Tu primera F8

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Pues aunque yo había leído "Navegar con mal tiempo" (Adlar Coles) donde claramente se indica que son las prisas las que nos hacen tomar decisiones no objetivas y meternos en problemas, yo caí precisamente de ese error.
Llevábamos varios días de nordestada que nos impedía salir de la Ría de Corcubión hacia La Coruña; sólo me quedaban dos días de vacaciones y 60 millas por delante, por lo que, aprovechando que el parte daba una pequeña tregua, decidí madrugar e intentar subir a Camariñas.
En Galicia, y en muchas otras costas el viento de componente N cae de noche y salta en cuanto el sol está arriba , normalmente a mediodía. Por eso a las 6 a.m. doblaba el Cabo Fisterra y ponía rumbo N con 15´de real que se convertía en 20 de aparente, con ola de 3 m. todo en el morro, y con mi 26 pies y mi señora por toda tripulación. Mayor rizada y motor.
Subimos hasta el Cabo da Nave sin novedad. Después de dejarlo por estribor el viento había subido ya a los 25´de real, y el mar se seguía montando como consecuencia de ese incremento de intensidad.
Avanzábamos relativamente bien, aunque mi mujer empezó a preguntar si no sería más recomendable correr de vuelta a Fisterra.
Pero habíamos subido bastante y no se me pasaba por la cabeza desandar lo andado (las prisas...), o sea que seguimos subiendo hacia Touriñán.
Al marcarlo por la amura de estribor la situación había empeorado; teníamos en la proa 38´ mantenidos de aparente con rachas que pasaban de 42´y olas que ya alcanzaban los 5 m.
La cara de mi mujer era un poema, hicimos dos viradas involuntarias con la mayor aferrada y un pañuelo en proa, enseñando la hélice a algún pesquero que faenaba por la zona, pero ni eso me hizo "caerme de la burra". Continuamos dos o tres horas más (perdí la noción del tiempo) sufriendo con el Cabo Touriñan por el través, con la corredera marcando 2,5´ (la mayor parte corriente) hasta que el viento se abrió un poco a izquierdas haciendo que el génova portara un poco y ganado algo de velocidad. Así conseguimos dejarlo atrás y arribar a Camariñas sobre las 14 h., agotados.
Habíamos tardado 9 horas en hacer 20 millas, y ni siquiera conseguimos el objetivo de llegar a La Coruña en la fecha deseada, pues las previsiones eran iguales o peores, por lo que tuvimos que dejar el barco allí para recogerlo unos días después, cuando las condiciones mejoraron.
En resúmen, sufrimos para nada. Llegamos a temer por nuestra integridad física. Desde esa ocasión, cuando tengo que realizar la subida lo hago con antelación y sin fijarme otra meta que la de disfrutar y cuidar de la tripulación y de mí mismo.
"Más vale estar en tierra deseando haber salido a la mar que estar en la mar deseando haberse quedado en tierra"