Es más bien al revés; cuando hacia 2010-2011 una disposición del Ministerio de Hacienda permitió que los súbditos españoles tuvieran propiedad de barcos de recreo con bandera extranjera, la DGMM (entonces todavía no era DGMC, aunque apuntaba maneras) admitió a regañadientes que así era, e incluso indicó en escritos
oficiales vinculantes que
"... cada Estado es soberano a la hora de establecer las condiciones de acceso y permanencia de los buques y embarcaciones bajo su pabellón."
Y ahí empezó el baile: hubo una desbandada hacia pabellones racionales y a los secuaces de ANEN les empezaron a dar sudores fríos, pues se quedaban sin los súbditos de la DGMM a quienes extorsionar. La solución fue que la normativa de la DGMM la redactó ANEN (esto dicho en público y sin ninguna vergüenza por el cabecilla de ANEN). Y así se llegó al infame borrador de OM que, gracias al esfuerzo de muchos navegantes, fue retirado.
ANEN y la recién llegada Chatarrera no se conformaron, y sacaron, no sin ilegalidades en la tramitación, el RD 339/2021, en el que se somete (repito,
somete) ilícitamente a los poseedores de barcos de recreo con pabellón extranjero, pero no a todos, sólo a los que a ANEN y a la Chatarrera les interesa.
Y así estamos.
Para mí, la Chatarrera puede sacar los panfletos que quiera y exigir en ellos las condiciones draconianas que le parezca, pero sólo a los que voluntariamente quieran soportarla; yo creo que estoy en mi derecho de exigir
que me deje en paz.
Y cuando la Chatarrera saque una normativa similar a la que ahora disfruto (repito,
disfruto), entonces, y sólo entonces, me pensaré si volver a pabellón español.
No brindo.