Yo lo he tenido que luchar un poco, porque mi señora es de tierra adentro y le costaba entenderlo. Más aún cuando tras un par de decenas de años de convivencia siendo
asintomáitco se me despertó la afición de nuevo tras un viaje a Italia en el que alquilamos un velerito. Ya antes había hecho un curso de vela en mis años mozos, y luego otro en Polonia, pero no pasó de ahí la cosa.
Ahora bien, fue positivo que me hubiese parado los pies al principio, porque cada cosa tiene su momento. Y de aquella, aunque supiese llevar un barco más o menos para donde quería, eso es sólo una pequeña parte de lo que significa meterse a armador.
Así que me fui sacando el PER, y mientras tanto brujuleando en busca de barco. Que al principio, sin tener ni idea, consideré algunas ideas bastante peregrinas, como traerme un Marieholm desde Escocia (
). Hasta que al final, apareció en mi puerto un velerito bastante asequible, y según todos los comentarios, adecuado para principiantes y llevar en solitario.Y en este caso ya obtuve el visto bueno del almirantazgo.
A fecha de hoy, le ha cogido algo de gusto, aunque sólo para hacer alguna navegadita tranquila con buen tiempo, pero ya es algo. Pero el factor de acuerdo más importante es que se da cuenta de que me mejora mucho el humor y reduce el estrés después de toda la semana picando tecla, así que digamos, me consiente estas 'rarezas'.