilla del puerto y gran satisfacción por haber comenzado disfrutando de una singladura excelente.


Entrada en el viejo puerto de La Rochelle

Día 5 – 06 – 02
Hoy nos proponemos hacer una excursión de visita a Fort Boyard. Bastión militar del siglo XXVII construido para proteger la entrada a Rochefort, situado a 9 millas al Sur de La Rochelle y erigido sobre un bajo rocoso que solo aflora en mareas muy bajas.
Iniciamos la navegación con una brisa del NW de F2, con lo que nos disponemos a intentar conseguir la cena con el curri, pero todo el gozo se queda, como se dice, en el pozo, ya que pocas millas después de la salida comienza arreciar Eolo y rolando un poco mas a N.
20’ primero, enrollamos génova, 23 nudos, tomamos primer rizo a la mayor, llegamos como una exhalación al fuerte, en medio de una buena tromba de agua que no nos permite, ni tan siquiera, tomar unas fotos. Media vuelta, tomamos el segundo rizo y a ceñir con F7 y puntas de 35’, hora y media después amarramos en el pantalán, de nuevo en Les Minimes
¡Bonito día de excursión que hemos elegido!
Por la tarde, se acabo todo, sol espléndido y paseo por la ciudad, después de la cena, preparación de la nueva singladura a Les Sables D’Olonne.

Día 6 – 06 – 02
A primera hora cargamos de gasoil y arreglamos los asuntos pecuniarios con el puerto, donde aún rige la costumbre de que por dos días de estancia ofrecen uno más gratis, el cual hemos aprovechado religiosamente.
La mañana nos regala un día precioso de sol y brisa, aunque sería mucho pedir que fuese favorable, no es así.
Salimos de La Rochelle poco antes de las 9h, pasamos bajo el puente de La Pellice y bordeamos la isla de Re por su lado Este a motor y mayor. El viento se establece en 12 nudos del NW, justo donde nos dirigimos.
Hacemos un intento de navegar a vela dando bordadas, pero desistimos muy pronto ya que la corriente en contra de 1 nudo nos retrasaría bastante, imposibilitándonos llegar con la marea a Les Sables.
Es una navegación de 30millas, a motor y un tanto anodina, mínimamente amenizada por los barcos que cruzamos, arribamos a Les Sables D’Olonne a las 15h. Después de amarrar donde nos han indicado en capitanía, dedicamos la tarde a recorrer pantalanes, babeando con lo que se ve por allí, mas tarde, las tiendas del mismo puerto, son el paraíso del navegante.


El canal de entrada en Les Sables D'Olonne por el que parten los regatistas de la Vandee Globe

Día 7 – 06 – 02
Repuesta la despensa en un hiper cercano al puerto de Les Sables, soltamos amarras a las 11h, en una mañana espléndida de sol y viento. Enfilamos el canal de salida, miro a derecha e izquierda y mi memoria trae un recuerdo para esos y esas navegantes fuera de serie, cuando acometen su periplo en solitario, alrededor de la Tierra, en la regata Vandee Globe, justo aquí, donde ahora el Agon se dispone a iniciar su próxima singladura de solo 15 millas.
Fuera del canal el viento está establecido del SW de F4 y la mar en marejada, ceñimos hacia el SW, hasta dejar los bajos de La Grand Bargue por estribor, abrimos el rumbo, una vez librados estos, recibiendo el viento por la aleta, en dirección a nuestro próximo objetivo San Guilles Croix de Vie a 14 millas.
En dos horas de rápida travesía, nos disponemos a recalar, con la tormenta que se acerca pisándonos la popa, recogemos génova, arriamos mayor sin tan siquiera aproarnos y enfilamos el canal de entrada, sin apenas perder tiempo en un buen orden de la maniobra, casi a la buena de Dios.
Con las primeras gotas de lluvia, el viento refrescando a F6 y la estrechez de la marina Port de Vie, en la misma ría, hacen necesaria la máxima atención para el amarre en el pantalán de tránsito, situado justo al fondo de la misma, justo en el peor sitio, para el que arriba sin conocer el puerto (estos gabachossss), enseguida me doy cuenta que no tenemos escapatoria, hay que aprovechar el único hueco entre dos barcos, virada y derrapaje ajustando y acostándolo el Agón al pantalán proa al viento. Cuando tenemos el barco amarrado me doy verdadera cuenta de que ha sido una temeridad esa maniobra, por la fuerza del viento y el poco espacio, aunque en descargo he de decir, que la maniobrabilidad del Agón a motor es todo un seguro.
Minutos después, una fuerte aguacero tamborilea el casco, mientras nosotros, satisfechos a cubierto, damos buena cuenta del menú que hemos preparado para comer.
Por la tarde, pasado el chubasco, provechoso paseo por el pueblo y sus alrededores, haciéndonos una ligera idea del excelente enclave vacacional que es San Guilles Croix de Vie.


El Agón en el muelle de transeuntes después del chubasco



Día 8 – 06 – 02
La mañana sigue ventosa y las nubes cubren el cielo, nuevo paseo hasta el espigón de entrada para comprobar el estado de la mar, sorprendiéndonos la poca barra de la entrada, a pesar de la bajamar, cuando creíamos que el puerto iba a encontrarse cerrado.
Unas compras, en las que no pueden faltar las típicas ostras del lugar y a esperar que lleguen los amigos de Oscar, David y Sergio, que traen a Aitor para relevar a este, como tripulante del Agon.
Los recibimos con un aperitivo de ostras y una típica paella del Agon.
Por la tarde organizamos una excursión en coche a la isla de Noirmoutier, distante de Saint Guilles unos 45 kms. Pueblecito marinero a orillas de un canal navegable, en el que los barcos de madera, varados con la bajamar, orgullosamente adrizados, con sus muletas en los costados para que no se tumben, dan al lugar un bucólico aspecto de haberse detenido el tiempo por estos lugares.
La vuelta, intentamos hacerla por el paso de Gois, pero la marea aún no permite atravesar esta singular carretera, solo practicable durante un par de horas durante las dos bajamares diarias y que antaño era el único punto de unión por tierra, construida durante la segunda guerra mundial, por prisioneros de los nazis.


Aunque parezca mentira la carretera está ahí bajo el agua

Continuara........