Tal como apunta Eirín, en los contratos de alquiler de un amarre suele figurar la expresión "derecho de uso preferente". Eso quiere decir que el puerto te tiene que dar amarre como sea, pero puede cambiarte de ubicación por necesidades de la explotación.
Un antiguo cofrade nos hablaba de la figura del "waterman", que era ese ejemplar casi extinto de marino señorial que, cuando se iba de vacaciones, llamaba a la oficina del puerto diciendo cuándo pensaba volver y, casi siempre, añadía "por si queréis usar el amarre en mi ausencia". Y eso que solía ser el propietario y no el simple arrendatario. Daba un poco de rabia ver lo bien que los empleados del puerto trataban a ese tipo de personajes.
