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Antiguo 21-09-2011, 22:28
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Predeterminado Re: Rincón literario

Estimados cofrades, saludos y

De cuando en vez, se me humedecen los circuítos y se me da por poner por escrito pensamientos y chorradas varias. Con el permiso de Crimilda, y sin ánimo de quitarle el pan a quien viva de escribir , os voy a poner un relato corto de mi autoría. A ver si os gusta:

EL MIRON

Era una tarde de verano, calurosa, a la hora en que el sol comienza a ocultarse, y apetece sentarse en una terraza, para tomar algo fresco. El sitio en cuestión estaba ubicado en el patio interior del edificio en que se encontraba la cafetería y había sido habilitado más como jardín que como lugar donde colocar mesas, de forma que la vegetación tamizaba la luz y ofrecía una sensación de agradable frescor, además del deleite a la vista.

Contaba además la cafetería con todo un lienzo de muro practicable, de tal manera que el exterior era una continuación natural del interior del local, lo que se aprovechaba para amenizar la estancia con un pequeño escenario en el que deleitaba a la concurrencia una orquestina de tango, que francamente, ejecutaba los temas de una manera mucho más que correcta.

Mientras me traían lo que había pedido, escogí una pipa y sacando la petaca del tabaco, comencé el ritual de carga, oyendo, como en estado de vigilia, la música de fondo. Encendí la pipa en el momento en el que la camarera, una señora con ese gracioso acento que nunca sé si es porteño u oriental, me servía el refresco.

Entonces, cuando tomé el primer sorbo de mi consumición y comenzaba a atender a lo que estaban tocando, se arrancó el fuelle con los primeros compases del tango “Recuerdo”, de Oswaldo Pugliese. He de decir, que desde mi modesta apreciación, para bailar, Pugliese, sin duda.

Para mi sorpresa, vi que se encaminaba a una zona despejada del jardín, entarimada de madera, una pareja. Ella en esa edad indefinida de las mujeres entre ya pasé, pero aún no llego; razonablemente delgada, y alta, para ser mujer; vestida con sencilla elegancia, con un pantalón oscuro hasta el tobillo y la cintura alta, hasta debajo del busto y una blusa blanca con pequeños lunares azul marino, de una tela vaporosa; llevando sobre un hombro un chal, que se anudó a la cintura con esa gracia particular que tienen las mujeres para anudarse cualquier cosa y que parezca que ha sido cortado especialmente para eso. Él, aparentemente más mayor que la señora, era bastante entrado en carnes, pero de esa manera en que algunos hombres llevan su humanidad, que parece que no les sobra un gramo de peso. Vestido también con una americana de lino blanco, cruzada, una camisa azul marino y pantalones de sarga oscuros, rematando el conjunto con unos zapatos en los que se podría uno peinar. Se notaba que ambos tenían clase, pero con pedigrí.

Lo primero que pensé fue que me iban a amargar la tarde, puesto que se les veía la intención de bailar, y me dio la impresión de que nos iban a regalar con eso que los yanquies llaman tango, destrozando nada menos que “Recuerdo”.

Sin embargo, comenzaron el abrazo como para arrancarse a sacarle viruta al piso, ante lo que no pude resistirme a continuar mirando, anticipando el placer que me proporciona el ver bailar un tango a la manera argentina, cuando se baila bien.

Ella colocó la mano izquierda en la nuca de su compañero, de esa forma sensual en que solo las mujeres saben colocar una mano, al tiempo que, arrimando su sien izquierda a la mejilla de su pareja, echó atrás la cadera para comenzar la danza. Pocas veces he visto bailar un tango tan a mi gusto. Mientras el varón ejecutaba su danza entre negras y corcheas, ella nunca entró en la vulgaridad de pasarse de semicorcheas, resultando un baile lento, pausado, pleno; solamente comparable a una faena del arte de Cúchares, salvando las distancias.

Los veía deslizarse por la pista, y de repente sentí que el mundo había desaparecido, solamente estaba habitado por ellos dos y yo, pero es que yo tampoco existía para ellos. El cambiaba sus manos, dando el apoyo necesario en cada paso a la mujer y ella correspondía con una suerte de movimientos sensuales, sin caer en excesos, ambos bailando “al piso”, llenando la danza de elegancia, adornándose simplemente aumentando la amplitud de los movimientos de los pies.

Poco a poco, comencé a encontrarme incómodo, hasta llegar a un punto en que tuve la impresión de que estaba viendo como una pareja hacía el amor, con toda la sensualidad de que eran capaces, de tal manera que me acometió un acceso de vergüenza y tomándome la mitad de mi consumición de un trago, dejé sobre la mesa el importe de la misma, y salí de la cafetería antes de que terminase el tango.

Me sentí como un mirón, o si ustedes lo prefieren, un voyeur.

Otro saludo y más

Próstata: Si no os gusta, no lo digais
__________________
Si ves rodar al patrón por la escala, NO le eches una mano. Él es patrón y sabe por qué se cae.

Si tengo que ser parte del rebaño, me pido ser el perro.
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3 Cofrades agradecieron a mazarredo este mensaje:
Crimilda (22-09-2011), Fareraa (27-09-2011), relinga (21-09-2011)
 

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lecturas, literatura


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