"No es casualidad que, aunque el pensamiento positivo se extienda a todas las ramas laborales, haga especial hincapié en la gente que peor lo pasa, en los más inestables y en las profesiones que requieren siempre una imagen de éxito, como la del vendedor. Tampoco es casual que sean las mujeres las que, haciendo uso de las cualidades tipificadas como femeninas - afectos, comunicación, escucha activa -, sean cada vez más las seleccionadas para desarrollar este tipo de tareas. El pensamiento positivo al que apela Carolyn escuchando cintas, ya sea para convencerse de que ella no es una víctima o para darse confianza a la hora de vender una casa, tiene mucho que ver con la soledad de su trabajo, con la inexistencia de un vínculo social y un espacio comunitario donde sostenerse. El pensamiento positivo no sirve para mentalizarse en hacer algo con destreza, sino que funciona como un mecanismo de control social de la empresa sobre el trabajador, impulsándole a desechar una gran parte de su humanidad a costa de una felicidad que finalmente, como decía Aldous Huxley (2008), "nunca tiene grandeza".
El pensamiento positivo se sostiene principalmente sobre dos patas: la que ahonda en el pasado buscando traumas a extirpar para desde ahí interpretar tu historia de manera performativa, reinterpretada en el acto de contarla; y la que pone el acento en el diagnóstico del presente y la solución de cara al futuro. Estas son la terapia de autoayuda en el primer caso y el método del [i]coaching[i] en el segundo, ambas herramientas funcionales a la empresa, sustitutos de un
ethos social encargado de salvaguardar y transmitir los valores que permiten desarrollar tu realización personal en una comunidad donde lo que menos importa es, paradójicamente, tu persona... ¿Cómo nos hacemos voluntarios de nuestra propia servidumbre? El pensamiento positivo se centra únicamente en la virtud de Maquiavelo, obviando por completo toda fortuna, todo libre albedrío, toda influencia del resto de relaciones sociales, redes de poder y dominación que no se encuentran dentro de nuestro campo de actuación, de decisión voluntaria y aptitud moral. Toma una parte, que ciertamente existe, para convertirla en un todo, de tal forma que se elimina cualquier rasgo que pueda hacer peligrar la dictadura de la felicidad.
Como en el laberinto de Borges, el dominio positivo no tiene escaleras ni existen muros ni paredes más allá de las que tú te quieras poner. Todo está centrado en tu persona, pero dentro de una decisión tomada desde fuera de ella y no pensada especialmente para tu beneficio."
Pablo Iglesias Turrión (ed) "Cuando la Películas Votan. Lecciones de Ciencias Sociales a Través del Cine": Cap. 12: "American Beauty, ¿Qué es el Postfordismo?"
Salud,
