Delfines a una milla...

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Ayer domingo.... nada de viento, calor, el mar como una enorme balsa de aceite , 10 de la mañana ...
El Tortuga quería salir con viento o sin él y no había que resistirse. Los barcos son a veces muy muy convincentes y te susurran al oído que hay que hacer unas millas, aunque sea a motor, aunque sea soportando estoico la caña de curri a popa , aunque sólo sea hasta Altea y vuelta a casa.
Preparé un nuevo rapala, precioso, azul y naranja y pensé que tal vez caería una caballita para cenar, o una Llampuga, o..dos...
Ná de ná; Calor, 4 nudos de viento y así hasta Altea, cruzando la brillante bahía de Calpe que hervía de motoras, algún que otro velero a motor como nosotros e infinidad de motos acuáticas, pero solo se trataba de darle un paseillo al Tortuga que había estado toda la semana en el pantalán mientras yo trabajaba recorriendo la costa por carretera...
Ni una picada, ni una, adiós a la caballa en escabeche ...
Eran las 3 de la tarde y volvíamos a puerto echando de menos el viento, somnolientos por el calor, y mirando de reojo a un nubarrón negro que se alzaba ya por detrás del Peñón de Ifach, anunciando lo que una hora más tarde sería una tormenta con rayos, truenos y centellas.
Iba tumbada en la proa , desencantada ya del curri, cuando de pronto el patrón me llamó: -Alex, algo ha saltado a estribor.
Me levanté de un salto, soñando con un atún gigante y si, de pronto, a 30 metros le vi: Un delfín enorme, solitario saltaba fuera del agua . Estábamos a una milla del Portet , una milla y media de la entrada de la bocana.
Le pedí, le rogué al patrón que lo siguiese, despacito, y tras una milla detrás de él, intentando fotografiar a ciegas y dando saltos en la proa, aparecieron los demás.
Un grupo de unos 20 delfines, hembras , crías, evolucionando, dando saltos, pasando bajo la proa del Tortuga a los que intentaba fotografiar pero estaba tan...nerviossa que no atinaba.
Nunca los había visto tan cerca de la costa...
Conseguí hacer algunas fotos, aquí las dejo.
Una vez más me he sentido en el paraíso; una vez más agradezco a la vida el enorme privilegio de poder contemplarles y al Tortuga, que no me acercó a la pesca soñada pero me llevó, tal vez adrede, a contemplar de nuevo la VIDA en mayúsculas a una milla de su atraque.
Gracias por permitirme compartirlo.
Alejandra.