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VHF: Canal 77 |
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Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Aún me estremezco con los recuerdos de la última aventura vivida, que a continuación os relato.
Domingo 17 de agosto de 2008. A las 6 de la madrugada se reúnen tres amigos, de los de toda la vida. Mi compadre, Cuarteroni, mi primo Antonio, y este que suscribe. No me cabe el corazón en el pecho, pues va a ser la primera vez que salga al mar antes que el sol nos ilumine. Sin prisa pero sin pausa nos preparamos, nos ponemos los chalecos y salimos limpiamente del pantalán, lo cual ya resulta un buen augurio. Atravesada la bocana de Puerto Sherry viramos al Oeste. La luna llena comienza su descenso, abriendo un camino de plata sobre las aguas de un negro profundo. Nos mecen suaves olas y el viento comienza a despertarse. A la antigua usanza, nos encomendamos “a la buena de Dios” y levantamos la mayor, con un rizo, amurándonos a estribor y dejando para más adelante aumentar el trapo en nuestro velero. Apagamos entonces el fueraborda dejando que el viento nos empuje. La sensación me resulta difícil de describir. El fuego de la adrenalina que inundaba mis venas, se vio aplacado por una marea de paz que pocos mortales podrán conocer si no surcan los mares. Charlábamos animadamente comentando las luces que salpicaban, parpadeando, la negritud de la mar, marcando la canal de entrada a la Bahía de Cádiz. Reconocimos así al práctico, que guiaba con seguridad a un mercante, que con sus dos luces de tope nos aconsejaba mantenernos apartados de su derrota, por lo que pudiera pasar. Se abrió el termo y unas tazas de café reconfortaron nuestros cuerpos, poniéndolos a son con nuestros espíritus, que se encontraban exultantes de emoción ante la expectativa de un día glorioso de navegación. Cuarteroni y este que os relata acompañaron el café con algún pastelito, que nunca está la vianda mejor fuera que dentro del cuerpo. Lentamente, por nuestra popa, comenzamos a ver las estribaciones de la Sierra de Grazalema recortándose sobre un cielo enrojecido, cruzado por aisladas tiras de algodón, que fue virando al anaranjado y posteriormente a un amarillo intenso, que degradaba a un azul pálido, cambiando el negro del mar por un verde azulado. Llegó el momento de subir el foque, lo cual se realizó sin incidencias. Ante el éxito acumulado decidimos entonces invitar a cubierta a un amigo que descansaba hasta entonces en cabina. “Anda, Cuarteroni, dile al Cardenal Mendoza que suba, por favor”, pedí con educación. Sin pérdida de tiempo entró mi compadre en cabina, saliendo al poco con una petaca que me ofreció. Sin otra demora que la oportuna para agradecerle la invitación, mis labios besaron el cuello de la botellita, dejando que un pequeño sorbo de tan afamado espirituoso calentara mis entrañas. Alargué el brazo para compartir el brandy, pero lo declinó con respeto: “No, gracias, tengo el pastelito aquí atravesado”, dijo Cuarteroni señalando la boca del estómago. Reparé entonces en mi primo, cuya tez estaba amarilla, mirando fijamente al Este. “Tú estás mu callao, ¿no?” le dije. Por única respuesta levantó una mano sin dejar de mirar al sol naciente. Entendí de inmediato que la coloración de su cara no era reflejo del sol, sino de la ausencia de riego correcto. “¿Nos volvemos?” “No, no, seguro que se me pasa”. Lentamente fuimos llegando a poner a nuestro través el Bajo de las Puercas, y la visión de la Alameda, de la Torre del Gobierno Militar, de la Torre Tavira, de la Iglesia del Carmen, fue colmando nuestros sentidos. Antonio volvió a su color, y entró de nuevo en conversación, reflejo de la mejoría de un mareíllo pasajero. La situación pintaba cada vez mejor, por lo que decidí dar más trapo al navío soltando el rizo. Tras soltar el matafión cazamos la driza de la mayor dándole con energía al winche de estribor. Cuarteroni manejaba la caña con decisión mientras me iba al winche de babor, donde me esperaba el pajaril, al que dar la tensión correcta. Entonces, cometí un error que iba a marcar el resto de la travesía. “Antonio, pásame la manivela del winche”. Este, abandonó la visual del horizonte para mirar sus manos durante cinco segundos, mientras desenganchaba la manivela y me la pasaba. Le di tensión al pajaril y volví a la caña con alegría. En ese momento Cuarteroni estaba sentado a popa y babor, Antonio a mi diestra, en estribor, y yo a popa y estribor, sujetando la caña con suavidad, pues las velas bien trimadas hacían casi innecesaria cualquier corrección. (Seguirá)
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Socio Anavre 348. http://www.anavre.org No es prudente sentar cátedra. Es mejor sentar el trasero. Pero incluso esto no ha de tomarse como dogma. O quizá sí. Lista de Teléfonos de Cofrades Solidarios para Emergencias |
Los siguientes cofrades agradecieron este mensaje a ktrauma | ||
Sherezade (23-08-2008) |
#2
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Yo doy fe de que todo es real. Bocca della veritá.
("Cuarteroni, Notario", Paramount, 1927. Cecil B. Demille)
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"¿La mar?. No hay mejor madre para un pescador, ni esposa para un marino, ni hay mejor sepultura para enterrar un navegante." "En tierra, el infinito queda arriba, mirando las estrellas. En la mar, el infinito puede que sea la próxima ola..." G. Walter Laplace. |
#3
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Felicidades por esos momentos.
No hay duda de que la navegación nocturna es maravillosa. Ver amanecer el nuevo día trae estupendas sensaciones. |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Felicidades por vivirlo y gracias por contarlo tan bien.
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Peeeeeeeerooooooooooo........ La cosa no había terminado.
Reparé entonces en el nuevo cambio de coloración, esta vez, verduzco, de la faz de Antonio, que no pudiendo más, apoyó sus manos en la regala de sotavento (todo un detalle por su parte), y adoptando la posición conocida como de “plegaria mahometana”, regaló a los peces todo cuanto sus entrañas contenían. Con la mano izquierda sostenía la caña, mientras mi diestra sujetaba a Antonio por el arnés. “No, si no me voy a caer”, me dijo. “Sería el primero que se cae por la borda vomitando”, pensé yo en voz alta. Nada que objetar al otro tripulante, que miraba por la popa, pues su emetofobia es famosa entre quienes lo conocemos. Ya más tranquilos, o al menos así lo parecía, vimos la enfilación de la cúpula de la Catedral, con las torres del Balneario de la Caleta, señalando la entrada a esta maravilla que Dios nos regaló a los gaditanos y, por ende, al mundo entero. Proseguimos entonces apuntando con nuestra proa a la boya ANA, que rodeamos, dejándola por nuestro babor, en torno a las 8.15 horas de la mañana. Cádiz refulgía entre una leve bruma dorada, mientras distinguíamos el espigón que lleva al Castillo y faro de San Sebastián, el Puente Canal, el Campo del Sur, la Catedral, el “Pirulí” de Telefónica (detrás está mi casa). La primera vez que nuestro derrotero nos llevaba a ver Cádiz desde el Oeste. Enfrentados a la Playa de Santa María del Mar, pensaba llamar a mi Almiranta para que se asomase a vernos cuando Antonio, con la cara mustia por la mar por la aleta que llevábamos, me dijo “Adri, no puedo más, tengo el cuerpo descompuesto”. La mano apoyada en el bajo vientre no dejaba lugar a dudas. Se puso Cuarteroni nuevamente a la caña mientras me metí en la cabina para disponer el WC químico para su próximo visitante. Le abrí la escotilla de proa para mejor ventilación y se lo dejé todo preparadito. Al salir, incrédulo me preguntó “¿Pero tú no te mareas ahí dentro?” “De momento, no”, respondí. “Pues no sabes lo que te pierdes”, respondió con una media sonrisa que me recordó a Bruce Willis, a quien siempre he pensado que se parece. Se metió dentro, cerramos el tambucho, y lo dejamos a solas con sus pensamientos. Cuando supuse que estaba bien aposentado, y tras avisarle y solicitar su permiso, viramos al 270º, pues la situación no tenía muchas trazas de mejorar y era el momento de volver a puerto. Pasaban los minutos y Antonio no salía. “Antonio, ¿estás despierto?”. “Jiiiiiiiií”. Diez minutos más tarde… “¿Tas despierto?”. “Jiiiiiiiií”. Otros diez minutos…. “¿Taspierto?”. “Guarrrrrrrggggghhhhh”. ¿? Eso sonaba a vomitona. ¡Ay, Dios!, que me veo pintando el barco, y cambiando las colchonetas, con lo monas que son a listas blancas y azules. Entonces, tímidamente, levanto un poco la tapa del tambucho para asomarme, por si puedo ayudar en algo. La impresión visual recibida sólo se puede comparar a un sartenazo inesperado en plenos hocicos. Un peludo culo en pompa, con los pantalones en los tobillos, de un Antonio que se sujetaba donde podía para apuntar al WC con los restos (¿pero le podía quedar algo en el tubo digestivo a esta criaturita de Dios?) de su alma, porque yo ya no sabía qué más podía estar vomitando. Anonadado me desplomé en el banco de la bañera. Ya poco podía empeorar el cuadro. O al menos eso, inocentemente, pensaba yo, mientras seguíamos a rumbo para poder volver de una bordada a Puerto Sherry. Un hilo de voz salió de la cabina anunciando “Adri, esto se ha atascao”. O sea, que sí podía empeorar el asunto. Y voy, yo, y entro otra vez en cabina. ¡¡¡Seré imbécil!!! La visión, esta vez a calzón subido, no era nada reconfortante. A la vista del sobrenadante sólo pude aconsejar a Antonio que cambiase su dieta, pues eso no podía ser sano, ¡no señor! Y decidí que ya lo intentaríamos arreglar cuando arribásemos a puerto. En mi interior rezaba para que hubiese finalizado el manantial interior de mi primo, pues poca más cabida había en el inodoro. También mis rezos se encaminaban a pedir que ninguna racha u ola intempestiva provocase una escora excesiva, pues me veía vendiendo mi barco a bajo precio. Volví a mi puesto, y tras haber dejado a ANA por la aleta unos minutos atrás, pusimos rumbo 40º, para apuntar a Puerto Sherry. Periódicamente comprobábamos la consciencia de Antonio, pero sus respuestas eran débiles, por lo que, haciendo un supremo acto de valor, me asomé nuevamente por una rendija del tambucho. Antonio yacía a horcajadas sobre la caja de la orza, cual motorista de Gran Premio, sujeto al puntal que soporta el peso del mástil. Después me confesó que estaba concentrado pensando que viajaba en su moto y las escoradas eran curvas. Así, cazando las velas lo mínimo, llegamos a Puerto Sherry en torno a las 12 horas, gracias a Dios todos vivos, alguno maltrecho, pero superviviente al fin y al cabo. Un atraque limpio dio término a la travesía. Y mientras Antonio yacía inerte en el pantalán –“No lo pisen, por favor, que aún vive”, advertía yo a los que pasaban- recogimos el barco, y solucionamos el presunto atasco que no fue otro que “notirardeladichosapalanquitadeabajo”. Unos paños mojados sobre la frente y un zumo fresquito de piña, tomado a pequeños sorbos devolvieron a Antonio a su ser, abandonando finalmente el pantalán en torno a las 13:30 horas del día decimoséptimo del mes de agosto del año dos mil ocho de Nuestro Señor. PD: Gracias a esta aventura, Antonio, asiduo practicante de aikido, y que diariamente corre en torno a los 7 km como mínimo, ha descubierto nuevos músculos que pueden doler por las agujetas consecuentes a los esfuerzos realizados para sacar de su interior lo que ya no le quedaba.
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Buen relato, Ktrauma
¡Y bienvenido al club de los que preferimos el orto al ocaso! Ahí va uno en el Cabo de Santa María (siento que la foto no sea muy buena)
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No job, no problem. No money, no problem. NO WIND, BIG PROBLEM. Socio 319 |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Cita:
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
muy chulo el relato
saudos |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
No creo que a tu primo Antonio le haga mucha gracia, pero yo me he partido de la risa, sobre todo pensando que igual, algun día, me toca a mi ser protagonista de tales escenas, que uno nunca puede decir que no puedan ocurrirle cosas de estas....
Muchas gracias por el relato, muy esclarecedor de la utilidad de la palanquita que hay en el frente del artefacto ese..... |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Donde dice “Guarrrrrrrggggghhhhh debía decir “Grouarrrrrrrgggggghhhhh. Por lo demás no hay objeciones.
Al Cardenal Mendoza lo tenemos en el Cónclave. De morado y con su solideo. Del pastelito "enconao" nunca mas se supo. En fín.... que travesía, Dios mío.... De las que dejan huella...
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"¿La mar?. No hay mejor madre para un pescador, ni esposa para un marino, ni hay mejor sepultura para enterrar un navegante." "En tierra, el infinito queda arriba, mirando las estrellas. En la mar, el infinito puede que sea la próxima ola..." G. Walter Laplace. |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Muy bueno
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Soplen serenas las brisas... |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
y Antonio?
volverá a navegar?...
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Me rio pero cuando la gente se marea a bordo no se pasa muy bien, que digamos. Yo soy de los que opina que todos nos mareamos y mas en esas ocasiones donde como decimos no veas como huele a agrio
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Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Buen relato, os envio mi primer amanecer en el mar hace dos dias. Vaya lo siento, no hay manera de poner la fotografia en este mensaje. Es una pena por que es muy guapa, al menos para mi. Salut y añejos para todos, cuando sepa como insertar la imagen prometo enviarla.
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Cita:
Vaya pedazo de foto
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Bien contado, ktrauma.
Cita:
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. Si navegas con niños o tienes un Ro 300 o un Fortuna 9, la web de mi barco te puede gustar. |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
sin palabras, bonito relato. espero que nunca me pase ami.
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
¡¡¡¡Precioso relato!!!!! y que gracioso
Gracias Ktrauma,he pasado un rato muy divertida.
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El que hace reir a sus compañeros merece el paraiso.Mahoma |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
muy bien contado, ktrauma
me lo he pasado cojonudo leyendo el relato Saludos |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Cási me mareo, mejor contado difícil, muy difícil.
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KUMI Después de una ola siempre viene otra |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Muy bueno el relato escatológico-marinero. La verdad es que te pones en el pellejo del pobre Antonio, y se encoge el ombligo...
La próxima, sin el Cardenal y con Madame Biodramina... |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Todavía se huele. Enhorabuena. Me recuerda una reciente travesia con tripusoles.......... |
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Cita:
Cita:
Cita:
Ha jurado que sí. Pero antes le prepararé un guiso de biodramina, aderezado con dogmatil, y de beber un vasito de primperam. Cita:
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Gracias, muchas gracias. A tí y a todos los que habéis respondido.
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Re: Amanecer en el mar. Inolvidable primera vez
Que arte tienes, gaditano.
Muchas gracias por compartirlo. |
Ver todos los foros en uno |
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