Qué noche la de aquel día ( I )
Acabamos de llegar a casa desde Madrid. Hemos tenido un vuelo agradable. Concluye así un fin de semana excelente en una capital que cada vez me gusta más. Las benignas condiciones meteorológicas han ayudado a que estos días hayan sido extraordinarios.
Sábado noche, tráfico intenso en la capital. Bajamos del taxi frente al restaurante La Playa de Riazor. Grupos de personas hablan en la puerta. Todos nosotros, Campanilla, Ex-Ballestrinque, mi "almirante" (no me gusta nada

llamarle así, pero así fue como lo decidieron en Madrid y así es como le voy a llamar en esta crónica) y yo, atentos a encontrar una cara conocida, una alusión familiar. No, parece que aquí no están. Entramos en el restaurante. La barra, abarrotada, como ya hemos comprobado que es habitual en los bares de la zona. Miro y miro y no consigo ver a nadie. Se me acerca un camarero y sin mediar palabra me dice: ¿Busca la reunión del club náutico? Sin pensarlo dos veces le digo que sí. ”Suban a la primera planta”.
Casi me obligan a pasar delante.” Porque tú mamá les conoces más”. En la primera planta hay mucha gente. A primera vista sigo igual, sin conocer a nadie. De pronto, alguien me ha reconocido a mí y viene hacia nosotros. ¡Sorpresa!... ¡Peleón!... Pero si es altísimo. Alegres saludos, simpatía a raudales. En un momento, nos vemos rodeados de caras que ya sí conozco. Saludo a Mapu, muy agradable, ambos divertidos por el salto de la pantalla del ordenador a la vida real. Y diviso allá al fondo a una joven rubia con cámara de vídeo profesional en mano. Por fin puedo darle un abrazo a Anne Bonny y de paso, felicitarlos a todos. Encuentro entrañable. Antes de llegar a Madrid ya consideraba a Anne mi amiga. Junto a ella, Miguelar, con quien también compartimos la comida del domingo. Mientras hablo con ellos y les voy presentando a mi marido y a mis hijos, miro a un extremo de la sala y… oye, Anne, pero …¿aquella no es Natacha?...Anne ríe. Y…¡su almirante! Cómo nos han engañado hasta última hora…
Siento una gran alegría al poder saludar a Natacha personalmente. La reconozco porque la he visto muchas veces en el videochat. Se presentaron por sopresa la noche anterior en el lugar donde cenaban un grupo de cofrades. El Tabernero ha resultado ser una persona muy agradable, muy educada. Tengo la percepción, eso sí, de que es una persona extremadamente tímida. Y no me extraña, porque con tanto pirata suelto…
Ahora seguimos...