![]() |
|
|
|
| VHF: Canal 77 |    | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
#11
|
||||
|
||||
|
. . .
Me arrepiento, en primer término, de haber principiado a novelar demasiado pronto. En la edad juvenil se puede ser excelente poeta lírico, pero no cultivar con acierto un género tan objetivo como la novela realista. Sólo en la edad madura es dado al artista emanciparse de los lazos con que su sensibilidad le ata al mundo fenomenal y adquirir la calma, la perfecta serenidad necesaria para concebir y penetrar en el carácter de sus semejantes. Asimismo deploro el empleo de ciertos efectos de relumbrón que hallarás en algunas de mis obras. Cuando salieron de mi pluma ten por seguro que no atendía al consejo de las musas, sino al gusto depravado de un vulgo frívolo y necio. Me pesa, finalmente, de haber escrito más de lo que debiera. La fecundidad tal como el vulgo de los críticos la entiende es, en mi opinión, un vicio, no cualidad digna de aplauso. Para que las obras de arte se acerquen a la perfección y nazcan viables, es menester que se nutran antes largo tiempo en el cerebro y se trabajen con sosiego. No se me oculta que hay espíritus privilegiados a quienes basta poco tiempo para engendrar y producir frutos delicados; pero juzgo que ni aun a estos mismos les perjudicará un saludable retraso. Recuérdese el ejemplo de Goethe, que concibió a los veinte años la idea de Fausto y no terminó su inmortal poema hasta los ochenta. Actualmente, oprimidos unas veces con el afán de lucro, otras con la pasión de la gloria, los que escribimos para el público vivimos en una fiebre devoradora de producción. El público exige a cada instante novedades: es menester servírselas, aunque vayan hilvanadas. Si no aparece cada poco tiempo un libro nuevo en los escaparates de los libreros, pensamos con terror que se nos va a olvidar, sin prever que ése es el medio más seguro para ello; porque ese público cuya atención anhelamos cautivar a toda costa es un Saturno que devora nuestros pobres libros sin digerirlos: es igual que le den a mascar carne de dioses o piedras berroqueñas. No, compañeros, no: tratemos de producir obras sazonadas, sacando de nuestro ingenio todo el partido posible. Quien haya producido una sola obra en su vida, si es bella, jamás será olvidado. No nos fatiguemos en dilatar nuestra popularidad agradando a la muchedumbre, sino en obtener la aprobación de los pocos hombres de gusto que existen en cada generación. Éstos son los que al cabo imponen su criterio. Si así no fuese, si el renombre del escritor dependiese de la turbamulta, ni el _Quijote_, ni la _Iliada_, ni la _Divina Comedia_, ni ninguna de las obras maestras del ingenio humano, serían estimadas en lo que merecen. La fecundidad del escritor no debe medirse por el número de sus obras, sino por el tiempo que éstas duran en la memoria de los hombres. Escritor fecundo es aquel que a través de las edades hace sentir su influencia, _fecundiza_ con su obra el pensamiento de la posteridad, vive con todas las generaciones, las acompaña, las instruye, les hace gozar y sentir. En este supuesto, Cervantes con un solo libro es más fecundo que Lope de Vega con sus millares de comedias. Lejos, pues, de enorgullecerme por el número de obras que llevo escritas, me avergüenzo pensando en los grandes escritores que tras larga y laboriosa vida no han producido otro tanto. Es un vicio de la época al cual tampoco he podido sustraerme. . . . El idilio de un enfermo. Armando Palacios Valdés. está el foro muy entretenido con el taller de escritura . . . pero no olvidemos el de lectura ![]()
__________________
![]() Quiero vivir la vida aventurera de los errantes pájaros marinos; no tener, para ir a otra ribera, la prosaica visión de los caminos. Poder volar cuando la tarde muera ... |
| Etiquetas |
| lecturas, literatura |
|
|