Historias de la pesca del atún tropical

[TXELFI]

Qué le voy a coser la vena con estas manazas
Estaba seccionada justo donde acababa la raja abajo. Cosí la primera puntada doble justo encima para que coincidiera en su sitio y dejó de sangrar una vez restablecida la conexión. En esta ocasión suturé toda la herida con puntadas dobles como nos había enseñado el gran cirujano Dr. Eugenio Lasheras en una clínica de San Sebastián donde acudíamos 5 alumnos cada jueves por la tarde cuando estudiábamos para capitán de pesca en Pasajes de septiembre del 80 a mayo del 81. No he visto suturar a nadie de esta manera y doy fe de que es formidable, es simple, se trata de meter la aguja sujeta con alicate quirúrgico por una orilla y salir por la otra, volver a meter la aguja por la misma orilla que ha salido a 1 cm de distancia y salir de nuevo por la orilla inicial, o sea, hacer una U cuadrada y anudar ambos chicotes apretando bien. Un cm más adelante se comienza de nuevo y así sucesivamente. En un corte tan largo no es bueno comenzar por un extremo y continuar hasta el final. Es mejor alternar puntada a un lado puntada al otro lado y acabar en el centro.
Teníamos anestésico local en spray y casi vacié el bote pero ni con esas.
También había otros anestésicos pero no quise usarlos, es preferible que el interfecto berree hasta la extenuación que arriesgarse a algo peor.
Solo le quedó una raya blanquecina como a Jose pero más recta .

Si nunca has suturado a nadie no te imaginas lo resistente que es la piel y lo que cuesta atravesarla con una aguja, sin sujetarla con alicate resulta imposible, y si es la piel de un africano ni te cuento. Una vez cosí la ceja abierta a un mandingo y aquello parecía neumático de camión.

En tantos años te toca ver tantas cosas...…… y en la mar no hay médico.
Aparte de eso en puerto sí hay médicos pero los africanos si acuden a uno tienen que pagar de su bolsillo, así es que si el individuo no está medio muerto no acuden a ninguna consulta porque se le va la soldada del mes.
Una vez hacía poco que habíamos embarcado un marmitón nuevo, un muchacho marfileño de 17 años (con 16 ya les dan la cartilla de navegación, pagando claro). Días después de haber embarcado estaba el muchacho riéndose y algo en su boca me llamó la atención, me acerqué a un palmo de su cara y le dije que abriera la boca. Me quedé bastante sorprendido.
El angelito tenía junto al canino superior izquierdo en lugar de 1 diente 2 uno encima del otro, o sea, antepuestos y encima eran enormes, tal es así que la encía estaba comenzando a abrirse con la tensión. Las demás piezas dentales estaban todas bien. Nunca he visto este caso.
Hablaba bien español, llevaba años trabajando en los pesqueros en sus estancias en puerto ayudando en la cocina a cambio de la comida.

-Pero ¿tus padres no han visto eso?-
-Sí, ellos han visto-
-¿Y no quieren mandarte al dentista a que te quite el que está encima?-
Una pregunta superflua, estaba claro que no.
-Siéntate ahí que te lo quito al momento- le dije señalando el pequeño sofá de 2 plazas que todos los atuneros tienen en la banda de Er del puente.
El interfecto intentó cogerse las de Villadiego pero no pudo.
Así lo primero que pille del botiquín del puente, unas tijeras de enfermería.
-¡¡Siéntate ahí coño!!- el muchacho obedeció a regañadientes.
Con la punta de la tijera solo tuve que hacer un rápido movimiento horizontal y el diente que estaba casi saliéndose de la encía voló. Ni siquiera sangró. El nativo se largó del puente de manera que no le marcaba la corredera. Al día siguiente le examiné y la pequeña herida estaba cerrada.
Y de esas podría estar relatando todo el confinamiento y a lo mejor no acabaría, en serio.