Ésta es la principal diferencia de diseño entre los reactores occidentales y los soviéticos, que carecían de esta protección. Por eso al fundirse el núcleo del reactor en el
accidente de Chernóbil el material del núcleo se derramó por las entrañas de la central y parte de ellos acabaron sañiendo al exterior.
Ni siquiera en este caso hubo ‘Síndrome de China’: el
calor del núcleo fundido no fue suficiente para que la masa penetrara en el subsuelo.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias del accidente nuclear en Fukushima? Las consecuencias de la aireación de gases radiactivos y de la posterior explosión del edificio de contención
son relativamente limitadas: la cantidad de radiación, los tipos de isótopos radiactivos y el hecho de que el viento se movía hacia el mar contribuirán a minimizar la contaminación local.
Si la fusión del núcleo es contenida por la vasija se formará un gran elemento contaminante altamente radiactivo que estará confinado en su propia burbuja de acero, como ocurrió en Three Mile Island, pero no habrá liberación de isótopos altamente peligrosos: la vasija podrá ser preservada y controlada a largo plazo con costes relativamente bajos y no habrá contaminación.
En
el peor (y poco probable) de los casos la vasija habría sido dañada por la explosión y los elementos del núcleo fundido podrían derramarse sobre el suelo, provocando una
extensa contaminación altamente radiactiva sobre todo si este material atraviesa las protecciones y entra en contacto con aguas subterráneas.
Curiosamente, el reactor 1 de Fukushima, que entró en servicio en 1971, estaba destinado a ser desactivado a finales del presente mes de marzo, por lo que no habrá consecuencias económicas severas.
Sin embargo la desconexión de las plantas nucleares japonesas y las inspecciones de seguridad antes de su reapertura tras el accidente pueden
limitar durante muchos meses la capacidad de generación eléctrica del país, ralentizando su recuperación y agravando la crisis económica.