El Salón actual es realmente otro mundo.
En las épocas de Montjuic o los primeros años de la Fira, podías perfectamente pasar un fin de semana metiendo la nariz en mil y un stands de variadísima temática.
Primero visitabas los muchos stands de embarcaciones "asequibles", y alguna "súper" para admirar y coger ideas, después los que disfrutamos con el "self-made" babeábamos de gusto con la cantidad de accesorios, artilugios y virguerías que veíamos.
Ahora estas secciones de acastillaje han quedado reducidas a la pura anécdota, y el Salón solamente merece un paseo por la tarde, y ver un par de yatorros (que nunca podrás comprar).
C'est la vie...
