![]() |
|
|
|
| VHF: Canal 77 |    | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
#25
|
||||
|
||||
|
Apreciados señores cofrades.
Me veo obligado a justificar el tratamiento poco elegante que uso en este foro. Otros dirán que es empalagoso o excesivamente elegante... ¿como puede decirse justo lo contrario? Pues bien, la elegancia es saber integrarse en el contexto. Si nos ponemos una bleiser de botones dorados y una gorra de plato, cuando todo el mundo luce una cazadora de trabajo, no actuamos de forma elegante sino petulante. Por eso comprendo el comentario del señor que lo critica. Lo asumo y procedo a dar una pequeña explicación. Si algunos han tenido la paciencia de leer alguno de mis comentarios, inmediatamente se dará cuenta una cierta querencia por la historia. A lo largo de una etapa de mi vida, me dedique de forma altruista (me costó dinero, nunca percibí apoyo alguno), a la reivindicación de los navegantes de la antigüedad. Me parecía fundamental que se conocieran a los que estuvieron dos siglos antes, en los lugares que ahora eran renombrados por la historiografía oficial. Esa encomienda me la hago navegando en un mercante, cuando la Marina Mercante Española, estaba dando sus últimas bocanadas, cuando me parecía atisbar el fin de un ciclo, del fin de una casta que no tiene parangón en la historia y -que con permiso de mi valedor LordDrake,- el mismo navegante inglés quiso reconocer ya de sus coetáneos. Por aquella época, revisé cientos de legajos, conocimientos de embarque, crónicas. Nunca fui un investigador, ni un marino importante, simplemente quería hacerme con todas las referencias posibles sobre la gesta que pretendía dar a conocer al tiempo que seguía la estela de aquellas pretéritas descubiertas. Al final sin pretenderlo incluso alcancé algún reconocimiento que no pretendía para mi, sino para los que eran objeto de mis esfuerzos. Entre otras cosas, me admiré de la precisión de las descripciones, la cortesía con la que se referían a sus superiores y colegas y comprendí que un marino es siempre un embajador del pabellón que enarbola. Los adelantados, del siglo XVI poseían grandes potestades, que eran siempre por orden del l Rey, que les dejaba un amplio campo de interpretación de las leyes a aplicar, pero siempre bajo una potestad delegada.este es un asunto que todavía se refleja en nuestra actual legislación. pero ese es otro tema que no debo de tratar aquí. El caso es que sin pretenderlo, me quise hacer la impresión de que los marinos, no solo debemos estar atentos a los avances tecnológicos, sino a las tradiciones, que no solo deben ser respetuosos para los demás, sino para lo que representan y aunque fue un humilde seguidor de Moetisier y toda la escuela de transmundistas que dejó como estela. Viajando por tierras lejanas, aprendí que si ordenaba mi embarcación, si me aseaba y cuidaba mi aspecto, no solo se arreglaban antes los papeles, sino que yo mismo me encontraba más motivado y orgulloso. Esto no es un invento del que escribe, sino que con admiración veía compañeros de pantalán extranjeros, que al saltar a tierra se trasformaban, vestían sus mejores galas, sacaban sus copas de cristal y se dirigían a la gente con cortesía y educación. Mientras que nosotros gritamos, muchos ni se cambian supongo que era porque una ropa ajada y trasteada indica que son protagonistas de gestas sin par. nuestro pabellón -por desgracia- en muchos casos era portado por bocazas, que como los adolescentes presumen precisamente de lo que no tienen y les reconozco que sentí un poco de vergüenza ajena. Hemos sido un país que ha recuperado la libertad recientemente. En una actitud reactiva nos hemos pasado dos pueblos y si el riesgo de popularizar en exceso las cosas, las lleva a la vulgaridad, no quisiera que también esto ocurriera en nuestra actividad a la que tanto respeto y amo. Nunca he querido pertenecer a un club náutico. No me confundan con aquellos que quiero mantener esto en una élite de elegidos. La única vez que accedí a meterme en un club, fue porque me hicieron socio de honor, pero al final acabamos en el juzgado. Lo peor de nuestra actividad, es que para encontrar la libertad que te da el mar, tienes que pasar antes por el puerto. Mis camaradas y compañeros de tripulación fueron jubilados del mar, me otorgo el mérito de enseñarles a tener otra visión distinta al combate cotidiano para sacarse el sustento. No creí nunca en los bucólicos estados pastoriles, pensando que nuestros marineros o pescadores son unos héroes que debemos elevar a los altares. Son personas luchadoras que trabajan en un medio hostil, pero la mayoría no quieren su profesión para sus hijos, porque ellos, a diferencia de nosotros luchan todos los días para arrancar al mar su sustento. Sin embargo, mi mayor honra es que los viejos que navegaron todos los mares, que pasaron los mayores temporales, me aceptaron como su patrón, incluso alguno me llamó padre a pesar de que me doblaba en edad. Era su manera sencilla de decir que me confiaban su vida, que a partir de aquel momento me seguía a donde yo tuviera a bien determinar. Esa confianza depositada, es la mayor honra que he sacado del mar, por encima de otras condecoraciones. Aquellos viejos también me enseñaron el respeto, que no solo es en un sentido sino en las dos partes. Siempre los respeté y por eso me respetaron. No quiero extenderme más, porque creo que estoy divagando, pero finalmente les confieso que este tratamiento era un poco en tono sarcástico. La broma era poner en evidencia que lo que debía ser, se convierte en excepcional. La ciencia avanza que es una barbaridad diría mi abuelo si cuando me enseñó a usar un tratamiento respetuoso con personas que no conocía sabe de los medios que por ejemplo ahora estamos usando. En cualquier caso, acepto que el raro en este caso soy yo y no tengo ningún impedimento en solicitar disculpas por ello. Sin ninguna acritud les remito un afectuoso saludo. |
|
|