Historias de la pesca del atún tropical

[TXELFI]

[IMG]https://i.postimg.cc/ZRyfj76w/2011-01-07-KOYO-Y-C-A.jpg[/IMG)


Me había propuesto no publicar este capítulo porque van a resultar 3 historias muy parecidas contando la de Agustín y por ende esto va a quedar un poco necrológico pero, qué carajo, lo voy a poner todo.

En la primera foto está Agustín en tierra justo cuando me jubilé.
En la segunda estamos Ismael el "Diter", Tronco en una pose habitual en él, y yo. Esta ya la había puesto antes.
Las otras 3 son del contramaestre Koyo, en la última es obviamente el de más a la izquierda.

Ayer relaté el accidente que sufrió Agustín en 2006 que al final terminó bien pero el hombre pasó un calvario durante 1 año que para qué te quiero contar, bueno, ya está contado.
Pues el año anterior a Koyo le sucedió algo parecido también durante el transcurso de un lance y también este menda estaba en casa de vacaciones.

Estaban halando el arte y más o menos a mitad de red virada como hacíamos siempre el contramaestre auxiliado por el camarero se dispuso a halar el cabo de nylón samson de 40 m/m que vulgarmente se llama "sirrisarra" y que pasa por las 12 grandes argollas de acero inox. separadas 2 Mt que unidas a la relinga de corchos mediante pies de gallo sirven para mantener elevada la parte superior del saco de la red que cuelga de la pluma de Br o "sardango".
Para embarcar la pesca es necesario traer el saco de la red arriba, y para eso hay que virar primero la red a bordo porque el saco está al final de un arte de cerco. Para hacer el saco se vira la sirrisarra con un potente molinete hidráulico hasta traer al costado del barco todas las anillas del saco, previamente el patrón ordena al contramaestre cuántas anillas debe coger dependiendo de la cantidad de pesca que calcula que hay encerrado en el arte. Si es poca pesca se cogen 2 anillas, si hay 100 Tm se cogen media docena y si el lance es de campeonato se cogen todas.
Sobre la regala hay una barra redonda de acero inox. del grosor de un brazo y 40 cm de altura que hace de guía para que el cabo se dirija perpendicular al molinete porque normalmente el cabo de marras viene de la amura de Br, ese día como siempre el camarero estaba al molinete halando cabo despacio siguiendo las indicaciones de Koyo que se encontraba en el callejón de Br justo donde acaba la superestructura en su planta más baja. Costaba traer la corchera al costado porque ese día había bastante marejada, y de repente ocurrió lo que no he visto ocurrir nunca, ni esa vez puesto que yo estaba en casa, en un balance a Br la sirrisarra saltó de la barra de la regala y salió disparada hacia proa al sesgo golpeando a Koyo en el costado izquierdo dejándolo inconsciente.

Cuando recobró el conocimiento le llevaron a su camarote y le acostaron en su cama. Al día siguiente se quejaba de que dolía mucho el costado, al segundo día igual y le transbordaron al buque auxiliar que lo trasladó a puerto.
Cuando el barco auxiliar llegó a Abidján Koyo estaba semiinconsciente y una ambulancia lo trasladó a un hospital libanés.
Según me comunicó después la consignataria si llega 4 horas más tarde habría ingresado cadáver, tenía el bazo roto.
Bueno pues se salvó de milagro, hizo falta transfusiones tras trasfusiones de sangre, operaciones, medicamentos, en fin, os podéis imaginar. Koyo quedó tan delgado y tan débil que no podía tenerse en pie, ni pudo durante meses.

Este episodio ya de por sí grave no fue la única desgracia que le ocurrió a este tripulante extraordinario, que va, ya veréis.
Pocos días después de ingresar este hombre en el hospital su esposa convencida de que Koyo no salía de aquella y que de salir quedaría inválido y en consecuencia incapaz de llevar el sustento a casa entregó el hijo de corta edad que tenían en común a la hermana de su marido y desapareció. Pero también desaparecieron todos y cada uno de los enseres familiares que tenían, todos.
Cuando tiempo después el joven pudo desplazarse a su casa en su interior solo estaban las paredes.
La hermana del accidentado cuidaba y alimentaba al niño de éste pero a cambio de una minuta mensual, allí no se perdona nada, y exactamente igual que le sucedió a Agustín su compatriota se vio en la más absoluta miseria.
Os acordáis de lo que puse ayer, pero el que me encendió la bombilla de lo que debía hacer fue el caso de Koyo, cuando sucedió lo de Agustín simplemente me limité a actuar de la misma manera que tan buen resultado me dio.

Cuando embarqué y me relataron lo sucedido en mi ausencia me dirigí inmediatamente al lugar de los hechos a ver la barra inox. porque lo primero que pensé es que aquello podría volver a ocurrir. Cuando llegué comprobé que habían soldado sobre la barra un trozo como un dedo de otra barra mucho más delgada en ángulo de 45º hacia popa para que aquello no volviera a pasar.
Lo que vi no me gustó, ordené al maquinista quitar aquello y soldar en su lugar un disco de gruesa chapa inox. de 15 cm de diámetro como si fuera una boina centrada sobre la barra.

Varios meses después del accidente el contramaestre solo podía estar en pie 5 minutos, lo juro, era un esqueleto con la piel encima, cuando entrábamos en puerto venía en taxi y permanecía a bordo sentado y casi le obligábamos a comer. Ganaba de todas las ayudas que habíamos inventado para él pero el joven lo veía tan negro que creía que no podría volver a embarcar tal era la debilidad que sentía.

Terminada la campaña marché de vacaciones, regresé a los 4 meses, ya habían pasado 11 meses desde el accidente y Koyo vino como siempre al barco. Me costó Dios y ayuda convencerle de que embarcara solo para estar todo el día sentado donde le apeteciera. Me repetía que no podía permanecer más de 20 minutos de pie, me importaba un rábano, Ferdinad hacía de contramaestre en su ausencia y él podía tocarse los webs todo cuanto quisiera. Lo que yo pretendía era que aquel hombre se llevara un buen jornal a su casa vacía y sobre todo que se alimentara bien para que se recuperara del todo.
Al final le convencí, y vaya si se recuperó, cuando terminamos la campaña 4 meses después estaba casi restablecido, había ganado unos cuantos kilos y se puede decir que casi era otro.
Como me había figurado Koyo no se alimentaba como debía en tierra porque la mejora en 4 meses embarcado había sido estratosférica, en el barco comía a capricho.
Otra campaña después volvía a ser el contramaestre competente de antes. Además encontró una nueva mujer, una togolesa hija de un engrasador del barco a la que pronto dejó embarazada, en una foto anterior está el fruto, Miren, como mi esposa. En español Miren quiere decir María.


Pero esto no acaba aquí, qué va, hay otra necrológica, maldita sea mi estampa, son cosas que 15 años después todavía me duelen y me dolerán hasta que la palme.
¿Queréis creerme si os digo que el mes anterior a lo de Koyo al barco gemelo le pasó lo mismo?, pues así fue.
Cuando regresamos del Pacífico en 2002 embarqué en Abidján a un ayudante de contramaestre ghanés, un tal Francis Kumake, un joven listo de cuerpo fibroso que conocía el oficio, redes incluido, había ejercido de contramaestre en una empresa canaria que regentaba unos atuneros de cerco con base en Ghana. Pronto se hizo a nuestro ritmo de trabajo y aprendió español enseguida, yo empecé a llamarle Patxi y poco después todo el mundo le llamaba así.
Pues bien después de un par de años embarcado con nosotros en el barco gemelo quedaron sin contramaestre y mandaron a Patxi para allí, hasta que llegó el fatídico día que ocurrió exactamente el mismo accidente que sucedió un mes después en mi barco y que relato arriba pero con peor resultado, el golpe del cabo en este caso proyectó al hombre contra el guardacalor golpeándose la cabeza contra él primero y de rebote contra la regala. Murió en el acto. DEP.

PD. Los 2 últimos párrafos los he borrado porque la vida me ha enseñado en muchas ocasiones que los mayores incompetentes son los primeros en denunciar cuando se les delata...…..