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| VHF: Canal 77 |    | ![]() |
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#1
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Ayer, hablando con un vecino de pantalán, me comentaba que su experiencia con tripulantes ha sido nefasta: se marean, pasan de colaborar, se dedican a tomar el sol con su pareja, lo llenan todo de migas...
Creo que hay que ser muy valiente para invitar a navegar a alguien a quien no se conoce. Lo mismo si es alguien a quien se conoce ( en tierra ). En el mar todo cambia, hay que ser muy flexible y tolerante si queremos que todo vaya bien. Personas que demuestran una serenidad a toda prueba en tierra firme pueden perder los nervios fácilmente en cuanto se cuestiona la estabilidad bajo los pies. Un barco es un pequeño universo frágil y vulnerable, donde todo lo material y lo inmaterial puede hacer mella de una manera muy particular. Ahora vas y se lo explicas a los no náuticos. Te miran con cara de lástima, porque ni se lo creen ni se lo pueden imaginar. Hasta la más pequeña travesía puede hacer aflorar los más "bajos instintos". La convivencia se puede resquebrajar por un detalle insignificante, algo que no importaría nunca en el mundo asfáltico aquí se hace trascendente. El que se quiere arriesgar a embarcar un tripulante demuestra su valentía y su buena voluntad,.... pero también su temeridad. Claro que, siempre existe el "peligro" de que ese tripulante se convierta en un amigo, un confidente, una persona que comparta esos momentos mágicos que sólo ocurren en el mar. Es un peligro real, que ocurre más a menudo de lo que indicaría la estadística. Menos mal. Saludos ![]() |
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