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VHF: Canal 77 |
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El último verano
El último verano
Hace algunas horas que ha dejado de ver tierra. El piloto automático va rectificando el rumbo y a ella le parece que su leve sonido se acompasa con el de la estela de agua. Hay suficiente viento para ir sólo a vela. Mejor, porque así, con algo más de qué preocuparse, la guardia se le hace más corta. Ha prometido avisar si sucede algún imprevisto, pero viento está muy definido y constante y se entretiene jugando (mas que trimando), con la mayor y el génova y observando si con ello mejora la velocidad. La luz de posición bicolor, alcanza tan sólo unos metros delante, en el mar que se abre paso en la proa. Se acerca hasta ésta, sujeta por la línea de vida, sólo para asomarse un poco. Hay mucha oscuridad y recuerda historias de grandes troncos a la deriva, contenedores caídos por un golpe de mar medio a flote, ballenas dormidas,…bueno, bueno, parece que nada. A lo lejos ya ha divisado un par de grandes barcos que se cruzarán con el suyo, consulta la chuleta de las luces, empieza a controlar si tendrán rumbo de colisión y cambia unos pocos grados en el piloto. Imagina una confortable sala de mandos de un gran buque, un par de hombres de guardia, charlando mientras un puntito en la pantalla del radar les muestra su posición. Piensa en que igual ni lo miran. Le hace ilusión cruzarse con alguien, la devuelve a la realidad. Cuando las luces se alejan y vuelve a quedarse en la oscuridad, se da cuenta de lo desmesuradamente hermosa que es la Vía Láctea, y cómo puede llegar a reflejarse un poco en el agua, en una noche de luna nueva en mitad de la mar. Lástima no creer en Dios, al menos antes era un poco espiritual. Ahora esta belleza la supera. Hace rato que ha apagado el mp3 y la radio está muy bajita para no molestar a su pareja, que duerme profundamente en la cabina. No lo va a despertar a la hora pactada, a no ser que le venza el sueño, pues está bastante despejada y sólo espera gozar de la noche a solas, o dentro de un rato con un café. Recuerda aquella noche de hace años, en que su amigo le preparó un poco de comida y un café caliente. Ella se había mareado al poco rato de zarpar y no quería bajar al camarote a dormir. Estaba en cubierta, abrigada y aquella atención le supo a gloria. Era tan amable…Se recuperó un poco y le insistía en que durmiera algo para sentirse mejor, pero ella no quería dejarlo solo. Él tenía mucha experiencia navegando y se conocían desde hacía años, decidieron ir juntos a las islas, a pesar de que ella todavía no estaba recuperada de su accidente, pero así tendrían ayuda. Pasaron casi toda la noche conversando, mientras sus respectivas parejas dormían dentro. Ella le contó muchas cosas de cómo se sentía después de lo que le pasó, y él le hablo de su enfermedad. Cree que le dijo algo importante pero no lo puede recordar. Lo intenta…¿Se lo dijo?,¿Lo insinuó y ella no lo entendió? ¿Por qué no puede recordar? Sería su último verano. Empieza a amanecer y está cansada. Ha parado el viento hace rato, ha enrollado el génova y ha arrancado el motor. Él todavía duerme. Ella sólo mira insistentemente por la borda y espera. Seguro que vienen, nunca fallan. Al cabo de un buen rato, un grupo de delfines juegan con el agua que desplaza el barco, asoman sus caras y ella se siente observada. Sueña con que quizás uno de ellos es….demasiadas horas desvelada. Despierta a su pareja para que los vea. A lo lejos ya se ve tierra. Editado por desvelada en 08-08-2009 a las 07:39. |
5 Cofrades agradecieron a desvelada este mensaje: | ||
Fareraa (09-08-2009), IsladeMalta (08-08-2009), teteluis (28-08-2009), Veleta (04-09-2009), windi (08-08-2009) |
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Re: El último verano
mas ! mas !
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Re: El último verano
Venga continúa, no nos dejes así.
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Re: El último verano
Interesante.......
Sigue cuando quieras.... Te leemos. Un saludo. . |
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Re: El último verano
Cita:
Y gracias, me hace ilusión que os gusten. |
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Re: El último verano
sigue en el mismo , menos lio que si vas esparciendo , si hay que mover se mueve todo el bloque .
una ronda para dar animo ! |
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Re: El último verano
Excelente camarada!!!
Continúa por favor!!! |
#8
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Re: El último verano
Desvelada, hoy estoy idem.. y disfrutando de leer tus relatos que me hacen soportable el insomnio y la soledad de esta noche... gracias.
a tu salud!!! |
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Re: El último verano
Cita:
Bienvenido al club de los insomnes! Por cierto Desvelada... me disculpo! En lugar de camarada, debes leer Desvelada. No me fijé que eras mujer Reitero mis felicitaciones y espero que continúes |
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Re: El último verano
Vertijean, Morgano, True, Flavio,......Gracias.
Jardavi: existe mucha soledad invisible bajo el velo de la compañía. Me marcho un par de semanas y no sé si tendré conexión a internet. Juntad los hilos si queréis, pues seguramente volveré con algún relato fresco o sacaré alguno del congelador (tengo pocos, soy muy novata), y todos son de la misma protagonista. Besos al foro. |
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Re: El último verano
Cita:
Un beso para tí. salud!!! |
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Re: El último verano
Cita:
los esperamos con impaciencia
__________________
el primer beso siempre se da con la mirada |
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Re: El último verano
Ensueños
No tuvo tiempo de sentir el dolor pues perdió el conocimiento. La mayor trasluchó inesperadamente y la botavara chocó contra su cabeza, y ella estaba, como casi siempre, distraída pensando en sus cosas. Entró, por poco tiempo, al lugar donde nada importa, puesto que nada existe. Las palabras, la música, las imágenes... el mundo se apaga, el dolor desaparece. ¿Dios? Lo más parecido fue esa luz blanca que quedó impresa en sus retinas. Al pronunciar él repetidamente su nombre, tocándola angustiado, consiguió que ella reaccionara, pero estaba tan aturdida, que tardó en entender qué es lo que le había pasado. Le hizo unas cuantas preguntas a las que ella contestó correctamente, y enfiló hacia la bocana del puerto para regresar lo más pronto posible. Ya había empezado a oscurecer y estaban a algunas millas todavía. Él se sentía culpable de no haber estado atento y haber avisado antes, ya que pensaba iniciar la maniobra unos segundos más tarde. Ella, de despistarse tanto y haber estropeado el final de un perfecto día de navegación. La besó en la cabeza, en la zona aproximada del golpe, e intentó encontrar alguna marca que señalara el lugar exacto. Sólo notó un pequeño chichón. Estaba extrañamente eufórica y hasta ayudo con fingida normalidad a recogerlo todo. No quería preocuparlo y quitó importancia al incidente. Al amarrar, ya de noche, se dirigieron a urgencias de la pequeña población, donde un joven médico que estaba de guardia la visitó sola y no recibió más atención que un collarín, pues se quejaba de un fuerte dolor en cuello, el examen neurológico resultó normal y consideró que no necesitaba pruebas añadidas. Le hizo una solicitud para pedir hora al traumatólogo, el parte para la baja que tenía que llevar al médico de cabecera, y le dio unos consejos que ella enseguida olvidó, abrumada como estaba con los papeles y preocupada por lo tarde que se había hecho ya. Esa misma noche creyó que era una segunda oportunidad para amar: hacía tan poco tiempo que se había casado! Quería tener un hijo, vivir… En la visita que consiguió al día siguiente, le diagnosticaron un esguince cervical, la enviaron a casa a reposar, todo normal, era normal tener dolor de cabeza. Era normal que se sintiera algo aturdida...¿Que no tuviera equilibrio? ¿Que no entendiera las cosas? No podía leer, la música le producía malestar. La luz del día la agredía. Sus oídos tenían un constante pitido perturbador y empezó a descubrir que no podía oler bien las cosas. No la podían tocar, toda caricia era molesta. Los médicos seguro que sabían lo que se hacían. Ella, al fin y al cabo, no era más que una mujer que no tenía muchos estudios y se limitaba a creer en lo que ellos, hombres desbordados con muchos pacientes por atender, le habían indicado. Era casi verano. Se convirtió en un triste muñeco sentado en un sofá, que miraba a su marido, sin entender muy bien quién era ese hombre, a veces amable, otras harto y enojado, que le hacía algo de comida cuando volvía del trabajo y la despertaba de vez en cuando de sus ensueños profundos, donde volvía a viajar a ese lugar donde nada importa. Editado por desvelada en 27-08-2009 a las 10:02. |
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Re: El último verano
:tequ iero:
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Re: El último verano
Hermosa pero triste historia, Desvelada, me ha hecho pensar... y mucho.. gracias.
a tu salud!!! |
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Re: El último verano
Tu primera historia me ha resultado tan próxima que por un momento he creido conocerte y he imaginado nombres ue
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Re: El último verano
Tu primera historia me ha resultado tan próxima que por un momento he creido conocerte y he imaginado nombres con los que he compartido navegaciones nocturnas. Solo que a mi !nunca me han dejado dormir tanto¡
Preciosa historia y muy bien narrada, sigue por favor. |
#18
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Re: El último verano
mensaje borrado
Editado por herrador en 28-08-2009 a las 12:41. Razón: ha molestado |
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Re: El último verano
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Re: El último verano
Turnstile,
Su pareja era confiado y dormilón. Y es una ficción. Supongo que en casi todas las guardias acaban saliendo confesiones, excepto las que haces solo, que dan tiempo para pensar. Jardavi no te preocupes: la rehabilitamos un poco? Fareraa, Limia, Teteluis, Isla de Malta, Windi...gracias a vosotros por leerlos. Herrador: Es muy bonita la foto. . |
#21
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Re: El último verano
La primera vez
Permanecía mirando fijamente el techo de la habitación, cuando notó el roce de sus manos. Se dejó tocar, aunque la sensación le pareciera molesta. Él le pidió sólo un beso, y ella cerró los ojos. Sentía que la besaba un extraño. Al primer leve movimiento de su cabeza, volvió el vértigo, la nausea y el fuerte dolor. Él se dio la vuelta. Ella pensó otra vez que ojala hubiera terminado todo aquella tarde del último día que salieron juntos a navegar. Una calurosa mañana salió. Sola. Ya era verano. Intentaba disimular el paso desequilibrado por vergüenza. Consiguió coger el autobús, pero el collarín no sirvió para que le cedieran un asiento. Otra vez el vértigo. Le era hasta difícil hacer el tramo de pantalán que la llevaba a su amarre. Se sentía mareada y necesitaba cogerse a alguien, pues tenía la sensación de que iba a perder el equilibrio y caer al agua. Una vez sentada en la bañera, su cerebro parecía que se movia dentro del craneo, meciéndose al compás del barco amarrado. Al cabo de poco rato tenía que bajar y los efectos de la desagradable experiencia le duraban hasta al día siguiente. Desde el autobus parado en un semáforo, observó a una joven en moto y recordó, como una revelación, que ella había tenido una. Y que solía pararse en los semáforos de la ciudad con la vista al frente, evitando mirar al conductor del coche de su derecha, que casi seguro la miraba por la gran cilindrada, la sorpresa de que fuera una chica o por sus piernas. O todo a la vez. Aunque algunas veces bromeara con ellos, si estaba de muy buen humor. El casco tapaba su rubor. Era otra. Se perdió por las calles y también olvidó adónde quería ir. Deambuló hasta sentir un fuerte pitido en sus oídos y se le nubló la vista. Acabó apoyada en una pared a punto de caer, angustiada y mirando fijamente al móvil sin saber cómo ni a quién tenía que llamar. -¿Cómo te ha ido hoy cariño? Médicos El médico le hizo la exploración neurológica rutinaria: Cerrar los ojos y tocarse la punta de la nariz con los dedos. Andar un poco con los ojos cerrados. Responder a preguntas tontas con coherencia...El TAC no había señalado ninguna lesión. Alzó la vista y la miró inquisidoramente a los ojos: Tiene usted alguna poliza de accidentes? Había visto esa expresión en algún compañero de trabajo que se había encontrado por la calle, y le reprochaba irónicamente la suerte que tenía: ¡Estar de baja y salir a pasear! Aprendió a esquivar la incomprensión, con una sonrisa cómplice y dolor en el interior. Al fin y al cabo, su piel tenía un bonito color dorado, a pesar de las horas que pasaba inactiva encerrada en casa. No podía entretenerse mas que con las imágenes del televisor, con el volumen justo para ocultar los ruidos de su oído, cambiando compulsivamente de canal. O cerrando los ojos, con la cabeza muy quieta, abandonándose a recuerdos inconexos que encontraba en su interior. Hasta que llegaba el sueño y otra vez la paz. No quería ver a nadie porque, aunque conocido, nadie le era emocionalmente familiar y hablar le suponía un gran esfuerzo. La presión del esguince cervical sobre las venas que irrigan el cerebro...requiere tiempo... a ver cómo evoluciona.... Ella habría pasado los cinco minutos de visita, de la abarrotada consulta externa del hospital, sólo enumerándole al doctor las secuelas que padecía. Pero iba sola, tartamudeaba a menudo y no conseguía plasmar en palabras las ideas que tenía en el interior. Se sentía una idiota. Consiguió decirle unas pocas, pero deseaba tanto preguntarle por el olfato, la libido, sus recuerdos... que se derrumbó y comenzó a llorar. -Quizás lo que usted necesita es otro tipo de profesional...yo en su lugar iría a....-y cerró suavemente su expediente.-El siguiente, por favor. Estaba tan segura de que había algo más, que fue a la consulta de otro médico, esta vez de una prestigiosa clínica privada de su ciudad. El médico ojeó por encima las copias que a ella tanto le habían costado ordenar. Pero esta vez la escuchó pacientemente, ella se sintió comprendida y confió. Un cóctel de medicamentos le levantó el ánimo, aunque no resolviera todo lo demás. Pero en el fondo el médico sólo hacía tiempo con ella y lo empezó a notar cuando le decía: Quiero verte otra vez, pero vas a venir más pronto. Dejó de confiar el día en que, al preguntarle ella sobre el deseo, él le insinuó muy delicadamente que quizás ella nunca había tenido clara su orientación sexual. Y ella le respondió con una sonrisa irónica porque, aunque ahora no pudiera sentir nada, si una cosa recordaba haber tenido clara en la vida era ésa. . Editado por desvelada en 04-09-2009 a las 08:24. |
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Re: El último verano
Me encanta este relato, tiene un clima muy bien definido, me gusta como escribes.
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¡Viva Cuenca libre! ¡Queremos puerto de mar! http://navegantenovato.blogspot.com/ http://www.youtube.com/user/Musikamoto |
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Re: El último verano
Una Bossa Nova
Esta vez fue ella quien se dio la vuelta, y cubrió con pudor su cuerpo con la fina sábana blanca, que había quedado arrugada a los pies de la cama. Distrajo su mirada repasando las ordenadas rendijas de luz que filtraba la persiana. Notó una mano que asía su cintura y un beso suave en el hombro pero no le causó ninguna sensación, pues hacía demasiado tiempo que tenía adormecidos los sentidos. Sabía que hubo otros cálidos veranos, pero no podía recordar los detalles, que fueron de arena dorada, mar, música, luz, paisajes, vivencias... Navegaban con su pareja, rumbo a calas vírgenes. Escogían una, resguardada de los vientos que iban a soplar, y fondeaban. Se bañaban y buceaban nada más llegar, con la excusa de comprobar si había quedado bien clavada el ancla. Su piel entonces podía sentir el placer del abrazo del agua, la caricia del sol, el frescor de la brisa. Incluso gozar con la sensualidad del tacto de otras manos masculinas, si se le ofrecían para extender el protector. Iban a tierra con las auxiliares, junto con los amigos que navegaban en otros barcos, y hacían excursiones para explorar, hacer ejercicio y encontrar otros encuadres del lugar. Sentían el olor de los pinos mezclado con el del mar, y sus rostros, estaban acostumbrados a notar la brisa y su dirección, cerrando los ojos para intensificar la sensación. Sin horarios, tardes a la sombra del toldo, lecturas, siestas, deseo y sal. Contemplaban las puestas de sol, y ya se marchaban los últimos bañistas. Ellos volvían al agua y se sentían dueños de la playa vacía. Quizás organizaban alguna furtiva pero respetuosa barbacoa nocturna. Terminaban el día, con unas copas en la bañera de cualquiera de los veleros, donde se mecían relajados, conversando suavemente, para respetar el silencio de la noche y a los que dormían, y casi en la oscuridad, para poder apreciar el intenso brillo de las estrellas. Y tarareaban una bossa nova. El paraíso y la felicidad. Seguramente sus lágrimas, casi siempre ocultas, le habrían sabido más amargas si hubiera recordado parte de todo eso. Pero lloraba porque se sentía vacía y perdida. Y a medida que su cuerpo se rehabilitaba, su mente empezaba a hacerse demasiadas preguntas. . |
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Re: El último verano
Volver
Se sorprendió cuando el médico de cabecera le comentó que estaba pensando en darle ya el alta. Ella sólo supo balbucear algunas excusas. El le admitió que estaba en contacto con la inspectora de la mutua de su empresa, que hay mucho simulador que se intenta aprovechar. En el fondo ella le estaba agradecida, ya que le había dado permiso para marcharse un par de semanas de vacaciones con su marido, aunque no le sirviera de mucho, pues salir de su entorno no le resultó ni agradable ni fácil. Volver, no. No estaba preparada. Su vida era un caos. Evitaba a la gente, no podía estar con más de una persona a la vez, pues las conversaciones se cruzaban en su mente y no prestaba atención a nada. Sólo sabía asentir y sonreír. Unas horas quizás para probar? Todo o nada. Su empresa sentenció: o alta o baja. El medico le insistió: Vamos a probar, vuelves, y si no funciona ya veremos. Abría alguna revista y miraba las imágenes, porque había intentado leer en muchas ocasiones, pero no entendía nada, y tenía que estar señalando las líneas con el dedo, para no perderse al finalizar una. Tampoco podía escribir bien. No hacía más que una triste nota de la compra, que le pedía su marido. Le parecía muy complicado imaginar lo que hacía falta en casa, y aparecían algunas letras extrañas en las palabras que ella había querido poner. Ahora, que tenía tiempo por primera vez en su vida, no lo podía aprovechar. Y eso que siempre había pensado que, si no necesitara trabajar, estudiaría alguna cosa, aunque no supiera muy bien el qué. Recordó que dejó los estudios muy joven y quiso olvidar el porqué. Empezó con los álbumes de fotos. Conocía a las personas, pero muchas situaciones y lugares le causaban sorpresa. Poco a poco recuperaba retazos de su vida. Como si hiciera la biografía de alguien. Habló con su compañero de trabajo, a él no lo quería engañar: Esto es una prueba, dicen que así me esforzaré. Puede irme bien. Y él prometió ayudarla. Las personas que entraban al local tenían más tendencia a dirigirse a ella. Siempre pensó que el color de la iluminación le favorecía el rostro ya que, algunas veces, los clientes se quedaban más rato de lo normal e intentaban entablar conversación. Pero ese día fue un desastre y los que le siguieron. Asustada notó que empezaba a tartamudear más de lo habitual. Y que tenía miedo de la puerta, del timbre del teléfono, de las personas… Esa misma tarde, cuando se sentó, mareada, un rato antes de acabar su jornada, recibió una llamada: Hola, es usted ella? Encantado de conocerla, yo soy él, el jefe de la delegación de la compañía de seguros tal. Ya sabemos que ha vuelto al trabajo. Celebramos que esté restablecida. Por favor, cuando pueda, y cuánto antes mejor, puede pasar por aquí para liquidarle su indemnización. . |
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Re: El último verano
Vaya emoción... no hace falta comprar novelas teniendote a ti como estupenda narradora.
Sigue así que nos haces pasas buenos momentos. Saludos. Aventurera. |
Ver todos los foros en uno |
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